/ viernes 22 de octubre de 2021

¿Quiere ser un buen compositor?

Sostiene un conocido adagio que de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco. Muchos feminizan y pluralizan el primer atributo y suelen ser bien músicas; por cuanto a lo loco también se nos da en el sentido festivo de la palabra, y no en esa locura que estudian las ciencias de la mente.

Dejo al último lo de los poetas porque esa virtud se cuece aparte. Con motivo del constante surgimiento de estilos musicales, nacen igualmente creaciones de variadas formas, para luego ser interpretadas por los gruperos, unas más o menos bien estructuradas y otras que de plano mejor debe buscarse otro oficio.

Si quiere adentrarse más en lo tocante a ese arte, hoy le entrego algunos antecedentes en donde quizá abrevaron eximios artistas que hicieron vibrar, reír o amar. Veamos: Explican los tratados sobre el particular que el verso es una unidad en que se divide un poema, superior en tamaño al pie, pero menor a una estrofa.

Por lo general abordan una figura poética y rítmica dentro del todo, del poema. Antiguamente, sobre todo en la poesía clásica los versos se relacionaban con los demás de la estrofa por medio de la rima; es decir, la repetición de su última sílaba o su última letra. la rima, se habla de tres tipos de verso: Rimado, ese cuya palabra final rima con la otra del verso; suelto, el que no ofrece rima con ningún otro verso, pero sí va en una composición rodeado de rimas; y blanco, el que no tiene rima pero sí medida o sea el número de sílabas y va en una composición que carece de versos rimados totalmente.

Por su medida los versos son: De arte menor, que van de dos a ocho sílabas; bisílabos, trisílabos, tetrasílabos, pentasílabos, hexasílabos, heptasílabos y octosílabos. Los versos de arte mayor son los que cuentan con nueve o más sílabas: Eneasílabo, decasílabo, endecasílabo, dodecasílabo, tridecasílabo y alejandrinos, con catorce sílabas.

Pero participa también en la composición, el ritmo, que es determinado por el lugar en donde se acentúa y así tenemos los: trocaicos, si el acento de las palabras cae en las sílabas impares; yámbicos, cuando el acento de las palabras va en las sílabas pares; y mixtos, cuando juntan las dos cadencias anteriores. La plataforma Google nos ofrece algunos ejemplos: “Como sabría amarte, mujer, como sabría”, de Pablo Neruda; “Margarita está linda la mar”, del gran Rubén Darío; “Este buitre voraz de ceño torvo”, de Miguel de Unamuno; y “El tiempo destructor no en vano pasa”, de Amado Nervo.

Más no se me angustie, los literatos y poetas modernos, por la complejidad de aquellas formas, si bien no han abandonado su análisis tampoco se profundizan, por lo que es más favorecido el verso libre, tanto en poemas como en canciones, incluso olvidándose de la rima con tal de que tenga sentido la composición; máxime que los antiguos escritores abrevaban en los clásicos griegos y latinos, obligándose a dominar sus etimologías y el uso de palabras de su procedencia, que complicaban y enredaban dadas las exigencias literarias.

Para que se dé una idea, le voy a presentar unos versos y composiciones libres traducidas directamente del griego para usted; obvio que la traducción no es mía puesto que yo de griego sólo conozco el yogurt y al buen Zorba, aquí vamos:

De las Golondrinas. Parlera golondrina, / ¿Qué debo hacer contigo?/ ¿Si cortaré tus alas?/ ¿Si quebraré tu pico?/ ¿O bien como Teres, / aquel del tiempo antiguo, / te arrancará mi enojo/ la lengua por castigo? / El alba aún no despunta, / y tus cansados gritos / me roban con el sueño / la imagen de Batilo… A una muchacha. No dejes mis amores / porque eres niña y bella; no me huyas porque mires / mi cana cabellera. / advierte en las guirnaldas / con qué primor se mezcla / a la encendida rosa / la cándida azucena.

Tenemos otros. De sí mismo. Tu cantas las guerras de Tebas, / Y aquél las de Frigia; pero / yo mis prisiones. Ni caballos, / ni infantes, ni naves me vencieron; / Otro nuevo ejército fue, tirándome desde unos ojos… De las mujeres. Naturaleza al toro / Dio cuernos en la frente, / Casco duro al caballo, / Pie ligero a la liebre: / Al león dio por boca / sima voraz de dientes, / el volar a las aves, / el nadar a los peces: / Al hombre la fortaleza / ¿y nada a las mujeres? / Sí; que les dio la hermosura, / arma la más potente. / Diósela en vez de escudos, / en vez de espadas fuertes: / vencen con ella al fuego, / con ella al hierro vencen.

Déjeme hacerle llegar también los siguientes. Del beber. La tierra negra bebe, y de ella beben los árboles: bebe el mar de los ríos, y el sol del mar, y del sol la luna. / ¿A qué me reñís, compañeros, porque quiero beber?... A un muchacho. Oh muchacho, que miras virginalmente, yo te busco; más tú no me oyes, no sabiendo que tienes las riendas de mi corazón… De sí mismo. Cuando bebo vino se me duermen las penas. ¿Y a mí por donde el trabajo, el llanto, y el cuidado? Yo he de morir aunque no quiera. ¿Para qué vagar en la vida? Bebamos, pues, el vino del hermoso Baco, con el cual, si lo bebemos, se adormecen los cuidados. (Tratado Elemental de Lexicología Greco-latino- castellana, Manuel García Pérez, Editorial Jus.).

El verso es una unidad en que se divide un poema, superior en tamaño al pie, pero menor a una estrofa.

