/ sábado 1 de junio de 2019

Quiera o no quiera AMLO: Francisco Labastida

Hace unos días en una entrevista radiofónica de cobertura nacional, Francisco Labastida Ochoa declaró a su interlocutora: “quiera o no quiera AMLO, tendrá que meter a la cárcel a todos los implicados en el escándalo de corrupción por la compra de una empresa chatarra de fertilizantes”. Si lo hubiera declarado Fernando Noroña, a nadie le extrañaría, pero viniendo de un político del PRI que fue gobernador de Sinaloa, secretario de Estado y candidato del PRI a la presidencia de la República, esa es otra historia. Labastida conoce como pocos las entrañas del poder y el sistema político mexicano. Sabe lo que dice, por eso llamaron poderosamente la atención sus declaraciones a la periodista Carmen Aristegui.

Todos recordamos a Jorge Díaz Serrano, que siendo Senador de la República, se le quitó el fuero para ser juzgado por el sobreprecio en la compraventa de barcos petroleros siendo director de Pemex, ilícito por el que estuvo preso varios años, y eso que era muy amigo de José López Portillo. El asunto de corrupción en el que está envuelto Emilio Lozoya, su abogado ha declarado que llamará a todos los integrantes del Consejo de Administración, porque fueron ellos los que autorizaron la operación, y no su cliente. Coello Trejo afirmó: “llamaré al expresidente Enrique Peña Nieto a declarar”. Algunos opinan que esto se podría convertir en un maxiproceso, es decir, una cosa estaría llevando a la otra, donde estarían muchos implicados, hasta llegar a personajes intocables en esta red de corrupción, como ha sucedido en otros países de América Latina”.

Si Francisco Labastida está de acuerdo en que se castigue con cárcel a distinguidos priistas y empresarios involucrados por daño patrimonial al Estado, ¿qué estará pensando Santiago Nieto, conocido ya como el “Eliot Ness” anticorrupción? Por primera vez nuestro país está siendo testigo de que con voluntad política se puede llevar a un proceso legal a quienes hasta hace seis meses eran intocables, como se define a la clase política nacional y empresarios que por muchos años de complicidades y corrupción hicieron de México, el título de la novela de Luis Spota: Casi el paraíso. Esto porque “el petróleo de los mexicanos” ha pagado los privilegios de unos cuantos a costa de la pobreza de millones de compatriotas.

Sin duda alguna estamos siendo testigos de uno de los ejes de la llamada Cuarta Transformación. No creemos que se acabe con la corrupción, pero estamos convencidos que se puede reducir a niveles mínimos, como en otras partes del mundo, pero primero tiene que haber un precedente histórico, comenzando por juzgar a los integrantes de las cúpulas políticas y encumbrados miembros de los poderes fácticos. Al parecer, los elementos legales están puestos en la mesa, solo se requiere aplicar la ley y que hagamos de nuestro país un Estado de derecho. No olvidar que los países más felices del mundo son aquellos que viven en la legalidad.

Hace unos días en una entrevista radiofónica de cobertura nacional, Francisco Labastida Ochoa declaró a su interlocutora: “quiera o no quiera AMLO, tendrá que meter a la cárcel a todos los implicados en el escándalo de corrupción por la compra de una empresa chatarra de fertilizantes”. Si lo hubiera declarado Fernando Noroña, a nadie le extrañaría, pero viniendo de un político del PRI que fue gobernador de Sinaloa, secretario de Estado y candidato del PRI a la presidencia de la República, esa es otra historia. Labastida conoce como pocos las entrañas del poder y el sistema político mexicano. Sabe lo que dice, por eso llamaron poderosamente la atención sus declaraciones a la periodista Carmen Aristegui.

Todos recordamos a Jorge Díaz Serrano, que siendo Senador de la República, se le quitó el fuero para ser juzgado por el sobreprecio en la compraventa de barcos petroleros siendo director de Pemex, ilícito por el que estuvo preso varios años, y eso que era muy amigo de José López Portillo. El asunto de corrupción en el que está envuelto Emilio Lozoya, su abogado ha declarado que llamará a todos los integrantes del Consejo de Administración, porque fueron ellos los que autorizaron la operación, y no su cliente. Coello Trejo afirmó: “llamaré al expresidente Enrique Peña Nieto a declarar”. Algunos opinan que esto se podría convertir en un maxiproceso, es decir, una cosa estaría llevando a la otra, donde estarían muchos implicados, hasta llegar a personajes intocables en esta red de corrupción, como ha sucedido en otros países de América Latina”.

Si Francisco Labastida está de acuerdo en que se castigue con cárcel a distinguidos priistas y empresarios involucrados por daño patrimonial al Estado, ¿qué estará pensando Santiago Nieto, conocido ya como el “Eliot Ness” anticorrupción? Por primera vez nuestro país está siendo testigo de que con voluntad política se puede llevar a un proceso legal a quienes hasta hace seis meses eran intocables, como se define a la clase política nacional y empresarios que por muchos años de complicidades y corrupción hicieron de México, el título de la novela de Luis Spota: Casi el paraíso. Esto porque “el petróleo de los mexicanos” ha pagado los privilegios de unos cuantos a costa de la pobreza de millones de compatriotas.

Sin duda alguna estamos siendo testigos de uno de los ejes de la llamada Cuarta Transformación. No creemos que se acabe con la corrupción, pero estamos convencidos que se puede reducir a niveles mínimos, como en otras partes del mundo, pero primero tiene que haber un precedente histórico, comenzando por juzgar a los integrantes de las cúpulas políticas y encumbrados miembros de los poderes fácticos. Al parecer, los elementos legales están puestos en la mesa, solo se requiere aplicar la ley y que hagamos de nuestro país un Estado de derecho. No olvidar que los países más felices del mundo son aquellos que viven en la legalidad.