/ miércoles 19 de diciembre de 2018

Sano juicio

Para conservar el sano juicio, también hay que tener en cuenta el peligro de los resentimientos, porque si bien, la palabra resentimiento significa volver a sentir, y esto provoca que tengamos las mismas reacciones a los mismos detonadores.

Trabajar en exceso también nos obliga a considerar el valor del trabajo, porque entonces lo utilizamos como un medio de evasión, hay quienes han trabajado con exceso tal, que esto las ha llevado a serias crisis nerviosas en tanto que, no haberlo hecho con prudencia, habrían evitado estos problemas.

Reza un antiguo proverbio “mente sana en cuerpo sano” y para los romanos significaba una personalidad sana, una persona sana en su totalidad, una persona con sano juicio, con una adaptación sólida a la realidad.

Todas las llamadas necesidades de la vida son necesarias para el hombre moderno, aunque nuestros antepasados no necesitaban ninguna de ellas, porque entonces no existían. Su inexistencia no le ocasionaba ni fricción, ni resentimiento, ni indecisión. Pero ahora, cuando alguien pierde o no tiene algo o muchas de estas conveniencias modernas, abre la puerta a la fricción, el resentimiento, la tensión, los trastornos nerviosos, los problemas emocionales, que provocan quebrantar el sano juicio.

Cuando hay personas que lastiman nuestros sentimientos y entonces nos enojamos o lloramos, nos hace alejarnos de la realidad o enfermarnos, lo que puede provocar en nosotros un temor fuera de toda proporción, que nos lleva a buscar escaparnos de nuestro entorno.

Hay un axioma que dice que la necesidad es la madre de la invención, pero el exceso de necesidades es la madre de la tensión, con lo que la simplicidad en el vivir evita esto por completo.

Cuando se construye el hábito de hacer decisiones, porque entonces nos adaptamos a los cambios, no son las pérdidas, los dolores o los temores los que ocasionan las dificultades en la vida, sino rehusarse a tomar una decisión sobre sí mismo, donde hay que aceptar o no el cambio, y en esa forma intentamos permanecer en una situación neutra.

Por eso, para conservar el sano juicio, también hay que tener en cuenta el peligro de los resentimientos, porque si bien, la palabra resentimiento significa volver a sentir, y esto provoca que tengamos las mismas reacciones a los mismos detonadores.

Emocionalmente, la persona que también se concentra en sí misma está a merced de temores y fobias, por lo que darle demasiada importancia a las definiciones de pecado, progreso o santidad puede provocar también un desequilibrio.

También, en ocasiones, nos rebelamos ante el esfuerzo, pero muchas veces esta actitud es de rebeldía a realizar cosas que no queremos, y no comprendemos que el trabajo ennoblece al hombre y también es parte de la buena salud, porque le brinda equilibrio físico.

Cualquier acto en la vida efectuado por una persona tensa eventualmente se convierte en una carga, de modo que, si trabajamos bajo presión, ciertamente nunca nos parecerá ni atractivo ni satisfactorio, pero tampoco podemos tomar actitudes de “vagabundo”, que resiente el trabajo en cualquiera de sus formas, y por eso constantemente huye de él, de la realidad y de la vida.

Trabajar en exceso también nos obliga a considerar el valor del trabajo, porque entonces lo utilizamos como un medio de evasión, hay quienes han trabajado con exceso tal, que esto las ha llevado a serias crisis nerviosas en tanto que, no haberlo hecho con prudencia, habrían evitado estos problemas.

Puede parecer redundante, pero es sorprendente ver poca gente en el mundo moderno con un pasatiempo bueno, que agilice la mente, y no sólo una repetición de un videojuego en el celular, y que sea más que matar el tiempo, y se convierta en alguna actividad que preferiríamos desarrollar por encima de cualquiera otra en el mundo en ese momento.

Por naturaleza tendemos a estar insatisfechos, lo que también engendra tensión, por lo que estar satisfechos con nuestras circunstancias de la vida es un ingrediente primordial para el sano juicio y esto solo lo podemos lograr con la aceptación propia, aceptando nuestras limitaciones.

Ser nosotros mismos, es parte de aceptarnos y reconocernos tal y como somos, esto nos dará la oportunidad de ser auténticos, de reconocer nuestro entorno y sobre todo, de poder usar nuestro sano juicio.

