/ lunes 7 de diciembre de 2020

Reclamos de maestros no se escuchan

Los reclamos de los maestros, pese a que no se escuchan, ahí están. Aunque portar la pancarta no sea la estrategia mejor, la utilizan antes que les impongan otra peor.

Porque están expuestos a todo, mientras estén en manos de aquellos Judas que los vendieron y que ahora los motivan a que se tomen la foto y la utilicen como el ¡uy, uy, uy! para asustar al enemigo.

La buena fe del magisterio es inagotable, porque basta ver los remedos de lucha a que lo inducen. La perversidad de los líderes de la Sección 44 no tiene límites, cuando urden eludir su responsabilidad, aventando a los maestros al voladero del ridículo, donde las redes sociales son el campo de batalla, para empuñar su pancarta y retar al gobierno a que cumpla su palabra, sin intuir que así, legitiman la manipulación y comodidad de los líderes, que dan por hecho que la falta de soluciones no ha quedado por ellos.

Y ahí está la clave de la ingenua participación, cuyo protagonismo virtual han capitalizado los líderes, para justificar la ausencia de su acción. Lo que en las redes sociales energiza a ciertos grupos que sin dimensionar el tamaño del error: Dan por buena la apariencia de algo que simula ser adecuado y suficiente, pero cuyo propósito es encubrir a quienes le han dado la bienvenida al desorden histórico que priva al interior de las filas del magisterio estatal.

Desde la llegada del actual gobierno se pactaron alianzas con la dirigencia de la Sección 44, bajo la idea de apertura e inclusión frente a quienes en campaña fueran sus contrarios. Por supuesto bajo dos agravantes de que despreciaran y traicionaran a sus agremiados. Acciones que la dirigencia ha puesto en bandeja de plata, dando así testimonio que ha sabido servir de cuadrilla a quien diestramente se los pidió.

Sin duda, los dirigentes fueron ingenuos, porque no intuyeron de esa quinta columna que el poder construye con sus propias piezas y que posee en su vientre la suficiente fuerza para demolerla en el momento indicado. De ahí la más obvia evidencia, que trasciende e impacta en el interés de los jubilados, que creyeron en algo diferente, pero cometieron el mismo error: Dar por buena la apariencia de algo que simula ser agradable y justo, pero cuyo propósito es destruir y engañar a quienes le dieron la bienvenida y ahora ante cualquier queja o reclamo la respuesta es el silencio.

Desafortunadamente el hermetismo del patrón y el defensor, nos da cierta luz para reflexionar sobre el ambiente de pérdidas en que el magisterio se encuentra inmerso. Por eso no es ocioso describir en esta página las imágenes miserables que se exhiben en las redes sociales, que no dan cuenta de una lucha efectiva, sino de una indefensión que los trabajadores legitiman con su propia dignidad.

Opinar públicamente no es ocultar lo malo de uno y exhibir lo bueno del otro, sino romper el silencio que ambos guardan sobre el recurso económico que ha dejado de fluir al patrimonio del Fondo de la Vivienda (FOVI) y dada la importancia del monto, ha trascendido la inquietud de aquellos que conservadoramente manejan sumas estratosféricas, que pudieran colapsar a corto plazo a la institución.

Mencionar y describir un problema, no implica dejar de lado otros de igual o mayor envergadura, como los quinquenios, tema con el que nos han entretenido demasiado y que su ficción ha desbordado el aparato psíquico de los docentes, donde algunos dan por hecho que dicho beneficio ha sido víctima de las malas artes, donde las estrellas de la prestidigitación, hicieron que el magisterio le entrara a ese juego imposible de ganar. “dónde quedó la bolita”.

Pero la engañifa de ese truco va más allá, porque los quejosos insisten que sus cotizaciones a las aseguradoras también andan desaparecidas, ya que en el haber de las pólizas no están al corriente, porque el patrón no las ha depositado, pese a que se les descuentan puntualmente cada quincena. De ahí la inquietud legítima de los reclamos, cuya respuesta del patrón ha sido el silencio y la dirigencia sindical: “no los ve ni los oye”.

