/ jueves 14 de febrero de 2019

Renovar los medios públicos mexicanos

“La libertad nunca es dada; se gana”.- A. Philip Randolph


La ratificación de Jenaro Villamil como presidente del Sistema Público de Radiodifusión supone una extraordinaria noticia para la democracia mexicana.

Este experto en los medios de comunicación, que puede ser considerado fácilmente como uno de los mejores periodistas de nuestro país, fue ratificado por unanimidad en el Senado de la República, lo cual habla de lo bien que permeó la propuesta que días atrás había efectuado el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Con el nombramiento de Villamil ganan la pluralidad, la tolerancia, la crítica y la heterogeneidad en el quehacer mediático, cuyo desenvolvimiento ha dejado mucho que desear en los últimos tiempos, de lo que no escapa lo público, precisamente la encomienda que tiene el exreportero del semanario Proceso y de los periódicos El Financiero y La Jornada.

Villamil ha destacado por ser una de las voces más críticas en la trunca transición de México a la democracia, lo cual ha desarrollado con bastante tino en obras de obligada lectura que ilustran sobre nuestra contemporaneidad política, tales como “Cleptocracia. El nuevo modelo de la corrupción”, “La rebelión de las audiencias. De la televisión a la era del trending topic y el like”, “Peña Nieto: el gran montaje”, “La caída del telepresidente”, “Ciberdisidencias. De la Primavera Árabe a Snowden”, “El sexenio de Televisa. Conjuras del poder mediático” o “Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto”, todos ellos clave para entender la política del nuevo siglo e incluso la deconstrucción del sistema político de la pasada centuria.

El hoy encargado de la radiodifusión pública en nuestro país estuvo en meses pasados en Durango, en ocasión del Tercer Seminario Internacional de Derechos Humanos y Cultura Constitucional que organizamos en la Universidad Juárez del Estado de Durango en colaboración con otras instituciones como el Tribunal Superior de Justicia, el Tribunal Electoral del Estado de Durango y la Suprema Corte de Justicia de la Nación a través de la Casa de la Cultura Jurídica en la entidad.

Además de presentar dos de sus libros más recientes, nuestro invitado dictó una conferencia magistral en la que expuso algunos de los males endémicos de la democracia que ahora combatirá desde otra trinchera pero con la misma pasión de siempre.

Y es que reivindicar los espacios que le corresponden a la radio pública con una dosis de racionalidad es algo que se torna imperiosamente necesario, de la mano con las transformaciones que se han ido suscitando a partir de la emergencia de las nuevas audiencias, lo que Villamil ha narrado y documentado de forma brillante en sus textos.

Por supuesto que, además de la radio, la televisión estatal debe ser reorientada hacia destinos diferentes en los cuales exista una auténtica galaxia informativa a partir de la cual se generen contenidos acordes con las necesidades de las generaciones actuales, mismas que exigen seriedad, objetividad y veracidad. Debe lucharse asimismo por una convergencia cultural de la cual se desprendan nuevas conquistas ciudadanas en todos los sentidos y en todas las dimensiones.

La era del homozapping, como la llama Villamil, en plena sintonía con la emergencia de las nuevas tecnologías de información y comunicación, así como de las redes sociales, ha desplazado el modelo tradicional de la televisión hacia espacios como Facebook, Twitter, Youtube o Instagram, por mencionar algunos, mismos que se han convertido en arenas deliberativas por excelencia.

Lo anterior entraña un desafío de enormes proporciones y de una complejidad digna de destacar cuando se habla de los medios públicos, pues estos requieren asistir a un proceso profundo de renovación como eje vertebrador de la transición que quedó trunca en los pasados periodos presidenciales.

La democracia, como se ha insistido desde este espacio en múltiples aportaciones, no puede ser considerada como tal si se prescinde de medios robustos, de un periodismo comprometido y de una ciudadanía que pueda allegarse de información objetiva y no sólo de los boletines oficiales de prensa del gobierno en turno, que es lo que desafortunadamente prolifera en buena medida cuando hablamos del espectro mediático mexicano.

Por último, no sobra recordar que defender a las audiencias y garantizar la libertad de expresión son dos objetivos de cualquier demócrata, entre los que se cuenta Jenaro Villamil. Estamos seguros de que ejercerá su alto cargo con la responsabilidad que ha caracterizado a su distinguida trayectoria profesional por entero.

Da gusto que personas de su talante ocupen sitios de tanta importancia, lo cual habla asimismo de una meritocracia en la que la ideología, la preocupación por los asuntos públicos de gran calado y una semblanza intachable hablan por sí solas. Enhorabuena, estimado Jenaro. Éxito al frente del Sistema Público de Radiodifusión.