Para conservar el sano juicio, también hay que tener en cuenta el peligro de los resentimientos, porque si bien, la palabra resentimiento significa volver a sentir, y esto provoca que tengamos las mismas reacciones a los mismos detonadores.

Trabajar en exceso también nos obliga a considerar el valor del trabajo, porque entonces lo utilizamos como un medio de evasión, hay quienes han trabajado con exceso tal, que esto las ha llevado a serias crisis nerviosas en tanto que, no haberlo hecho con prudencia, habrían evitado estos problemas.

Reza un antiguo proverbio “mente sana en cuerpo sano” y para los romanos significaba una personalidad sana, una persona sana en su totalidad, una persona con sano juicio, con una adaptación sólida a la realidad.

Todas las llamadas necesidades de la vida son necesarias para el hombre moderno, aunque nuestros antepasados no necesitaban ninguna de ellas, porque entonces no existían. Su inexistencia no le ocasionaba ni fricción, ni resentimiento, ni indecisión. Pero ahora, cuando alguien pierde o no tiene algo o muchas de estas conveniencias modernas, abre la puerta a la fricción, el resentimiento, la tensión, los trastornos nerviosos, los problemas emocionales, que provocan quebrantar el sano juicio.

Cuando hay personas que lastiman nuestros sentimientos y entonces nos enojamos o lloramos, nos hace alejarnos de la realidad o enfermarnos, lo que puede provocar en nosotros un temor fuera de toda proporción, que nos lleva a buscar escaparnos de nuestro entorno.

Hay un axioma que dice que la necesidad es la madre de la invención, pero el exceso de necesidades es la madre de la tensión, con lo que la simplicidad en el vivir evita esto por completo.

Cuando se construye el hábito de hacer decisiones, porque entonces nos adaptamos a los cambios, no son las pérdidas, los dolores o los temores los que ocasionan las dificultades en la vida, sino rehusarse a tomar una decisión sobre sí mismo, donde hay que aceptar o no el cambio, y en esa forma intentamos permanecer en una situación neutra.

Por eso, para conservar el sano juicio, también hay que tener en cuenta el peligro de los resentimientos, porque si bien, la palabra resentimiento significa volver a sentir, y esto provoca que tengamos las mismas reacciones a los mismos detonadores.

Emocionalmente, la persona que también se concentra en sí misma está a merced de temores y fobias, por lo que darle demasiada importancia a las definiciones de pecado, progreso o santidad puede provocar también un desequilibrio.

También, en ocasiones, nos rebelamos ante el esfuerzo, pero muchas veces esta actitud es de rebeldía a realizar cosas que no queremos, y no comprendemos que el trabajo ennoblece al hombre y también es parte de la buena salud, porque le brinda equilibrio físico.

Cualquier acto en la vida efectuado por una persona tensa eventualmente se convierte en una carga, de modo que, si trabajamos bajo presión, ciertamente nunca nos parecerá ni atractivo ni satisfactorio, pero tampoco podemos tomar actitudes de “vagabundo”, que resiente el trabajo en cualquiera de sus formas, y por eso constantemente huye de él, de la realidad y de la vida.

Trabajar en exceso también nos obliga a considerar el valor del trabajo, porque entonces lo utilizamos como un medio de evasión, hay quienes han trabajado con exceso tal, que esto las ha llevado a serias crisis nerviosas en tanto que, no haberlo hecho con prudencia, habrían evitado estos problemas.

Puede parecer redundante, pero es sorprendente ver poca gente en el mundo moderno con un pasatiempo bueno, que agilice la mente, y no sólo una repetición de un videojuego en el celular, y que sea más que matar el tiempo, y se convierta en alguna actividad que preferiríamos desarrollar por encima de cualquiera otra en el mundo en ese momento.

Por naturaleza tendemos a estar insatisfechos, lo que también engendra tensión, por lo que estar satisfechos con nuestras circunstancias de la vida es un ingrediente primordial para el sano juicio y esto solo lo podemos lograr con la aceptación propia, aceptando nuestras limitaciones.

Ser nosotros mismos, es parte de aceptarnos y reconocernos tal y como somos, esto nos dará la oportunidad de ser auténticos, de reconocer nuestro entorno y sobre todo, de poder usar nuestro sano juicio.