/ jueves 21 de octubre de 2021

Que no te afecte el insomnio

La pandemia por Covid-19 es una emergencia de salud pública con impactos significativos en la salud mental de la población general, como lo señalan estudios que evidencian una amplia gama de consecuencias psicosociales y múltiples síntomas psicológicos, dentro de los cuales resaltan las alteraciones en el patrón de sueño.

Se ha registrado que cerca de una tercera parte de las personas que vivencian el aislamiento social presentan insomnio, siendo éste un predictor importante para el desarrollo de perturbaciones mentales con gran compromiso en la funcionalidad como trastornos de ansiedad, depresión y estrés postraumático.

Para muchas personas, sus hábitos de sueño se han visto alterados en meses recientes y varios de ellos comentaron haber tenido que recurrir a algún tipo de sustancia o fármaco para superar el trastorno del sueño que, como casi todo lo relacionado con esta pandemia interminable, tiene ya un alcance global.

La pandemia erosiona la salud mental de millones de individuos. Distanciamiento físico y social, angustias financieras, temor al contagio, preocupación por la salud de familiares y amigos, duelos, y de manera enfática, la incertidumbre, forman parte de los múltiples disparadores de las alteraciones emocionales y trastornos referidos. El insomnio es una forma en que se manifiestan los temores y las preocupaciones y puede desencadenar otros problemas más severos como depresión e ideas suicidas.

Otros factores implicados son los horarios de las comidas y la actividad física diurna, esta última representada tanto en bajos niveles de actividad como en la depresión o confinamiento obligatorio, como en altos niveles de actividad debido al estrés, sobrecarga de trabajo o ejercicio intenso nocturno afectan de forma negativa el patrón de sueño.

En octubre pasado, la OMS publicó un informe donde advirtió que la crisis por el Covid-19 ha perturbado o paralizado los servicios de salud mental en 93% de las naciones, cuando la emergencia sanitaria obligaría precisamente a reactivar estos servicios imprescindibles.

Dentro de los estudios, el equipo de especialistas de la Universidad de Ottawa efectuó un metanálisis con datos de 55 estudios internacionales, con más de 190 mil participantes, realizados entre enero y mayo. Gran parte de la información provenía de China, pero también se utilizaron cifras de trabajos desarrollados en Italia, Estados Unidos, Perú, Irán y España, entre otros. No obstante que los estudios chinos eran los predominantes, sus resultados no arrojaron diferencias sustanciales con otras zonas del mundo.

Los expertos encontraron que la prevalencia del insomnio fue de 24 por ciento, la del trastorno por estrés postraumático alcanzó 22%, la depresión 16 por ciento y la de ansiedad llegó a 15 por ciento. En este sentido, se precisa que dichas alteraciones fueron de entre tres y cinco veces más frecuentes en comparación con los reportes habituales de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Existen terapias e incluso recomendaciones muy puntuales para superar los trastornos del sueño y alcanzar descansos más reparadores, que en circunstancias como la actual se convierten en instrumentos muy valiosos para mantener la fortaleza física y mental, indispensables para contender con esta crisis epidemiológica. Es necesario en algunos casos, reconstruir nuestra salud mental y emocional, así como atender las necesidades físicas de nuestro organismo, porque de ello depende que emprendamos otras actividades.

La pandemia por Covid-19 es una emergencia de salud pública con impactos significativos en la salud mental de la población general, como lo señalan estudios que evidencian una amplia gama de consecuencias psicosociales y múltiples síntomas psicológicos, dentro de los cuales resaltan las alteraciones en el patrón de sueño.

Se ha registrado que cerca de una tercera parte de las personas que vivencian el aislamiento social presentan insomnio, siendo éste un predictor importante para el desarrollo de perturbaciones mentales con gran compromiso en la funcionalidad como trastornos de ansiedad, depresión y estrés postraumático.

Para muchas personas, sus hábitos de sueño se han visto alterados en meses recientes y varios de ellos comentaron haber tenido que recurrir a algún tipo de sustancia o fármaco para superar el trastorno del sueño que, como casi todo lo relacionado con esta pandemia interminable, tiene ya un alcance global.

La pandemia erosiona la salud mental de millones de individuos. Distanciamiento físico y social, angustias financieras, temor al contagio, preocupación por la salud de familiares y amigos, duelos, y de manera enfática, la incertidumbre, forman parte de los múltiples disparadores de las alteraciones emocionales y trastornos referidos. El insomnio es una forma en que se manifiestan los temores y las preocupaciones y puede desencadenar otros problemas más severos como depresión e ideas suicidas.

Otros factores implicados son los horarios de las comidas y la actividad física diurna, esta última representada tanto en bajos niveles de actividad como en la depresión o confinamiento obligatorio, como en altos niveles de actividad debido al estrés, sobrecarga de trabajo o ejercicio intenso nocturno afectan de forma negativa el patrón de sueño.

En octubre pasado, la OMS publicó un informe donde advirtió que la crisis por el Covid-19 ha perturbado o paralizado los servicios de salud mental en 93% de las naciones, cuando la emergencia sanitaria obligaría precisamente a reactivar estos servicios imprescindibles.

Dentro de los estudios, el equipo de especialistas de la Universidad de Ottawa efectuó un metanálisis con datos de 55 estudios internacionales, con más de 190 mil participantes, realizados entre enero y mayo. Gran parte de la información provenía de China, pero también se utilizaron cifras de trabajos desarrollados en Italia, Estados Unidos, Perú, Irán y España, entre otros. No obstante que los estudios chinos eran los predominantes, sus resultados no arrojaron diferencias sustanciales con otras zonas del mundo.

Los expertos encontraron que la prevalencia del insomnio fue de 24 por ciento, la del trastorno por estrés postraumático alcanzó 22%, la depresión 16 por ciento y la de ansiedad llegó a 15 por ciento. En este sentido, se precisa que dichas alteraciones fueron de entre tres y cinco veces más frecuentes en comparación con los reportes habituales de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Existen terapias e incluso recomendaciones muy puntuales para superar los trastornos del sueño y alcanzar descansos más reparadores, que en circunstancias como la actual se convierten en instrumentos muy valiosos para mantener la fortaleza física y mental, indispensables para contender con esta crisis epidemiológica. Es necesario en algunos casos, reconstruir nuestra salud mental y emocional, así como atender las necesidades físicas de nuestro organismo, porque de ello depende que emprendamos otras actividades.