/ lunes 2 de noviembre de 2020

¿Qué les pasa a los diputados del PRI?

La pregunta del título de este artículo, obedece a un punto de acuerdo que a nivel federal presentara el diputado del PRI, Pablo Guillermo Angulo Briceño, donde solicita que el pueblo pague los honorarios que generan la defensa del general Cienfuegos, detenido en los Estados Unidos.

Sin prejuicios y a la brava, el PRI propone que el pueblo se haga responsable del pago de los honorarios por la defensa a los ex funcionarios que delinquieron. Reconociéndoles y gratificándoles así el monto de sus robos, asesinatos y fraudes, seguramente para que la corrupción los inmortalice como solidarios ante sus colegas en desgracia.

Sin duda que el autor de la propuesta, al momento de subirla al pleno no estaba en su juicio, porque dicho exceso implica avalar y responder por una trayectoria impecable, lo que la opinión pública no compra tan fácil, porque sí así fuera, el general no anduviera en esas danzas de la justicia estadounidense, donde no se arriesgan a aprehender a alguien, sin tener las evidencias.

A tan desafortunado planteamiento concedámosle el beneficio de la duda, y aceptemos de buen talante los buenos oficios y servicios a la patria que le reconocen al general. Tal vez así sea, aunque las cosas no dicen eso, porque omiten que se le retribuyó muy bien. De ahí que los mil dólares que paga por hora de honorarios para su defensa, hablan de los grandes emolumentos que cobró por tales actividades que ahora utilizan sus aliados, para querer endosarnos un pago extra a favor de tan cuestionado personaje

Es de entenderse que ningún detalle es gratuito y en este caso sobran las razones para querer congraciarse con el general. Nada más que escogieron el camino equivocado, porque los tiempos de hacer caravana con sombrero ajeno ya se acabaron, sin considerar que los tormentos del PRI apenas comienzan con su detención.

Y de entrada ya está la negativa, no del congreso que es obvia, sino del pueblo en el que se detecta un rotundo rechazo a tal punto de acuerdo, que el PRI sustenta en la charra de que “el ejército y la marina cuentan con el mayor prestigio y confianza entre los mexicanos. por lo que el Estado Mexicano no puede ser insensible y debe apoyar a sus funcionarios y ex funcionarios en los procesos judiciales que pudieran afrontar en el extranjero”.

Al respecto hay que aclarar, que el general Cienfuegos no es el Ejército ni la Marina, sino un ex empleado que por primera vez pone en entredicho su valor individual como ex secretario de la Defensa Nacional, la que moralmente debe sentirse agraviada, no por quien lo llama a cuentas, sino por el fraude de deshonor con que la condujo.

Además, está por verse la honorabilidad y honestidad que le abonan, los que en su nombre pretenden repetir la hazaña del Fobaproa, que salvó a los banqueros de la deuda y hundieron al pueblo en ella. Así, mediante esa réplica pretenden limpiar la imagen del general y mantener una defensa costosa y permanente a cargo de los mexicanos.

No les importa hacer el ridículo, con tal de que el general se dé cuenta de que están haciendo todo lo posible por ayudarlo, aunque en ese escenario están muy lejos de lograrlo. Sin embargo, es un hecho que el ex secretario tiene muchos ases sobre la manga los que tendrá que cuidar celosamente hasta que la jugada lo obligue a que los suelte.

De ahí el pavor de los priistas, porque no creo que las acusaciones que pesan sobre el general, las haya realizado en solitario. Por eso la urgencia de ayudarlo y poco podrán lograr a través del mecanismo que pretenden, quedándoles sólo el consuelo de rezar, para que los ases del crimen que lo acompañaron en sus correrías, no sean parte de la baraja que porta el detenido.

La careta por los suelos, explica lo que siempre han hecho: defender honores sospechosos y a criminales de cuello blanco, que ahora bajo el disfraz de “México Sí” los invitan a casarse en nombre de la corrupción y separase cuando ya no sea negocio.

