/ miércoles 23 de marzo de 2022

Revolucionó Bruno Martínez la educación

El día de antier 21 de marzo, en el marco de la conmemoración del aniversario del natalicio del liberal Benito Juárez García, la Sociedad Cívica de México, del Supremo Consejo, invitó al que suscribe a la presentación en la capital de la República de mi reciente libro “Bruno Martínez el Liberal y Educador Incomprendido”.

La presentación de la obra corrió a cargo del representante del Supremo Consejo de México, Alfonso Sierra Chacón, con una nutrida concurrencia que se dio cita en el legendario edificio de la calle Lucerna 56 de la Col Juárez de la Alcaldía Cuauhtémoc, de la Ciudad de México.

El maestro Bruno Martínez fue un masón liberal, educador, político, poeta y escritor, que revolucionó la educación en Durango y en México.

Su perfil liberal y profesional, le ocasionó confrontaciones con la clerecía de Durango y sus adeptos. En reiteradas ocasiones, el periódico La Bandera Roja, en donde fue un notable editorialista, salió en su defensa, ante las denostaciones que infería el clero a través de sus eventuales testaferros. La postura del rotativo frente a la andanada de ataques fue invariablemente encaminada a defender su postura liberal.

Al respecto esto se escribió: “...He visto un anónimo en el que después de descargar una tormenta de injurias y denuestos contra el C. Bruno Martínez… sus compañeros y colaboradores le han tributado honores que juzgamos merece, por su decidido empeño en hacer cumplir las leyes liberales sobre instrucción primaria, laica y obligatoria, librando a las instituciones de la patria, al estado y al gran partido liberal de que otro inspector como los anteriores al Sr. Martínez, se mofaran de esas leyes y entregaran la juventud al clericalismo”.

En su desempeño como docente, Bruno Martínez marcó una etapa fundamental en la vida pública de Durango. No se puede entender la transformación educativa durangueña, sin el quehacer pedagógico de Bruno Martínez. Fue él quien compartió las innovaciones vertidas en los magnos congresos nacionales en el rubro de educación e higiene, además de los novedosos métodos educativos, que se implementaron en México a través de los reputados reformadores de la enseñanza pública.

Bruno Martínez, dejó una huella digna de mérito, sentando las bases preliminares del normalismo rural en Durango y en México, además de que sus alcances formativos se plasmaron en la legislación local, siendo ubicado como uno de los pioneros de la educación laica en el país.

Su labor difusora, a través del “Boletín Escolar”, lo sitúa como un adelantado a su tiempo, toda vez que su pensamiento fue replicado en todo México, y en particular por el maestro Enrique C. Rébsamen, entre otros.

Su ideal liberal lo plasmó en diversos medios periodísticos de alcance local y nacional; sus juicios en materia de instrucción fueron elogiados por Joaquín Baranda y Justo Sierra, como directivos de la educación nacional. Obligado al ostracismo, emigra a la Ciudad de México, radicando en una modesta casa de la colonia Roma, en la calle Córdoba; donde es nombrado director general de Instrucción Primaria, en el gobierno revolucionario de Francisco I. Madero.

Murió con un dejo de nostalgia el día 29 de marzo de 1921, aquí en la Ciudad de México; lejos de su terruño, retornando sus restos a Durango en 1929, y 60 años más tarde, sus despojos fueron reinhumados, siendo depositados en la Rotonda de los Hombres y Mujeres Ilustres del Estado de Durango.


El día de antier 21 de marzo, en el marco de la conmemoración del aniversario del natalicio del liberal Benito Juárez García, la Sociedad Cívica de México, del Supremo Consejo, invitó al que suscribe a la presentación en la capital de la República de mi reciente libro “Bruno Martínez el Liberal y Educador Incomprendido”.

La presentación de la obra corrió a cargo del representante del Supremo Consejo de México, Alfonso Sierra Chacón, con una nutrida concurrencia que se dio cita en el legendario edificio de la calle Lucerna 56 de la Col Juárez de la Alcaldía Cuauhtémoc, de la Ciudad de México.

El maestro Bruno Martínez fue un masón liberal, educador, político, poeta y escritor, que revolucionó la educación en Durango y en México.

Su perfil liberal y profesional, le ocasionó confrontaciones con la clerecía de Durango y sus adeptos. En reiteradas ocasiones, el periódico La Bandera Roja, en donde fue un notable editorialista, salió en su defensa, ante las denostaciones que infería el clero a través de sus eventuales testaferros. La postura del rotativo frente a la andanada de ataques fue invariablemente encaminada a defender su postura liberal.

Al respecto esto se escribió: “...He visto un anónimo en el que después de descargar una tormenta de injurias y denuestos contra el C. Bruno Martínez… sus compañeros y colaboradores le han tributado honores que juzgamos merece, por su decidido empeño en hacer cumplir las leyes liberales sobre instrucción primaria, laica y obligatoria, librando a las instituciones de la patria, al estado y al gran partido liberal de que otro inspector como los anteriores al Sr. Martínez, se mofaran de esas leyes y entregaran la juventud al clericalismo”.

En su desempeño como docente, Bruno Martínez marcó una etapa fundamental en la vida pública de Durango. No se puede entender la transformación educativa durangueña, sin el quehacer pedagógico de Bruno Martínez. Fue él quien compartió las innovaciones vertidas en los magnos congresos nacionales en el rubro de educación e higiene, además de los novedosos métodos educativos, que se implementaron en México a través de los reputados reformadores de la enseñanza pública.

Bruno Martínez, dejó una huella digna de mérito, sentando las bases preliminares del normalismo rural en Durango y en México, además de que sus alcances formativos se plasmaron en la legislación local, siendo ubicado como uno de los pioneros de la educación laica en el país.

Su labor difusora, a través del “Boletín Escolar”, lo sitúa como un adelantado a su tiempo, toda vez que su pensamiento fue replicado en todo México, y en particular por el maestro Enrique C. Rébsamen, entre otros.

Su ideal liberal lo plasmó en diversos medios periodísticos de alcance local y nacional; sus juicios en materia de instrucción fueron elogiados por Joaquín Baranda y Justo Sierra, como directivos de la educación nacional. Obligado al ostracismo, emigra a la Ciudad de México, radicando en una modesta casa de la colonia Roma, en la calle Córdoba; donde es nombrado director general de Instrucción Primaria, en el gobierno revolucionario de Francisco I. Madero.

Murió con un dejo de nostalgia el día 29 de marzo de 1921, aquí en la Ciudad de México; lejos de su terruño, retornando sus restos a Durango en 1929, y 60 años más tarde, sus despojos fueron reinhumados, siendo depositados en la Rotonda de los Hombres y Mujeres Ilustres del Estado de Durango.