Los reclamos de los maestros, pese a que no se escuchan, ahí están. Aunque portar la pancarta no sea la estrategia mejor, la utilizan antes que les impongan otra peor.

Porque están expuestos a todo, mientras estén en manos de aquellos Judas que los vendieron y que ahora los motivan a que se tomen la foto y la utilicen como el ¡uy, uy, uy! para asustar al enemigo.

La buena fe del magisterio es inagotable, porque basta ver los remedos de lucha a que lo inducen. La perversidad de los líderes de la Sección 44 no tiene límites, cuando urden eludir su responsabilidad, aventando a los maestros al voladero del ridículo, donde las redes sociales son el campo de batalla, para empuñar su pancarta y retar al gobierno a que cumpla su palabra, sin intuir que así, legitiman la manipulación y comodidad de los líderes, que dan por hecho que la falta de soluciones no ha quedado por ellos.

Y ahí está la clave de la ingenua participación, cuyo protagonismo virtual han capitalizado los líderes, para justificar la ausencia de su acción. Lo que en las redes sociales energiza a ciertos grupos que sin dimensionar el tamaño del error: Dan por buena la apariencia de algo que simula ser adecuado y suficiente, pero cuyo propósito es encubrir a quienes le han dado la bienvenida al desorden histórico que priva al interior de las filas del magisterio estatal.

Desde la llegada del actual gobierno se pactaron alianzas con la dirigencia de la Sección 44, bajo la idea de apertura e inclusión frente a quienes en campaña fueran sus contrarios. Por supuesto bajo dos agravantes de que despreciaran y traicionaran a sus agremiados. Acciones que la dirigencia ha puesto en bandeja de plata, dando así testimonio que ha sabido servir de cuadrilla a quien diestramente se los pidió.

Sin duda, los dirigentes fueron ingenuos, porque no intuyeron de esa quinta columna que el poder construye con sus propias piezas y que posee en su vientre la suficiente fuerza para demolerla en el momento indicado. De ahí la más obvia evidencia, que trasciende e impacta en el interés de los jubilados, que creyeron en algo diferente, pero cometieron el mismo error: Dar por buena la apariencia de algo que simula ser agradable y justo, pero cuyo propósito es destruir y engañar a quienes le dieron la bienvenida y ahora ante cualquier queja o reclamo la respuesta es el silencio.

Desafortunadamente el hermetismo del patrón y el defensor, nos da cierta luz para reflexionar sobre el ambiente de pérdidas en que el magisterio se encuentra inmerso. Por eso no es ocioso describir en esta página las imágenes miserables que se exhiben en las redes sociales, que no dan cuenta de una lucha efectiva, sino de una indefensión que los trabajadores legitiman con su propia dignidad.

Opinar públicamente no es ocultar lo malo de uno y exhibir lo bueno del otro, sino romper el silencio que ambos guardan sobre el recurso económico que ha dejado de fluir al patrimonio del Fondo de la Vivienda (FOVI) y dada la importancia del monto, ha trascendido la inquietud de aquellos que conservadoramente manejan sumas estratosféricas, que pudieran colapsar a corto plazo a la institución.

Mencionar y describir un problema, no implica dejar de lado otros de igual o mayor envergadura, como los quinquenios, tema con el que nos han entretenido demasiado y que su ficción ha desbordado el aparato psíquico de los docentes, donde algunos dan por hecho que dicho beneficio ha sido víctima de las malas artes, donde las estrellas de la prestidigitación, hicieron que el magisterio le entrara a ese juego imposible de ganar. “dónde quedó la bolita”.

Pero la engañifa de ese truco va más allá, porque los quejosos insisten que sus cotizaciones a las aseguradoras también andan desaparecidas, ya que en el haber de las pólizas no están al corriente, porque el patrón no las ha depositado, pese a que se les descuentan puntualmente cada quincena. De ahí la inquietud legítima de los reclamos, cuya respuesta del patrón ha sido el silencio y la dirigencia sindical: “no los ve ni los oye”.