/ domingo 26 de enero de 2020

¿Progreso o retroceso?, la instauración del Insabi

A la gente no le interesa que se llame Insabi, o cualquier otro nombre, ni quién lo opere, lo que le importa y demanda, es que cualquiera que sea el esquema o modelo del sistema público de salud, se brinde una cálida y eficiente atención a quienes requieren los servicios para sanar o controlar una enfermedad que les impida tener una vida digna y de calidad.

Sucede lo mismo en el sector educativo, en que pese a la reforma, aún no se han alcanzado las metas, y hay controversia de la Federación con el Estado, sobre el gasto que implica otorgar los servicios de enseñanza: Durango le aporta con recursos propios, cerca de tres mil millones de pesos anuales, cifra, que de ser responsabilidad federal, con lo hace con otras entidades, permitiría destinarlo para las obras de infraestructura que tanto se necesitan.

Al final, lo que la sociedad reclama es un proceso de enseñanza aprendizaje, de calidad, y en concordancia con los avances en la materia, y los tres órdenes de gobiernos deben tener una responsabilidad compartida, ya que al final son los entes públicos garantes de cumplir con el precepto constitucional.

El gobierno federal ofrece absorber el gasto en salud, siempre y cuando el estado, se adhiera al modelo del Insabi, lo cual representaría una centralización que en el pasado fue tan criticada, para avanzar en la descentralización y desconcentración de los entes públicos.

Para unos, la instauración del Instituto de Salud y Bienestar, que propiciaría la desaparición de las Secretarías de Salud, implicaría una centralización de los servicios, con lo cual se regresaría unos años.

Y para otros, significaría la modernización del Sistema Nacional de Salud, con la erradicación de vicios añejos que se han obstaculizado su avance, traducido en irregularidades para el otorgamiento de los servicios, supuestamente ahora llegarían los avances en la atención a la sociedad, en uno de los temas más álgidos, y que son prioritarios para que los mexicanos tengan una vida digna.

Los diferentes sectores de la sociedad, coinciden, según encuestas de opinión, en que los tres órdenes de gobierno deben tener su parte de responsabilidad en el otorgamiento de los servicios de salud, para que no se “avienten la pelotita”, de que las posibles deficiencias son culpa de la Federación o el estado, e incluso los municipios también deben participar.

Qué bueno que el presidente de la República lo que pretende al instaurar el Insabi, es terminar con la venta de plazas en los espacios laborales del sector salud, así como erradicar los moches que supuestamente existen en la compra-venta de medicamentos, y con ello acabar con los monopolios de laboratorios trasnacionales encargados de elaborar los fármacos.

Y qué mejor que el gobernador del Estado, antes de tomar la decisión de adherir o no a Durango al proyecto del Insabi, aclare que estaría en condiciones de hacerlo, siempre y cuando haya claridad en los beneficios para los servicios de salud que reciban los duranguenses.

Al parecer, la renuencia para que Durango se adhiera al Insabi, al igual que otros estados del país gobernados por el PAN, es que no hay transparencia en cuanto a la “cláusula” que establece que la infraestructura hospitalaria y de los servicios de salud locales, pasaría a la Federación.

Lo que se busca, según declaraciones de funcionarios estatales, es que se clarifique y de manera concreta, se estipule el modelo en que funcionaría el Instituto para brindar servicios de salud, sino de primer mundo, si al menos mejor que los que operan actualmente.

La visita a Durango del titular del Insabi, significó que al menos hay la voluntad presidencial por alcanzar los consensos que permitan la adhesión de todos los estados, a más tardar en diciembre del presente año.

El sistema de salud en Durango siempre ha enfrentado la molestia de la población, a causa de anomalías recurrentes, como el desabasto de medicamentos e insumos, carencia de doctores en zonas alejadas de los centros urbanos, tanto de medicina familiar, como de especialistas, y lo más recurrente que provoca enojo en los usuarios, un trato indigno por parte del personal.

La postura del gobernador es bien vista por los duranguenses, ya que lo que exige es claridad en el proyecto, y su posible adhesión, con la propuesta de tener un modelo mixto, en que se compartan responsabilidades en el otorgamiento de los servicios de salud. La sociedad no quiere pleitos, sino hechos que se traduzcan en una mejor atención.

