/ martes 3 de mayo de 2022

Redes para cooptar el voto

Este tipo de redes clandestinas es muy fácil detectarlo en los medios oficiales, donde suelen ponerse en práctica estrategias muy finas, que tejen pilares de diez en diez con ganchos muy agudos, hasta completar la malla que seduzca y atrape los suficientes entes, a favor del candidato que garantice la estabilidad de los pescadores de chambas y la continuidad de los que ya se acostumbraron a vivir de las aguas revueltas de la corrupción.

Lo anterior viene a colación, por las denuncias que la semana pasada se ventilaron en los diferentes medios de comunicación, donde destacaron las voces de Arturo Yáñez y Otniel García. El primero manifestó que el partido Morena maneja cantidades exageradas de dinero y que por lo tanto era obvio que ya había rebasado los topes de campaña.

Mientras el segundo no desperdició la oportunidad para revertir lo expresado por el dirigente del PRI, al denunciar que el secretario general de gobierno, estaba orquestando un operativo de funcionarios para cooptar el voto de los trabajadores de las dependencias a favor del candidato del PRIAN.

La aseveración del primero es irrelevante, ya que si hacemos una analogía exhaustiva de la coalición “Va por Durango y juntos hacemos historia”, la primera a ojo de buen cubero rebasa con muchos cuerpos a la segunda y eso es nada más hablando de espectaculares, lonas domiciliarias, engomados, volantes y otros. Pero a eso, agréguele la renta de contingentes, acarreos, lonches, cocas y el pago a los lenones electorales que cobran en dólares.

Y en cuanto a la denuncia de Otniel García, no sería fácil ponerla en tela de duda ni concederle el beneficio a quien cómodamente se deslinda en calidad de denunciado, ya que el dirigente de Morena conoce perfectamente las entrañas del dinosaurio y no creo que nada más de oídas se le haya ocurrido señalar al funcionario de tener las manos metidas, porque aunque quisieran evitarlo, la fuerza de las malas costumbres sostienen los peores vicios.

Por muchos medios sabemos cómo operan los funcionarios gubernamentales, quienes urden una pirámide en cada una de las dependencias, donde cada directivo involucra a los jefes de departamento y éstos a la vez a todos los empleados, quienes deben comprometerse a seguir la línea y alinear cuando menos a diez votantes a favor del candidato oficial.

Pero si alguien de los entes que se encuentran en dicho engranaje se resiste, le hablan de arriba y obvio no es para respetar su posición, sino para obligarlo grotesca o sutilmente a que participe y si las circunstancias no le permiten por estar balconeada su figura, entonces lo conminan a que haga el trabajo sucio a través de interpósitas personas, las que movidas por sus hilos incentivarán a que se apoye al candidato que garantice la perpetuidad de los privilegios, que en la burocracia se sustentan en el toma y daca de la simulación, donde el sistema hace que les paga y ellos hacen que trabajan.

En ese andamiaje de valores entendidos, hay mucha materia qué capitalizar para forzar la voluntad política de los empleados, bajo la promesa de darles más para que produzcan menos. Así que bajo ese esquema de corrupción no es difícil cooptar el voto y hacer que los sobornados acepten dicho absurdo, convencidos de que no hay mejor alternativa que la de seguir con ellos.

Pero no todos piensan así, y la molestia impera en aquellos que no toleran un ambiente kafkiano que obliga a aceptar lo absurdo y a digerir lo abominable, sin protestar, sin poder hablar y denunciar la arbitrariedad de forzar la voluntad a que acepten la ignominia; apoyando lo que no quieren apoyar y menos cuando se los piden esos que inmerecidamente portan la investidura de la autoridad, donde enmascaran la colusión con todo tipo de criminales.

Con la falta de limpieza y la ausencia de honorabilidad y transparencia de algunos funcionarios, estamos a punto de llegar a esas elecciones kafkianas e ignominiosas para que los burócratas se pregunten: Por qué cártel tendrán que votar y cómo burlar el control que los capos de la antidemocracia les impongan.

