/ martes 17 de septiembre de 2024

Primer debate

Nota editorial: Internacionalista y analista política.

El 10 de septiembre los candidatos presidenciales de Estados Unidos, la Vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump, se enfrentaron por primera vez en un debate. Este siendo caracterizado, tanto por las negativas expresadas por el Republicano respecto a un encuentro con su contraparte, así como por la incertidumbre en los escenarios doméstico e internacional que atraviesa Washington. Esta carrera presidencial es una de las más complejas ante la volatilidad de los eventos internacionales ya que impactarán en buena medida en la agenda que los contendientes busquen llevar a cabo. Lo que, al mismo tiempo, repercutirá en sus relaciones comerciales y, con ello, dinámicas internacionales. Esta es una de las carreras electorales más complicadas, por lo que, en la discusión ambos políticos trataron de reducir el pánico a los estadounidenses en temas como inflación, seguridad, productividad, migración, entre otros.

Primeramente, es fundamental señalar la marca con la que ambos candidatos se promocionaron en el debate para sus ciudadanos. La Vicepresidenta Kamala Harris hizo un movimiento estratégico al moderar su discurso respecto al espectro político por el que se inclina. Ante la narrativa mediática que su contraparte junto con el respectivo compañero de fórmula J.D. Vance quieren crear sobre ser “peligrosamente liberal”, ésta se concentró en usar una retórica que neutralizara las acusaciones en medio de una economía global altamente volátil. La candidata demócrata habló sobre la importancia de impulsar la industria nacional, así como promovió una política económica beneficiosa para la clase media. Llamó a su plan “economía de oportunidad” la cual se centra en el recorte de impuestos a familias, al igual que en el otorgamiento de incentivos fiscales para pequeños comercios y adquisición de viviendas. Harris optó por darse a conocer como moderada.

De manera contraria, el expresidente Donald Trump continuó por usar una retórica nacionalista, populista y conservadora. El posicionamiento de éste se ha inclinado hacia una derecha todavía más dura conforme se acercan las elecciones. Su discurso no se vio caracterizado por nuevas propuestas, sino que siguió concentrándose en emitir declaraciones agresivas sobre cuestiones como inmigración y comercio. El republicano no amplió la audiencia para la cual dirigirse, sino que se reservó a un sector de la población que ya lo apoya, el cual está compuesto por americanos preservadores, acérrimos conservadores, así como una parte de la clase social media alta y alta. Los cuales congenian en gran medida con la agenda de Make America Great Again. A diferencia de su contraparte, el candidato no habló a votantes indecisos, ni propuso soluciones para problemas domésticos. Un error mayúsculo en una carrera tan ajustada.

Asimismo, cuando se les preguntó sobre sus propuestas en situaciones como economía, sector energético y conflictos internacionales, la brecha entre la postura de los candidatos fue amplia. Si bien la Vicepresidente frenó su visión progresista para neutralizar la preocupación de aquellos votantes que prefieren políticas nacionalistas, el expresidente tomó posturas excesivas. Cuando hablaron sobre las cuestiones mencionadas, éste dejó claro que gobernaría a favor de los multimillonarios, seguiría los proyectos de combustibles fósiles, así como afirmó que acabaría con las guerras sin explicar una estrategia. Las respuestas del republicano fueron ambiguas agradando solamente a votantes radicales. Mientras que la demócrata presentó planes más sensatos, declaró su apoyo a la clase trabajadora, promovió el fracking y energías renovables, así como evidenció su disposición para continuar trabajando por Ucrania e Israel. Trump y Harris evidenciaron sus diferencias.

Finalmente, ambos candidatos conocen la importancia de preservar el poder de Estados Unidos en medio de eventos internacionales que golpean su escenario doméstico. Es importante resaltar que, independientemente del resultado electoral en noviembre, quien resulte Jefe de Estado pondrá en primer plano la protección de la economía de Washington, lo que puede resultar en un aislacionismo y proteccionismo. Si algo fuera a diferenciar a Kamala Harris y Donald Trump, sería su apuesta a causas sociales como los derechos reproductivos, la clase media, así como las libertades de la comunidad LGBTQ+. Por último, fue sencillo saber que la Vicepresidenta ganó el debate, no obstante, eso no significa una victoria en los comicios. Con la constante presión por cuidar el nivel doméstico de Washington, la carrera presidencial continuará siendo muy compleja.