La pregunta del título de este artículo, obedece a un punto de acuerdo que a nivel federal presentara el diputado del PRI, Pablo Guillermo Angulo Briceño, donde solicita que el pueblo pague los honorarios que generan la defensa del general Cienfuegos, detenido en los Estados Unidos.

Sin prejuicios y a la brava, el PRI propone que el pueblo se haga responsable del pago de los honorarios por la defensa a los ex funcionarios que delinquieron. Reconociéndoles y gratificándoles así el monto de sus robos, asesinatos y fraudes, seguramente para que la corrupción los inmortalice como solidarios ante sus colegas en desgracia.

Sin duda que el autor de la propuesta, al momento de subirla al pleno no estaba en su juicio, porque dicho exceso implica avalar y responder por una trayectoria impecable, lo que la opinión pública no compra tan fácil, porque sí así fuera, el general no anduviera en esas danzas de la justicia estadounidense, donde no se arriesgan a aprehender a alguien, sin tener las evidencias.

A tan desafortunado planteamiento concedámosle el beneficio de la duda, y aceptemos de buen talante los buenos oficios y servicios a la patria que le reconocen al general. Tal vez así sea, aunque las cosas no dicen eso, porque omiten que se le retribuyó muy bien. De ahí que los mil dólares que paga por hora de honorarios para su defensa, hablan de los grandes emolumentos que cobró por tales actividades que ahora utilizan sus aliados, para querer endosarnos un pago extra a favor de tan cuestionado personaje

Es de entenderse que ningún detalle es gratuito y en este caso sobran las razones para querer congraciarse con el general. Nada más que escogieron el camino equivocado, porque los tiempos de hacer caravana con sombrero ajeno ya se acabaron, sin considerar que los tormentos del PRI apenas comienzan con su detención.

Y de entrada ya está la negativa, no del congreso que es obvia, sino del pueblo en el que se detecta un rotundo rechazo a tal punto de acuerdo, que el PRI sustenta en la charra de que “el ejército y la marina cuentan con el mayor prestigio y confianza entre los mexicanos. por lo que el Estado Mexicano no puede ser insensible y debe apoyar a sus funcionarios y ex funcionarios en los procesos judiciales que pudieran afrontar en el extranjero”.

Al respecto hay que aclarar, que el general Cienfuegos no es el Ejército ni la Marina, sino un ex empleado que por primera vez pone en entredicho su valor individual como ex secretario de la Defensa Nacional, la que moralmente debe sentirse agraviada, no por quien lo llama a cuentas, sino por el fraude de deshonor con que la condujo.

Además, está por verse la honorabilidad y honestidad que le abonan, los que en su nombre pretenden repetir la hazaña del Fobaproa, que salvó a los banqueros de la deuda y hundieron al pueblo en ella. Así, mediante esa réplica pretenden limpiar la imagen del general y mantener una defensa costosa y permanente a cargo de los mexicanos.

No les importa hacer el ridículo, con tal de que el general se dé cuenta de que están haciendo todo lo posible por ayudarlo, aunque en ese escenario están muy lejos de lograrlo. Sin embargo, es un hecho que el ex secretario tiene muchos ases sobre la manga los que tendrá que cuidar celosamente hasta que la jugada lo obligue a que los suelte.

De ahí el pavor de los priistas, porque no creo que las acusaciones que pesan sobre el general, las haya realizado en solitario. Por eso la urgencia de ayudarlo y poco podrán lograr a través del mecanismo que pretenden, quedándoles sólo el consuelo de rezar, para que los ases del crimen que lo acompañaron en sus correrías, no sean parte de la baraja que porta el detenido.

La careta por los suelos, explica lo que siempre han hecho: defender honores sospechosos y a criminales de cuello blanco, que ahora bajo el disfraz de “México Sí” los invitan a casarse en nombre de la corrupción y separase cuando ya no sea negocio.