/ domingo 28 de junio de 2020

Se agudiza la pobreza; emigra la esperanza

Los mexicanos enfrentamos una de las etapas más complejas de la era moderna de México: la crisis sanitaria, las erróneas decisiones gubernamentales y el complicado entorno económico internacional, propician una nueva estructura social cimentada a partir de una multiplicación de pobres que se gestó en pocos meses derivada de la crisis por la emergencia de la pandemia, de manera enfática por las notables deficiencias y pérdida de rumbo de las políticas públicas en cuanto al gasto social.

La nueva realidad es catalizada por el derroche de recursos destinados al combate a la pobreza en los últimos años, aplicándose el esquema de entrega de recursos financieros a personas para que satisfagan dos o tres necesidades básicas a cambio de nada, sin el compromiso de realizar una actividad que aumente la productividad y sea la base para escalar nuevos peldaños en la estructura social. Eso explica que en lugar de bajar los índices de pobreza se han elevado de manera dramática. Esto significa que estamos ante un atolladero para buscar la recuperación del país en materia social y económica con 12.2 millones de personas más en pobreza, extendiéndose además el impacto a otras 11.5 millones consideradas de clase media que descendieron a situación de pobreza al acumular es estos tiempos al menos dos índices más de necesidades no cubiertas.

Las secuelas de la pandemia y el erróneo manejo de la política social recrudecerán la inercia perniciosa en la que 74 de cada 100 mexicanos que nacen en los hogares más pobres -a pesar de grandes esfuerzos personales y familiares- no logran salir de la pobreza, con menos esperanza por el severo derrumbe de sus finanzas familiares profundizada por el desempeño que como país hemos realizado para afrontar las nuevas complicaciones. El Fondo Monetario Internacional considera que México es uno de los países con el menor gasto público para enfrentar la crisis favorecida por la presencia de la pandemia del Covid-19. Ha destinado menos del 1% del PIB, superando sólo a países como Honduras, Sudáfrica, Colombia y Nigeria.

La composición del gasto social de la presente administración revela que durante 2019 se le dio menos importancia a fortalecer dos de los rubros fundamentales para superar obstáculos, la educación y la salud en el país, a los que se les destinó un 22.7% y 18.1% respectivamente del gasto total lo que representa tan sólo el 13.4% del PIB. Esto explica las grandes carencias que tenemos los mexicanos para enfrentar la crisis sanitaria, a pesar de que está estipulado en la Constitución el acceso universal a los servicios de salud suficientes y de calidad.

Aunado a lo anterior, el Fondo Monetario Internacional pronostica que este año la economía de México será la más lastimada en Latinoamérica, con una caída de hasta el 10.5% del PIB, lo que significa la caída de la producción de bienes y servicios, la pérdida de millones de empleos y con ello la esperanza de jóvenes, mujeres y hombres padres de familia de incorporarse a la vida productiva, con el fin de obtener ingresos para satisfacer las necesidades elementales de sus familias.

Ante tal escenario se requiere tomar medidas radicales con el fin de evitar una debacle mayor del nivel de vida de las personas más vulnerables socialmente. Una de las propuestas es la que plantea el Centro de Estudios Espinosa Yglesias que sugiere adoptar medidas compensatorias para evitar que 12.2 millones de personas se sumen a las filas de la pobreza extrema. Las acciones planteadas son:

1.- Otorgar 3 salarios mínimos a trabajadores por cuenta del gobierno federal con un impacto potencial en varios millones de personas evitando su desplome hacia la pobreza.

2.- Recalendarizar 3 meses de pagos del Impuesto Sobre la Renta (ISR) e incorporar a los sistemas de seguridad social a trabajadores informales; lo que implicaría favorecer también a muchos millones de personas.

3.- Otorgar seguro de desempleo de 6 salarios mínimos para que 2.35 millones de personas vuelvan a tener ingresos regulares y permitirles regresar a la clase media.

4.- Duplicar los actuales apoyos de programas sociales por 3 meses.

5.- Otorgar 2 millones de “créditos a la palabra” para empleadores pequeños y medianos.

De acuerdo al CEEY, para financiar estas acciones y revertir el incremento de la pobreza en México se necesitan 159 mil 010 millones de pesos, lo que constituye el 0.66% del PIB, situación que hace viable la propuesta.

Rediseñar y distribuir mejor el gasto social es el propósito, pero con independencia de éstas u otras estimaciones, es un hecho que el gobierno de México está obligado a actuar con mayor determinación y rumbo.

Millones de mexicanos están esperando certidumbre para sus familias y eso compromete no sólo a entender los nuevos tiempos y a enfrentarlos; implica rediseñar y operar mejor el gasto social para estar a la altura de los tiempos que corren.

Como dijo Winston Churchill: el éxito no es definitivo; el fracaso no es fatal, lo que cuenta es el valor para continuar.