A la gente no le interesa que se llame Insabi, o cualquier otro nombre, ni quién lo opere, lo que le importa y demanda, es que cualquiera que sea el esquema o modelo del sistema público de salud, se brinde una cálida y eficiente atención a quienes requieren los servicios para sanar o controlar una enfermedad que les impida tener una vida digna y de calidad.

Sucede lo mismo en el sector educativo, en que pese a la reforma, aún no se han alcanzado las metas, y hay controversia de la Federación con el Estado, sobre el gasto que implica otorgar los servicios de enseñanza: Durango le aporta con recursos propios, cerca de tres mil millones de pesos anuales, cifra, que de ser responsabilidad federal, con lo hace con otras entidades, permitiría destinarlo para las obras de infraestructura que tanto se necesitan.

Al final, lo que la sociedad reclama es un proceso de enseñanza aprendizaje, de calidad, y en concordancia con los avances en la materia, y los tres órdenes de gobiernos deben tener una responsabilidad compartida, ya que al final son los entes públicos garantes de cumplir con el precepto constitucional.

El gobierno federal ofrece absorber el gasto en salud, siempre y cuando el estado, se adhiera al modelo del Insabi, lo cual representaría una centralización que en el pasado fue tan criticada, para avanzar en la descentralización y desconcentración de los entes públicos.

Para unos, la instauración del Instituto de Salud y Bienestar, que propiciaría la desaparición de las Secretarías de Salud, implicaría una centralización de los servicios, con lo cual se regresaría unos años.

Y para otros, significaría la modernización del Sistema Nacional de Salud, con la erradicación de vicios añejos que se han obstaculizado su avance, traducido en irregularidades para el otorgamiento de los servicios, supuestamente ahora llegarían los avances en la atención a la sociedad, en uno de los temas más álgidos, y que son prioritarios para que los mexicanos tengan una vida digna.

Los diferentes sectores de la sociedad, coinciden, según encuestas de opinión, en que los tres órdenes de gobierno deben tener su parte de responsabilidad en el otorgamiento de los servicios de salud, para que no se “avienten la pelotita”, de que las posibles deficiencias son culpa de la Federación o el estado, e incluso los municipios también deben participar.

Qué bueno que el presidente de la República lo que pretende al instaurar el Insabi, es terminar con la venta de plazas en los espacios laborales del sector salud, así como erradicar los moches que supuestamente existen en la compra-venta de medicamentos, y con ello acabar con los monopolios de laboratorios trasnacionales encargados de elaborar los fármacos.

Y qué mejor que el gobernador del Estado, antes de tomar la decisión de adherir o no a Durango al proyecto del Insabi, aclare que estaría en condiciones de hacerlo, siempre y cuando haya claridad en los beneficios para los servicios de salud que reciban los duranguenses.

Al parecer, la renuencia para que Durango se adhiera al Insabi, al igual que otros estados del país gobernados por el PAN, es que no hay transparencia en cuanto a la “cláusula” que establece que la infraestructura hospitalaria y de los servicios de salud locales, pasaría a la Federación.

Lo que se busca, según declaraciones de funcionarios estatales, es que se clarifique y de manera concreta, se estipule el modelo en que funcionaría el Instituto para brindar servicios de salud, sino de primer mundo, si al menos mejor que los que operan actualmente.

La visita a Durango del titular del Insabi, significó que al menos hay la voluntad presidencial por alcanzar los consensos que permitan la adhesión de todos los estados, a más tardar en diciembre del presente año.

El sistema de salud en Durango siempre ha enfrentado la molestia de la población, a causa de anomalías recurrentes, como el desabasto de medicamentos e insumos, carencia de doctores en zonas alejadas de los centros urbanos, tanto de medicina familiar, como de especialistas, y lo más recurrente que provoca enojo en los usuarios, un trato indigno por parte del personal.

La postura del gobernador es bien vista por los duranguenses, ya que lo que exige es claridad en el proyecto, y su posible adhesión, con la propuesta de tener un modelo mixto, en que se compartan responsabilidades en el otorgamiento de los servicios de salud. La sociedad no quiere pleitos, sino hechos que se traduzcan en una mejor atención.