Nota editorial: Internacionalista y analista política.

El 10 de septiembre los candidatos presidenciales de Estados Unidos, la Vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Donald Trump, se enfrentaron por primera vez en un debate. Este siendo caracterizado, tanto por las negativas expresadas por el Republicano respecto a un encuentro con su contraparte, así como por la incertidumbre en los escenarios doméstico e internacional que atraviesa Washington. Esta carrera presidencial es una de las más complejas ante la volatilidad de los eventos internacionales ya que impactarán en buena medida en la agenda que los contendientes busquen llevar a cabo. Lo que, al mismo tiempo, repercutirá en sus relaciones comerciales y, con ello, dinámicas internacionales. Esta es una de las carreras electorales más complicadas, por lo que, en la discusión ambos políticos trataron de reducir el pánico a los estadounidenses en temas como inflación, seguridad, productividad, migración, entre otros.

Primeramente, es fundamental señalar la marca con la que ambos candidatos se promocionaron en el debate para sus ciudadanos. La Vicepresidenta Kamala Harris hizo un movimiento estratégico al moderar su discurso respecto al espectro político por el que se inclina. Ante la narrativa mediática que su contraparte junto con el respectivo compañero de fórmula J.D. Vance quieren crear sobre ser “peligrosamente liberal”, ésta se concentró en usar una retórica que neutralizara las acusaciones en medio de una economía global altamente volátil. La candidata demócrata habló sobre la importancia de impulsar la industria nacional, así como promovió una política económica beneficiosa para la clase media. Llamó a su plan “economía de oportunidad” la cual se centra en el recorte de impuestos a familias, al igual que en el otorgamiento de incentivos fiscales para pequeños comercios y adquisición de viviendas. Harris optó por darse a conocer como moderada.

De manera contraria, el expresidente Donald Trump continuó por usar una retórica nacionalista, populista y conservadora. El posicionamiento de éste se ha inclinado hacia una derecha todavía más dura conforme se acercan las elecciones. Su discurso no se vio caracterizado por nuevas propuestas, sino que siguió concentrándose en emitir declaraciones agresivas sobre cuestiones como inmigración y comercio. El republicano no amplió la audiencia para la cual dirigirse, sino que se reservó a un sector de la población que ya lo apoya, el cual está compuesto por americanos preservadores, acérrimos conservadores, así como una parte de la clase social media alta y alta. Los cuales congenian en gran medida con la agenda de Make America Great Again. A diferencia de su contraparte, el candidato no habló a votantes indecisos, ni propuso soluciones para problemas domésticos. Un error mayúsculo en una carrera tan ajustada.

Asimismo, cuando se les preguntó sobre sus propuestas en situaciones como economía, sector energético y conflictos internacionales, la brecha entre la postura de los candidatos fue amplia. Si bien la Vicepresidente frenó su visión progresista para neutralizar la preocupación de aquellos votantes que prefieren políticas nacionalistas, el expresidente tomó posturas excesivas. Cuando hablaron sobre las cuestiones mencionadas, éste dejó claro que gobernaría a favor de los multimillonarios, seguiría los proyectos de combustibles fósiles, así como afirmó que acabaría con las guerras sin explicar una estrategia. Las respuestas del republicano fueron ambiguas agradando solamente a votantes radicales. Mientras que la demócrata presentó planes más sensatos, declaró su apoyo a la clase trabajadora, promovió el fracking y energías renovables, así como evidenció su disposición para continuar trabajando por Ucrania e Israel. Trump y Harris evidenciaron sus diferencias.

Finalmente, ambos candidatos conocen la importancia de preservar el poder de Estados Unidos en medio de eventos internacionales que golpean su escenario doméstico. Es importante resaltar que, independientemente del resultado electoral en noviembre, quien resulte Jefe de Estado pondrá en primer plano la protección de la economía de Washington, lo que puede resultar en un aislacionismo y proteccionismo. Si algo fuera a diferenciar a Kamala Harris y Donald Trump, sería su apuesta a causas sociales como los derechos reproductivos, la clase media, así como las libertades de la comunidad LGBTQ+. Por último, fue sencillo saber que la Vicepresidenta ganó el debate, no obstante, eso no significa una victoria en los comicios. Con la constante presión por cuidar el nivel doméstico de Washington, la carrera presidencial continuará siendo muy compleja.

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