Sostiene un conocido adagio que de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco. Muchos feminizan y pluralizan el primer atributo y suelen ser bien músicas; por cuanto a lo loco también se nos da en el sentido festivo de la palabra, y no en esa locura que estudian las ciencias de la mente.

Dejo al último lo de los poetas porque esa virtud se cuece aparte. Con motivo del constante surgimiento de estilos musicales, nacen igualmente creaciones de variadas formas, para luego ser interpretadas por los gruperos, unas más o menos bien estructuradas y otras que de plano mejor debe buscarse otro oficio.

Si quiere adentrarse más en lo tocante a ese arte, hoy le entrego algunos antecedentes en donde quizá abrevaron eximios artistas que hicieron vibrar, reír o amar. Veamos: Explican los tratados sobre el particular que el verso es una unidad en que se divide un poema, superior en tamaño al pie, pero menor a una estrofa.

Por lo general abordan una figura poética y rítmica dentro del todo, del poema. Antiguamente, sobre todo en la poesía clásica los versos se relacionaban con los demás de la estrofa por medio de la rima; es decir, la repetición de su última sílaba o su última letra. la rima, se habla de tres tipos de verso: Rimado, ese cuya palabra final rima con la otra del verso; suelto, el que no ofrece rima con ningún otro verso, pero sí va en una composición rodeado de rimas; y blanco, el que no tiene rima pero sí medida o sea el número de sílabas y va en una composición que carece de versos rimados totalmente.

Por su medida los versos son: De arte menor, que van de dos a ocho sílabas; bisílabos, trisílabos, tetrasílabos, pentasílabos, hexasílabos, heptasílabos y octosílabos. Los versos de arte mayor son los que cuentan con nueve o más sílabas: Eneasílabo, decasílabo, endecasílabo, dodecasílabo, tridecasílabo y alejandrinos, con catorce sílabas.

Pero participa también en la composición, el ritmo, que es determinado por el lugar en donde se acentúa y así tenemos los: trocaicos, si el acento de las palabras cae en las sílabas impares; yámbicos, cuando el acento de las palabras va en las sílabas pares; y mixtos, cuando juntan las dos cadencias anteriores. La plataforma Google nos ofrece algunos ejemplos: “Como sabría amarte, mujer, como sabría”, de Pablo Neruda; “Margarita está linda la mar”, del gran Rubén Darío; “Este buitre voraz de ceño torvo”, de Miguel de Unamuno; y “El tiempo destructor no en vano pasa”, de Amado Nervo.

Más no se me angustie, los literatos y poetas modernos, por la complejidad de aquellas formas, si bien no han abandonado su análisis tampoco se profundizan, por lo que es más favorecido el verso libre, tanto en poemas como en canciones, incluso olvidándose de la rima con tal de que tenga sentido la composición; máxime que los antiguos escritores abrevaban en los clásicos griegos y latinos, obligándose a dominar sus etimologías y el uso de palabras de su procedencia, que complicaban y enredaban dadas las exigencias literarias.

Para que se dé una idea, le voy a presentar unos versos y composiciones libres traducidas directamente del griego para usted; obvio que la traducción no es mía puesto que yo de griego sólo conozco el yogurt y al buen Zorba, aquí vamos:

De las Golondrinas. Parlera golondrina, / ¿Qué debo hacer contigo?/ ¿Si cortaré tus alas?/ ¿Si quebraré tu pico?/ ¿O bien como Teres, / aquel del tiempo antiguo, / te arrancará mi enojo/ la lengua por castigo? / El alba aún no despunta, / y tus cansados gritos / me roban con el sueño / la imagen de Batilo… A una muchacha. No dejes mis amores / porque eres niña y bella; no me huyas porque mires / mi cana cabellera. / advierte en las guirnaldas / con qué primor se mezcla / a la encendida rosa / la cándida azucena.

Tenemos otros. De sí mismo. Tu cantas las guerras de Tebas, / Y aquél las de Frigia; pero / yo mis prisiones. Ni caballos, / ni infantes, ni naves me vencieron; / Otro nuevo ejército fue, tirándome desde unos ojos… De las mujeres. Naturaleza al toro / Dio cuernos en la frente, / Casco duro al caballo, / Pie ligero a la liebre: / Al león dio por boca / sima voraz de dientes, / el volar a las aves, / el nadar a los peces: / Al hombre la fortaleza / ¿y nada a las mujeres? / Sí; que les dio la hermosura, / arma la más potente. / Diósela en vez de escudos, / en vez de espadas fuertes: / vencen con ella al fuego, / con ella al hierro vencen.

Déjeme hacerle llegar también los siguientes. Del beber. La tierra negra bebe, y de ella beben los árboles: bebe el mar de los ríos, y el sol del mar, y del sol la luna. / ¿A qué me reñís, compañeros, porque quiero beber?... A un muchacho. Oh muchacho, que miras virginalmente, yo te busco; más tú no me oyes, no sabiendo que tienes las riendas de mi corazón… De sí mismo. Cuando bebo vino se me duermen las penas. ¿Y a mí por donde el trabajo, el llanto, y el cuidado? Yo he de morir aunque no quiera. ¿Para qué vagar en la vida? Bebamos, pues, el vino del hermoso Baco, con el cual, si lo bebemos, se adormecen los cuidados. (Tratado Elemental de Lexicología Greco-latino- castellana, Manuel García Pérez, Editorial Jus.).

El verso es una unidad en que se divide un poema, superior en tamaño al pie, pero menor a una estrofa.