/ martes 23 de febrero de 2021

Quién, qué, cómo

Definidos los candidatos a gobernador del partido gobernante y de la alianza opositora, quedaría por saber quiénes serán los candidatos del MC en su rol de dividir al primero, así como los candidatos de los partidos que obtuvieron su registro en el 2020 y los cual también tendrían un papel divisorio.

En relación a quiénes serán los candidatos a gobernador de Morena, habría que hacer notar que varios proceden del prianismo tan repudiado por los fieles a AMLO. Y si el prianismo está presente en las disputas estatales, se considera que también estará presente en la postulación de presidentes, municipales y de diputados federales y estatales. Al tiempo.

Es importante que los candidatos a gobernador en los 15 estados en los cuales se renovarán a los titulares del poder ejecutivo, al igual que los gobernadores en las 17 entidades restantes, podrían constituir la fuerza suficiente para obtener mayoría de diputados en los correspondientes espacios en los cuales se disputarán el poder.

En vísperas de los registros de los candidatos a diputados federales, se desprende que la alianza opositora ya ha definido a los más, lo cual no se sabe con certeza hasta dónde hayan avanzado Morena y sus aliados hacia la obtención de consensos en torno hacia candidatos comunes y con fuerza para ser competitivos y conservar por lo menos la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.

Bajo la perspectiva de qué o de cuál sería el discurso de la alianza opositora tanto para ganar gubernaturas cómo para evitar que Morena y aliados sean la mayoría absoluta en la Cámara aludida; discurso que se estima debe ir más allá de estar en contra del presidente y sus acciones de gobierno englobadas en combate a la corrupción, en la lucha por la seguridad, por la recuperación económica y, principalmente, para salir de la pandemia sin fin que incide en el crecimiento económico y que ha afectado a gran parte de los mexicanos en su libertad de tránsito.

El discurso del resto es secundario en su rol de dividir al partido en el poder. El que importa es el qué esgrimirá la alianza opositora para recuperar parte del poder perdido en las elecciones de 2018.


Definidas las candidaturas y establecido el discurso, sólo restará saber el cómo la alianza y sus candidatos recuperarán preferencias electorales del pasado y el cómo movilizarán a las votantes que decidieren votar por aquéllos.

Habría que añadir que en el cómo podría tener un eficacia mayor el accionar de los gobernadores por un lado, y por el otro, de la Presidencia de la República con sus programas sociales, lo cual, en la perspectiva del tiempo, no sería más que un reflejo de lo acaecido de 1988 a 1994 con el Programa Nacional de Solidaridad, que sirvió no solamente para que el presidente de la República adquiriera legitimidad sino también para ganar en una forma desahogada la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y que trascendió a las elecciones de 1994 con otro candidato el cual había sustituido al eliminado el 23 de marzo de ese año, y que obtuvo la decisión para ser el candidato del partido en el poder desde la titularidad de la Secretaría de Desarrollo Social.

Lo anterior fue así pero que no necesariamente podría ser, en atención a la legislación vigente que prohíbe hacer uso de las acciones y de los recursos de los gobiernos a favor de los candidatos y de los partidos en busca de ganar, de conservar el poder, o bien de recuperar el perdido.

Poco y se vivirá para saber el desenlace de las contiendas, en el cual, a favor o en contra del partido en el poder, incidirán los avances del Plan Nacional de Vacunación y sus efectos, para que los contagios y decesos sean controlados y, en lo subsecuente, tiendan a la baja.

Definidos los candidatos a gobernador del partido gobernante y de la alianza opositora, quedaría por saber quiénes serán los candidatos del MC en su rol de dividir al primero, así como los candidatos de los partidos que obtuvieron su registro en el 2020 y los cual también tendrían un papel divisorio.

En relación a quiénes serán los candidatos a gobernador de Morena, habría que hacer notar que varios proceden del prianismo tan repudiado por los fieles a AMLO. Y si el prianismo está presente en las disputas estatales, se considera que también estará presente en la postulación de presidentes, municipales y de diputados federales y estatales. Al tiempo.

Es importante que los candidatos a gobernador en los 15 estados en los cuales se renovarán a los titulares del poder ejecutivo, al igual que los gobernadores en las 17 entidades restantes, podrían constituir la fuerza suficiente para obtener mayoría de diputados en los correspondientes espacios en los cuales se disputarán el poder.

En vísperas de los registros de los candidatos a diputados federales, se desprende que la alianza opositora ya ha definido a los más, lo cual no se sabe con certeza hasta dónde hayan avanzado Morena y sus aliados hacia la obtención de consensos en torno hacia candidatos comunes y con fuerza para ser competitivos y conservar por lo menos la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados.

Bajo la perspectiva de qué o de cuál sería el discurso de la alianza opositora tanto para ganar gubernaturas cómo para evitar que Morena y aliados sean la mayoría absoluta en la Cámara aludida; discurso que se estima debe ir más allá de estar en contra del presidente y sus acciones de gobierno englobadas en combate a la corrupción, en la lucha por la seguridad, por la recuperación económica y, principalmente, para salir de la pandemia sin fin que incide en el crecimiento económico y que ha afectado a gran parte de los mexicanos en su libertad de tránsito.

El discurso del resto es secundario en su rol de dividir al partido en el poder. El que importa es el qué esgrimirá la alianza opositora para recuperar parte del poder perdido en las elecciones de 2018.


Definidas las candidaturas y establecido el discurso, sólo restará saber el cómo la alianza y sus candidatos recuperarán preferencias electorales del pasado y el cómo movilizarán a las votantes que decidieren votar por aquéllos.

Habría que añadir que en el cómo podría tener un eficacia mayor el accionar de los gobernadores por un lado, y por el otro, de la Presidencia de la República con sus programas sociales, lo cual, en la perspectiva del tiempo, no sería más que un reflejo de lo acaecido de 1988 a 1994 con el Programa Nacional de Solidaridad, que sirvió no solamente para que el presidente de la República adquiriera legitimidad sino también para ganar en una forma desahogada la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y que trascendió a las elecciones de 1994 con otro candidato el cual había sustituido al eliminado el 23 de marzo de ese año, y que obtuvo la decisión para ser el candidato del partido en el poder desde la titularidad de la Secretaría de Desarrollo Social.

Lo anterior fue así pero que no necesariamente podría ser, en atención a la legislación vigente que prohíbe hacer uso de las acciones y de los recursos de los gobiernos a favor de los candidatos y de los partidos en busca de ganar, de conservar el poder, o bien de recuperar el perdido.

Poco y se vivirá para saber el desenlace de las contiendas, en el cual, a favor o en contra del partido en el poder, incidirán los avances del Plan Nacional de Vacunación y sus efectos, para que los contagios y decesos sean controlados y, en lo subsecuente, tiendan a la baja.

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