Este tipo de redes clandestinas es muy fácil detectarlo en los medios oficiales, donde suelen ponerse en práctica estrategias muy finas, que tejen pilares de diez en diez con ganchos muy agudos, hasta completar la malla que seduzca y atrape los suficientes entes, a favor del candidato que garantice la estabilidad de los pescadores de chambas y la continuidad de los que ya se acostumbraron a vivir de las aguas revueltas de la corrupción.

Lo anterior viene a colación, por las denuncias que la semana pasada se ventilaron en los diferentes medios de comunicación, donde destacaron las voces de Arturo Yáñez y Otniel García. El primero manifestó que el partido Morena maneja cantidades exageradas de dinero y que por lo tanto era obvio que ya había rebasado los topes de campaña.

Mientras el segundo no desperdició la oportunidad para revertir lo expresado por el dirigente del PRI, al denunciar que el secretario general de gobierno, estaba orquestando un operativo de funcionarios para cooptar el voto de los trabajadores de las dependencias a favor del candidato del PRIAN.

La aseveración del primero es irrelevante, ya que si hacemos una analogía exhaustiva de la coalición “Va por Durango y juntos hacemos historia”, la primera a ojo de buen cubero rebasa con muchos cuerpos a la segunda y eso es nada más hablando de espectaculares, lonas domiciliarias, engomados, volantes y otros. Pero a eso, agréguele la renta de contingentes, acarreos, lonches, cocas y el pago a los lenones electorales que cobran en dólares.

Y en cuanto a la denuncia de Otniel García, no sería fácil ponerla en tela de duda ni concederle el beneficio a quien cómodamente se deslinda en calidad de denunciado, ya que el dirigente de Morena conoce perfectamente las entrañas del dinosaurio y no creo que nada más de oídas se le haya ocurrido señalar al funcionario de tener las manos metidas, porque aunque quisieran evitarlo, la fuerza de las malas costumbres sostienen los peores vicios.

Por muchos medios sabemos cómo operan los funcionarios gubernamentales, quienes urden una pirámide en cada una de las dependencias, donde cada directivo involucra a los jefes de departamento y éstos a la vez a todos los empleados, quienes deben comprometerse a seguir la línea y alinear cuando menos a diez votantes a favor del candidato oficial.

Pero si alguien de los entes que se encuentran en dicho engranaje se resiste, le hablan de arriba y obvio no es para respetar su posición, sino para obligarlo grotesca o sutilmente a que participe y si las circunstancias no le permiten por estar balconeada su figura, entonces lo conminan a que haga el trabajo sucio a través de interpósitas personas, las que movidas por sus hilos incentivarán a que se apoye al candidato que garantice la perpetuidad de los privilegios, que en la burocracia se sustentan en el toma y daca de la simulación, donde el sistema hace que les paga y ellos hacen que trabajan.

En ese andamiaje de valores entendidos, hay mucha materia qué capitalizar para forzar la voluntad política de los empleados, bajo la promesa de darles más para que produzcan menos. Así que bajo ese esquema de corrupción no es difícil cooptar el voto y hacer que los sobornados acepten dicho absurdo, convencidos de que no hay mejor alternativa que la de seguir con ellos.

Pero no todos piensan así, y la molestia impera en aquellos que no toleran un ambiente kafkiano que obliga a aceptar lo absurdo y a digerir lo abominable, sin protestar, sin poder hablar y denunciar la arbitrariedad de forzar la voluntad a que acepten la ignominia; apoyando lo que no quieren apoyar y menos cuando se los piden esos que inmerecidamente portan la investidura de la autoridad, donde enmascaran la colusión con todo tipo de criminales.

Con la falta de limpieza y la ausencia de honorabilidad y transparencia de algunos funcionarios, estamos a punto de llegar a esas elecciones kafkianas e ignominiosas para que los burócratas se pregunten: Por qué cártel tendrán que votar y cómo burlar el control que los capos de la antidemocracia les impongan.