/ domingo 27 de junio de 2021

¿Quién será?

Muchos quieren, pero al Bicentenario, con la pena, llegará sólo uno. Hoy, las seis novelas que forman “la costumbre del poder” de Luis Spota, son una lectura obligada para entender la frase de este escritor: “La política es el deporte más caro, la actividad más costosa de ejercer en el país”. En la política estatal, con el tema de la inminente sucesión, si las formas han cambiado, las reglas del juego no, y mucho menos las circunstancias, que son al final las que definen todo. Nadie, ni siquiera Florencio Rodríguez o Walter Mercado, hubieran podido pronosticar que el PAN y el PRI en 2021 irían juntos en busca del despacho del Bicentenario. ¿Y si no se ponen de acuerdo? Que Dios los agarre confesados.

La clase política local tiene un librito: Piensan que el último año de un gobernador significa que ya no tiene poder. Quizá usted opine lo contrario, pero del jefe político del PAN y del Estado dependerá si hay alianza o no. Si lo presionan con el argumento de los votos; si no vamos juntos nos gana MORENA; nosotros ponemos el candidato a gobernador y ustedes al presidente municipal, entre otras cosas, les puede salir el tiro por la culata y se podría darle una salida salomónica a la sucesión: Ni ustedes ni nosotros, sino todo lo contrario.

Moraleja: no hay que comerse la vaca antes de matarla. Si el grupo de Mezquital ya tiene sus candidatos, el de Tamazula también, y ya veremos en su momento de cuál cuero salen más correas, si “del moro de cumpas o del zaino de agua prieta”.

Un dato importante: Los delfines en el PRI y en el PAN no se ven por ningún lado. Pero podría haber lo que se conoce en política como el caballo negro. En el tricolor, como dijo Juan Gabriel: “lo que se ve no se pregunta”. Hasta el día de hoy, los nombres son: Ricardo Pacheco Rodríguez, Esteban Villegas Villareal, Enrique Benítez y Rubén Escajeda Jiménez. Cuando se tome la decisión, el fiel de la balanza será Ismael Hernández Deras. Las palomitas blancas vestidas de azul, andan por las mismas, y sin duda el nativo de Tamazula decidirá en su momento, con alianza o sin alianza. Jorge Salum del Palacio no requiere presentación. Sin ser un político ortodoxo, ha manejado muy bien su proyecto. Respetando las jerarquías y no robándole los reflectores al primer actor de su partido. Y si alguien pensó que por haberle levantado la mano a Minka Hernández había perdido el camino, se equivocaron: está más vivo que nunca.

Algunos expertos en política local, coinciden que el caballo negro en los juegos de la sucesión es Héctor Flores, actual secretario General de Gobierno. Tiene sus ventajas: fue compañero de fórmula para el Senado de la República del gobernador del Estado, José Rosas Aispuro Torres. Si pensó en él para relevar a Adrián Alanís, por algo sería. Héctor Flores, en los hechos es el operador de la política estatal, tema nada sencillo. Y si de alguna forma fue considerado como un desconocido, eso quedó atrás. Tiene un buen manejo de imagen política y mediática. No se sabe que esté enfrentado con ningún grupo por la sucesión, inclusive, no ha hecho declaraciones a los medios de que quiere ser candidato a gobernador. Con conocimiento de que las formas han cambiado, pero no las reglas, muy tranquilo espera la teoría del doctor Gustavo Baz: “Si tu eres la última pieza que falta para completar el rompecabezas, irán por ti hasta tu casa o la Escuela Libre de Derecho.”

Decíamos que en esta sucesión no hay delfines. Y no creemos que Javier Castrellón lo sea, aunque algunos así lo conocen. No es el delfín, al menos, como en su momento lo fue Jorge Herrera Caldera de Ismael Hernández Deras. Y de Jorge Herrera Caldera, fue Esteban Villegas Villareal que, a la postre, fue el motivo de la ruptura entre Ismael y Jorge. Pero “¡haiga sido como haiga sido!”, Javier Castrellón está en la baraja.

Algunos expertos en política local, coinciden que el caballo negro en los juegos de la sucesión es Héctor Flores.