“La libertad nunca es dada; se gana”.- A. Philip Randolph


La ratificación de Jenaro Villamil como presidente del Sistema Público de Radiodifusión supone una extraordinaria noticia para la democracia mexicana.

Este experto en los medios de comunicación, que puede ser considerado fácilmente como uno de los mejores periodistas de nuestro país, fue ratificado por unanimidad en el Senado de la República, lo cual habla de lo bien que permeó la propuesta que días atrás había efectuado el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Con el nombramiento de Villamil ganan la pluralidad, la tolerancia, la crítica y la heterogeneidad en el quehacer mediático, cuyo desenvolvimiento ha dejado mucho que desear en los últimos tiempos, de lo que no escapa lo público, precisamente la encomienda que tiene el exreportero del semanario Proceso y de los periódicos El Financiero y La Jornada.

Villamil ha destacado por ser una de las voces más críticas en la trunca transición de México a la democracia, lo cual ha desarrollado con bastante tino en obras de obligada lectura que ilustran sobre nuestra contemporaneidad política, tales como “Cleptocracia. El nuevo modelo de la corrupción”, “La rebelión de las audiencias. De la televisión a la era del trending topic y el like”, “Peña Nieto: el gran montaje”, “La caída del telepresidente”, “Ciberdisidencias. De la Primavera Árabe a Snowden”, “El sexenio de Televisa. Conjuras del poder mediático” o “Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto”, todos ellos clave para entender la política del nuevo siglo e incluso la deconstrucción del sistema político de la pasada centuria.

El hoy encargado de la radiodifusión pública en nuestro país estuvo en meses pasados en Durango, en ocasión del Tercer Seminario Internacional de Derechos Humanos y Cultura Constitucional que organizamos en la Universidad Juárez del Estado de Durango en colaboración con otras instituciones como el Tribunal Superior de Justicia, el Tribunal Electoral del Estado de Durango y la Suprema Corte de Justicia de la Nación a través de la Casa de la Cultura Jurídica en la entidad.

Además de presentar dos de sus libros más recientes, nuestro invitado dictó una conferencia magistral en la que expuso algunos de los males endémicos de la democracia que ahora combatirá desde otra trinchera pero con la misma pasión de siempre.

Y es que reivindicar los espacios que le corresponden a la radio pública con una dosis de racionalidad es algo que se torna imperiosamente necesario, de la mano con las transformaciones que se han ido suscitando a partir de la emergencia de las nuevas audiencias, lo que Villamil ha narrado y documentado de forma brillante en sus textos.

Por supuesto que, además de la radio, la televisión estatal debe ser reorientada hacia destinos diferentes en los cuales exista una auténtica galaxia informativa a partir de la cual se generen contenidos acordes con las necesidades de las generaciones actuales, mismas que exigen seriedad, objetividad y veracidad. Debe lucharse asimismo por una convergencia cultural de la cual se desprendan nuevas conquistas ciudadanas en todos los sentidos y en todas las dimensiones.

La era del homozapping, como la llama Villamil, en plena sintonía con la emergencia de las nuevas tecnologías de información y comunicación, así como de las redes sociales, ha desplazado el modelo tradicional de la televisión hacia espacios como Facebook, Twitter, Youtube o Instagram, por mencionar algunos, mismos que se han convertido en arenas deliberativas por excelencia.

Lo anterior entraña un desafío de enormes proporciones y de una complejidad digna de destacar cuando se habla de los medios públicos, pues estos requieren asistir a un proceso profundo de renovación como eje vertebrador de la transición que quedó trunca en los pasados periodos presidenciales.

La democracia, como se ha insistido desde este espacio en múltiples aportaciones, no puede ser considerada como tal si se prescinde de medios robustos, de un periodismo comprometido y de una ciudadanía que pueda allegarse de información objetiva y no sólo de los boletines oficiales de prensa del gobierno en turno, que es lo que desafortunadamente prolifera en buena medida cuando hablamos del espectro mediático mexicano.

Por último, no sobra recordar que defender a las audiencias y garantizar la libertad de expresión son dos objetivos de cualquier demócrata, entre los que se cuenta Jenaro Villamil. Estamos seguros de que ejercerá su alto cargo con la responsabilidad que ha caracterizado a su distinguida trayectoria profesional por entero.

Da gusto que personas de su talante ocupen sitios de tanta importancia, lo cual habla asimismo de una meritocracia en la que la ideología, la preocupación por los asuntos públicos de gran calado y una semblanza intachable hablan por sí solas. Enhorabuena, estimado Jenaro. Éxito al frente del Sistema Público de Radiodifusión.