/ viernes 29 de enero de 2021

PRIAN

Por fin le han dado lo que tanto buscaba. Después de años de acuñada esa expresión, los portadores de las siglas que al juntarse funden la conjunción maldita que simboliza la noche neoliberal, han aceptado entrar al terreno donde mejor pelea su rival.

No tienen vergüenza, eso queda claro, pero les sobra oportunismo. Creen que los raquíticos puntos que respectivamente les dan las encuestas se sumarán en automático. Ahí van mis veinte puntos, tú pon tus quince y tú tus cuatro. Casi alcanzamos al bully que nos arrebató todo hace tres años. Parecen niños aprendiendo a contar.

No es que no pueda triunfar en algunos sitios la atroz alianza, es que le están dando la razón a quien los presenta como la misma enfermedad disfrazada con distintos síntomas. Juegan en la cancha del experto en polarizar la discusión pública. Si en junio lo criticaban por el esquematismo de decir “o se está a favor o se está en contra de la cuarta transformación”, hoy asumen con ridículo orgullo esa consigna.

No hay forma en que puedan ganarle, al menos discursivamente, en una competencia tan polarizada. En la dicotomía construye su discurso, en un mundo donde sólo hay blanco y negro es donde mejor puede ocultar los matices, la crítica incómoda, los desastrosos errores que ya deberían cobrarle factura electoral.

¿Con qué cara se van a dirigir al electorado los panistas pidiendo su voto, si en la coalición está el demonio que tanto criticaron durante décadas? ¿van a prometer gobernar y legislar con el partido cuya expulsión del poder es precisamente el único mérito que pueden presumirle a los votantes? El PAN no se cansa de repetirnos: “Morena es priismo disfrazado” ¿Qué van a decir ahora: “¿Vote por nosotros y por el PRI original, el que no necesita disfrazarse”?

El tricolor, hasta ahora tan servil a Morena en el Congreso y con algunos gobernadores alineados al presidente, ¿va a aprobar la gestión del partido que le arrebató la silla presidencial hace dos décadas e innumerables gubernaturas y alcaldías? ¿pedirá la permanencia en el poder de quién se lo quitó en tantos sitios hace apenas un par de años?

El PRD no merece mayor comentario. Sería un desperdicio de caracteres hablar de algo que ni siquiera es un partido sino un logo en renta para cualquier alianza necesitada de aparentar incluir en su programa una agenda de “izquierda”.

(Sobre la coalición de Morena con el Verde y el PT, mercenarios transexenales, la falta de espacio me obliga a abordarla en otra ocasión).

Elección correcta de Movimiento Ciudadano, a mi parecer, la competir solos en las elecciones de este año. Sí, ahí donde ha gobernado y gobierna ha resultado ser igual que todos. También es cierto que su figura más conocida sea un comediante involuntario que no deja de ser tendencia en las redes sociodigitales por sus comentarios pasados y presentes llenos de frivolidad y torpeza, y que además quiere gobernar Nuevo León. Pero con todo, creo que están pensando a mediano y largo plazo. No participar en el encuentro directo entre el PRIAN (ya lo puede decir uno con más comodidad) y Morena y sus satélites podrán darle algo de legitimidad, presentarse como una opción nueva a probar luego de la enorme decepción que es y será el gobierno de AMLO. Aun si terminara su mandato con buena aprobación, él ya no gobernará más (esperemos) y su partido inevitablemente se desfondará. Es ahí, creo, donde reside la apuesta de MC.

Apuesta arriesgada, por cierto, la de José Ramón Enríquez de irse de MC a Morena. A diferencia de su ex partido, calculó en corto. Quizá porque ellos piensan en el 2024 y él tiene prisa por el 2022. Pero de eso mejor platicamos el lunes 7 de junio de este año.

Por fin le han dado lo que tanto buscaba. Después de años de acuñada esa expresión, los portadores de las siglas que al juntarse funden la conjunción maldita que simboliza la noche neoliberal, han aceptado entrar al terreno donde mejor pelea su rival.

No tienen vergüenza, eso queda claro, pero les sobra oportunismo. Creen que los raquíticos puntos que respectivamente les dan las encuestas se sumarán en automático. Ahí van mis veinte puntos, tú pon tus quince y tú tus cuatro. Casi alcanzamos al bully que nos arrebató todo hace tres años. Parecen niños aprendiendo a contar.

No es que no pueda triunfar en algunos sitios la atroz alianza, es que le están dando la razón a quien los presenta como la misma enfermedad disfrazada con distintos síntomas. Juegan en la cancha del experto en polarizar la discusión pública. Si en junio lo criticaban por el esquematismo de decir “o se está a favor o se está en contra de la cuarta transformación”, hoy asumen con ridículo orgullo esa consigna.

No hay forma en que puedan ganarle, al menos discursivamente, en una competencia tan polarizada. En la dicotomía construye su discurso, en un mundo donde sólo hay blanco y negro es donde mejor puede ocultar los matices, la crítica incómoda, los desastrosos errores que ya deberían cobrarle factura electoral.

¿Con qué cara se van a dirigir al electorado los panistas pidiendo su voto, si en la coalición está el demonio que tanto criticaron durante décadas? ¿van a prometer gobernar y legislar con el partido cuya expulsión del poder es precisamente el único mérito que pueden presumirle a los votantes? El PAN no se cansa de repetirnos: “Morena es priismo disfrazado” ¿Qué van a decir ahora: “¿Vote por nosotros y por el PRI original, el que no necesita disfrazarse”?

El tricolor, hasta ahora tan servil a Morena en el Congreso y con algunos gobernadores alineados al presidente, ¿va a aprobar la gestión del partido que le arrebató la silla presidencial hace dos décadas e innumerables gubernaturas y alcaldías? ¿pedirá la permanencia en el poder de quién se lo quitó en tantos sitios hace apenas un par de años?

El PRD no merece mayor comentario. Sería un desperdicio de caracteres hablar de algo que ni siquiera es un partido sino un logo en renta para cualquier alianza necesitada de aparentar incluir en su programa una agenda de “izquierda”.

(Sobre la coalición de Morena con el Verde y el PT, mercenarios transexenales, la falta de espacio me obliga a abordarla en otra ocasión).

Elección correcta de Movimiento Ciudadano, a mi parecer, la competir solos en las elecciones de este año. Sí, ahí donde ha gobernado y gobierna ha resultado ser igual que todos. También es cierto que su figura más conocida sea un comediante involuntario que no deja de ser tendencia en las redes sociodigitales por sus comentarios pasados y presentes llenos de frivolidad y torpeza, y que además quiere gobernar Nuevo León. Pero con todo, creo que están pensando a mediano y largo plazo. No participar en el encuentro directo entre el PRIAN (ya lo puede decir uno con más comodidad) y Morena y sus satélites podrán darle algo de legitimidad, presentarse como una opción nueva a probar luego de la enorme decepción que es y será el gobierno de AMLO. Aun si terminara su mandato con buena aprobación, él ya no gobernará más (esperemos) y su partido inevitablemente se desfondará. Es ahí, creo, donde reside la apuesta de MC.

Apuesta arriesgada, por cierto, la de José Ramón Enríquez de irse de MC a Morena. A diferencia de su ex partido, calculó en corto. Quizá porque ellos piensan en el 2024 y él tiene prisa por el 2022. Pero de eso mejor platicamos el lunes 7 de junio de este año.