/ jueves 7 de julio de 2022

Referéndum sobre Constitución chilena

Una vez que terminó su función la Convención Constituyente en Chile, el siguiente paso a dar para que sea definitivamente aprobada la nueva Constitución, o bien, rechazada, es someterla al pueblo soberano a referéndum.

Será el próximo 4 de septiembre de 2022, la fecha en la que el pueblo chileno tomará la decisión de conservar la Constitución que actualmente los rige o aprobar la que fue expedida por el órgano constituyente, el cual se formó con tal finalidad y que, como lo establece la teoría constitucional, al cumplir la función para la cual fue creado, desapareció este lunes 4 de julio.

La Convención Constituyente estuvo integrada por ciudadanos que fueron electos por voto popular, rigió la paridad de género y se reservaron escaños para indígenas. La gran mayoría de sus integrantes pertenecía a la izquierda y había ecologistas, en tanto que la derecha era minoría.

El texto propuesto es muy extenso, pues se compone de 388 artículos, y en él se define a Chile como un Estado social y democrático de Derecho, también plurinacional, intercultural, regional y ecológico, por lo que se advierten elementos que caracterizan al nuevo ciclo del constitucionalismo latinoamericano, es decir, reconoce a los pueblos indígenas como naciones originarias o nacionalidades con autodeterminación o libre determinación.

Precisamente, esta última disposición, entre otras, le da un aire de familia con las constituciones boliviana y ecuatoriana, pero es de las que más ha generado discusión y rechazo por parte de algunos grupos políticos chilenos.

El texto mantiene a la democracia representativa, pero abre las puertas a la democracia participativa, pues reconoce el derecho político de la ciudadanía a participar en procedimientos de democracia (semi)directa; además, se considera como forma de gobierno a la República solidaria y su democracia es inclusiva y paritaria.

El proceso constituyente llevado a cabo en Chile fue decisión del 78% de los ciudadanos que se pronunciaron en ese sentido el pasado 25 de octubre de 2020, con la finalidad de poner término a la crisis que se generó debido al estallido social que se suscitó en octubre de 2019 cuando estaba como Presidente Sebastián Piñera.

Según encuestas que se han realizado como la de Pulso Ciudadano, se advierte que hay una gran oposición a la aprobación de la nueva Constitución, debido a que se consagran disposiciones, como la comentada párrafos más arriba, que generan rechazo en parte de la ciudadanía.

En caso de que ganara el “Rechazo”, seguirá vigente la Constitución de 1980, la cual, a pesar de todas las reformas que le fueron hechas, incluso por un gobierno socialista, tal como afirmó Negretto, “arrastra traumas” y tiene un “defecto congénito”, pues se expidió durante la dictadura militar que derrocó a Salvador Allende por un golpe de estado, en 1973.

Por el contrario, si ganara el “Apruebo”, Chile contará con una nueva Constitución, que tiene avances sustanciales, entre otros, en cuestiones de paridad, de ecología, de participación popular.

Uno de los aspectos más importantes del proceso constituyente chileno, sobre el cual pongo énfasis, es el relativo a que será el propio pueblo quien decidirá su destino, y no se dejará en manos de unos cuantos políticos que miren por sus intereses personales o de grupo, precisamente, para evitar este problema que es el que ha hecho caer en desprestigio al sistema representativo en diversas partes del mundo, incluyendo a México.

Una vez que terminó su función la Convención Constituyente en Chile, el siguiente paso a dar para que sea definitivamente aprobada la nueva Constitución, o bien, rechazada, es someterla al pueblo soberano a referéndum.

Será el próximo 4 de septiembre de 2022, la fecha en la que el pueblo chileno tomará la decisión de conservar la Constitución que actualmente los rige o aprobar la que fue expedida por el órgano constituyente, el cual se formó con tal finalidad y que, como lo establece la teoría constitucional, al cumplir la función para la cual fue creado, desapareció este lunes 4 de julio.

La Convención Constituyente estuvo integrada por ciudadanos que fueron electos por voto popular, rigió la paridad de género y se reservaron escaños para indígenas. La gran mayoría de sus integrantes pertenecía a la izquierda y había ecologistas, en tanto que la derecha era minoría.

El texto propuesto es muy extenso, pues se compone de 388 artículos, y en él se define a Chile como un Estado social y democrático de Derecho, también plurinacional, intercultural, regional y ecológico, por lo que se advierten elementos que caracterizan al nuevo ciclo del constitucionalismo latinoamericano, es decir, reconoce a los pueblos indígenas como naciones originarias o nacionalidades con autodeterminación o libre determinación.

Precisamente, esta última disposición, entre otras, le da un aire de familia con las constituciones boliviana y ecuatoriana, pero es de las que más ha generado discusión y rechazo por parte de algunos grupos políticos chilenos.

El texto mantiene a la democracia representativa, pero abre las puertas a la democracia participativa, pues reconoce el derecho político de la ciudadanía a participar en procedimientos de democracia (semi)directa; además, se considera como forma de gobierno a la República solidaria y su democracia es inclusiva y paritaria.

El proceso constituyente llevado a cabo en Chile fue decisión del 78% de los ciudadanos que se pronunciaron en ese sentido el pasado 25 de octubre de 2020, con la finalidad de poner término a la crisis que se generó debido al estallido social que se suscitó en octubre de 2019 cuando estaba como Presidente Sebastián Piñera.

Según encuestas que se han realizado como la de Pulso Ciudadano, se advierte que hay una gran oposición a la aprobación de la nueva Constitución, debido a que se consagran disposiciones, como la comentada párrafos más arriba, que generan rechazo en parte de la ciudadanía.

En caso de que ganara el “Rechazo”, seguirá vigente la Constitución de 1980, la cual, a pesar de todas las reformas que le fueron hechas, incluso por un gobierno socialista, tal como afirmó Negretto, “arrastra traumas” y tiene un “defecto congénito”, pues se expidió durante la dictadura militar que derrocó a Salvador Allende por un golpe de estado, en 1973.

Por el contrario, si ganara el “Apruebo”, Chile contará con una nueva Constitución, que tiene avances sustanciales, entre otros, en cuestiones de paridad, de ecología, de participación popular.

Uno de los aspectos más importantes del proceso constituyente chileno, sobre el cual pongo énfasis, es el relativo a que será el propio pueblo quien decidirá su destino, y no se dejará en manos de unos cuantos políticos que miren por sus intereses personales o de grupo, precisamente, para evitar este problema que es el que ha hecho caer en desprestigio al sistema representativo en diversas partes del mundo, incluyendo a México.

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