Los mexicanos enfrentamos una de las etapas más complejas de la era moderna de México: la crisis sanitaria, las erróneas decisiones gubernamentales y el complicado entorno económico internacional, propician una nueva estructura social cimentada a partir de una multiplicación de pobres que se gestó en pocos meses derivada de la crisis por la emergencia de la pandemia, de manera enfática por las notables deficiencias y pérdida de rumbo de las políticas públicas en cuanto al gasto social.

La nueva realidad es catalizada por el derroche de recursos destinados al combate a la pobreza en los últimos años, aplicándose el esquema de entrega de recursos financieros a personas para que satisfagan dos o tres necesidades básicas a cambio de nada, sin el compromiso de realizar una actividad que aumente la productividad y sea la base para escalar nuevos peldaños en la estructura social. Eso explica que en lugar de bajar los índices de pobreza se han elevado de manera dramática. Esto significa que estamos ante un atolladero para buscar la recuperación del país en materia social y económica con 12.2 millones de personas más en pobreza, extendiéndose además el impacto a otras 11.5 millones consideradas de clase media que descendieron a situación de pobreza al acumular es estos tiempos al menos dos índices más de necesidades no cubiertas.

Las secuelas de la pandemia y el erróneo manejo de la política social recrudecerán la inercia perniciosa en la que 74 de cada 100 mexicanos que nacen en los hogares más pobres -a pesar de grandes esfuerzos personales y familiares- no logran salir de la pobreza, con menos esperanza por el severo derrumbe de sus finanzas familiares profundizada por el desempeño que como país hemos realizado para afrontar las nuevas complicaciones. El Fondo Monetario Internacional considera que México es uno de los países con el menor gasto público para enfrentar la crisis favorecida por la presencia de la pandemia del Covid-19. Ha destinado menos del 1% del PIB, superando sólo a países como Honduras, Sudáfrica, Colombia y Nigeria.

La composición del gasto social de la presente administración revela que durante 2019 se le dio menos importancia a fortalecer dos de los rubros fundamentales para superar obstáculos, la educación y la salud en el país, a los que se les destinó un 22.7% y 18.1% respectivamente del gasto total lo que representa tan sólo el 13.4% del PIB. Esto explica las grandes carencias que tenemos los mexicanos para enfrentar la crisis sanitaria, a pesar de que está estipulado en la Constitución el acceso universal a los servicios de salud suficientes y de calidad.

Aunado a lo anterior, el Fondo Monetario Internacional pronostica que este año la economía de México será la más lastimada en Latinoamérica, con una caída de hasta el 10.5% del PIB, lo que significa la caída de la producción de bienes y servicios, la pérdida de millones de empleos y con ello la esperanza de jóvenes, mujeres y hombres padres de familia de incorporarse a la vida productiva, con el fin de obtener ingresos para satisfacer las necesidades elementales de sus familias.

Ante tal escenario se requiere tomar medidas radicales con el fin de evitar una debacle mayor del nivel de vida de las personas más vulnerables socialmente. Una de las propuestas es la que plantea el Centro de Estudios Espinosa Yglesias que sugiere adoptar medidas compensatorias para evitar que 12.2 millones de personas se sumen a las filas de la pobreza extrema. Las acciones planteadas son:

1.- Otorgar 3 salarios mínimos a trabajadores por cuenta del gobierno federal con un impacto potencial en varios millones de personas evitando su desplome hacia la pobreza.

2.- Recalendarizar 3 meses de pagos del Impuesto Sobre la Renta (ISR) e incorporar a los sistemas de seguridad social a trabajadores informales; lo que implicaría favorecer también a muchos millones de personas.

3.- Otorgar seguro de desempleo de 6 salarios mínimos para que 2.35 millones de personas vuelvan a tener ingresos regulares y permitirles regresar a la clase media.

4.- Duplicar los actuales apoyos de programas sociales por 3 meses.

5.- Otorgar 2 millones de “créditos a la palabra” para empleadores pequeños y medianos.

De acuerdo al CEEY, para financiar estas acciones y revertir el incremento de la pobreza en México se necesitan 159 mil 010 millones de pesos, lo que constituye el 0.66% del PIB, situación que hace viable la propuesta.

Rediseñar y distribuir mejor el gasto social es el propósito, pero con independencia de éstas u otras estimaciones, es un hecho que el gobierno de México está obligado a actuar con mayor determinación y rumbo.

Millones de mexicanos están esperando certidumbre para sus familias y eso compromete no sólo a entender los nuevos tiempos y a enfrentarlos; implica rediseñar y operar mejor el gasto social para estar a la altura de los tiempos que corren.

Como dijo Winston Churchill: el éxito no es definitivo; el fracaso no es fatal, lo que cuenta es el valor para continuar.