Muchos quieren, pero al Bicentenario, con la pena, llegará sólo uno. Hoy, las seis novelas que forman “la costumbre del poder” de Luis Spota, son una lectura obligada para entender la frase de este escritor: “La política es el deporte más caro, la actividad más costosa de ejercer en el país”. En la política estatal, con el tema de la inminente sucesión, si las formas han cambiado, las reglas del juego no, y mucho menos las circunstancias, que son al final las que definen todo. Nadie, ni siquiera Florencio Rodríguez o Walter Mercado, hubieran podido pronosticar que el PAN y el PRI en 2021 irían juntos en busca del despacho del Bicentenario. ¿Y si no se ponen de acuerdo? Que Dios los agarre confesados.

La clase política local tiene un librito: Piensan que el último año de un gobernador significa que ya no tiene poder. Quizá usted opine lo contrario, pero del jefe político del PAN y del Estado dependerá si hay alianza o no. Si lo presionan con el argumento de los votos; si no vamos juntos nos gana MORENA; nosotros ponemos el candidato a gobernador y ustedes al presidente municipal, entre otras cosas, les puede salir el tiro por la culata y se podría darle una salida salomónica a la sucesión: Ni ustedes ni nosotros, sino todo lo contrario.

Moraleja: no hay que comerse la vaca antes de matarla. Si el grupo de Mezquital ya tiene sus candidatos, el de Tamazula también, y ya veremos en su momento de cuál cuero salen más correas, si “del moro de cumpas o del zaino de agua prieta”.

Un dato importante: Los delfines en el PRI y en el PAN no se ven por ningún lado. Pero podría haber lo que se conoce en política como el caballo negro. En el tricolor, como dijo Juan Gabriel: “lo que se ve no se pregunta”. Hasta el día de hoy, los nombres son: Ricardo Pacheco Rodríguez, Esteban Villegas Villareal, Enrique Benítez y Rubén Escajeda Jiménez. Cuando se tome la decisión, el fiel de la balanza será Ismael Hernández Deras. Las palomitas blancas vestidas de azul, andan por las mismas, y sin duda el nativo de Tamazula decidirá en su momento, con alianza o sin alianza. Jorge Salum del Palacio no requiere presentación. Sin ser un político ortodoxo, ha manejado muy bien su proyecto. Respetando las jerarquías y no robándole los reflectores al primer actor de su partido. Y si alguien pensó que por haberle levantado la mano a Minka Hernández había perdido el camino, se equivocaron: está más vivo que nunca.

Algunos expertos en política local, coinciden que el caballo negro en los juegos de la sucesión es Héctor Flores, actual secretario General de Gobierno. Tiene sus ventajas: fue compañero de fórmula para el Senado de la República del gobernador del Estado, José Rosas Aispuro Torres. Si pensó en él para relevar a Adrián Alanís, por algo sería. Héctor Flores, en los hechos es el operador de la política estatal, tema nada sencillo. Y si de alguna forma fue considerado como un desconocido, eso quedó atrás. Tiene un buen manejo de imagen política y mediática. No se sabe que esté enfrentado con ningún grupo por la sucesión, inclusive, no ha hecho declaraciones a los medios de que quiere ser candidato a gobernador. Con conocimiento de que las formas han cambiado, pero no las reglas, muy tranquilo espera la teoría del doctor Gustavo Baz: “Si tu eres la última pieza que falta para completar el rompecabezas, irán por ti hasta tu casa o la Escuela Libre de Derecho.”

Decíamos que en esta sucesión no hay delfines. Y no creemos que Javier Castrellón lo sea, aunque algunos así lo conocen. No es el delfín, al menos, como en su momento lo fue Jorge Herrera Caldera de Ismael Hernández Deras. Y de Jorge Herrera Caldera, fue Esteban Villegas Villareal que, a la postre, fue el motivo de la ruptura entre Ismael y Jorge. Pero “¡haiga sido como haiga sido!”, Javier Castrellón está en la baraja.

Algunos expertos en política local, coinciden que el caballo negro en los juegos de la sucesión es Héctor Flores.