/ sábado 29 de agosto de 2020

Se asfixia la economía, ¿y el Gobierno?

Después de registrar su origen en China, la pandemia del coronavirus se extendió de manera más fuerte y devastadora en Europa (principalmente en Italia, Alemania, Reino Unido y España), sin embargo ahora Norteamérica y América Latina se han convertido en el epicentro del virus, siendo México una de sus principales arterias al ser el tercer lugar en el número de muertes -sólo rebasados por Estados Unidos y Brasil-, lo que impacta y evidencía deficiencias en el sector salud, en los estándares de gobernanza, en el desempeño económico, en el tema de seguridad pública, en la calidad de la educación, así como en la cultura de malos hábitos alimenticios.

La conmoción provocado por la pandemia también la padecemos en materia económica; los resultados publicados esta semana por el INEGI revelan que el PIB en México se contrajo en el segundo trimestre un 18.7% anual; en tanto, el Banco de México pronostica que la economía podría desplomarse un 12.8%. Ambas predicciones tienen su base en el hundimiento de la economía a niveles pocas veces vistos, como el 17.1% en el segundo trimestre (abril a junio pasado), lo que representa un declive sin precedentes. Tal escenario revela la dura y prolongada pendiente en la que México buscará alcanzar la recuperación económica, la que analistas y especialistas ven muy lejana, como Gabriela Siller y Alfredo Coutinho de Análisis Económico-Financiero de Banco Base y de Moody´s Analytics para América Latina, respectivamente. Ambos consideran que en el mejor de los casos nuestro país podría recuperar la capacidad productiva que tenía en 2018, en un período de 5 años, es decir hasta 2025.

El World Economic Forum sostiene que el impacto económico de la pandemia en las economías emergentes es mayor que el de la crisis financiera mundial. Estima el organismo que México llegó tarde para visualizar, dimensionar y atender el problema: hoy tenemos más de 63 mil muertes y no sabemos hasta cuándo se podrá controlar el contagio, como tampoco la recuperación del empleo que ya afecta a más de 10 millones de personas que tenían una fuente de ingresos estable en el 2018 y ahora no consiguen recursos para atender las necesidades básicas de sus familias.

La actividad económica nacional sufre un daño en su estructura básica, las actividades primarias cayeron un -2.3%; las secundarias un -23.44% (destacando la minería con un -9.41%; la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica con -8.54%, la industria de la construcción con un -31.01% y la actividad manufacturera con -26.41%); las actividades terciarias con un -15.08% (donde destacan el comercio de mayoreo y menudeo, transporte, servicios financieros, servicios profesionales, entre otros). Justo de estas cifras resulta el promedio del 17.1 % de desplome del PIB del segundo trimestre del año. La actividad económica nacional apenas subsiste gracias al oxígeno de las remesas que llegan de Estados Unidos, el comercio informal, así como de los pocos empleos y negocios que están logrando sobrevivir, con serias dificultades y esfuerzos propios, ante la ausencia de un programa gubernamental que impulse su actividad.

En materia de salud el escenario también es complicado: la Organización Panamericana de la Salud señaló que en los últimos 10 años México redujo su gasto en salud en 2.8% a 2.5% del PIB a pesar de que lo ideal es destinar un 6% del PIB. Los servicios de salud están concentrados en siete subsistemas: IMSS, ISSSTE, Pemex, Sedena, Semar, SSA, e IMSS Bienestar, que trabajan con distintos recursos y en territorios geográficos desiguales que operan en medio de enfermedades crónico degenerativas como la diabetes y de otros padecimientos que han tienen un serio impacto en la calidad de vida y en las finanzas de los sistemas de salud.

Otro de los pendientes es la gobernanza. El gobierno muestra poca o nula disposición para la negociación y el respeto a la pluralidad política, su estrategia de comunicación está orientada al culto personal con orientación al interés electoral, descuidando asuntos torales para la sociedad como la seguridad pública, el debilitamiento del Estado de Derecho, fomentando lo anterior el desinterés de los inversionistas para generar los empleos que le urgen a una clase media cada vez más reducida, en camino a la pobreza.

Es cierto que las debilidades son a escala mundial pero la capacidad para enfrentarlas no; es un momento propicio para ponderar que los instrumentos más potentes de cualquier sociedad para salir airosa de turbulencias están en la ciencia, en la salud, la educación, en el respeto a la ley, a los derechos humanos y sobre todo a nuestra capacidad resiliente que a su vez nos obliga a ejercer el verdadero humanismo.

De ahí que esté resonando cada vez más fuerte la demanda de amplios sectores de la sociedad mexicana para que el gobierno atienda las prioridades nacionales, tome las decisiones acertadas y prudentes, aquellas que benefician a la salud de la Nación y deje los juegos manipuladores y distractores para otro momento, porque al fin de cuentas quien paga las consecuencias negativas de esta actitud irresponsable es la clase trabajadora y la clase media, quienes con gran esfuerzo y sacrificio mantienen la actividad productiva del país.

Después de registrar su origen en China, la pandemia del coronavirus se extendió de manera más fuerte y devastadora en Europa (principalmente en Italia, Alemania, Reino Unido y España), sin embargo ahora Norteamérica y América Latina se han convertido en el epicentro del virus, siendo México una de sus principales arterias al ser el tercer lugar en el número de muertes -sólo rebasados por Estados Unidos y Brasil-, lo que impacta y evidencía deficiencias en el sector salud, en los estándares de gobernanza, en el desempeño económico, en el tema de seguridad pública, en la calidad de la educación, así como en la cultura de malos hábitos alimenticios.

La conmoción provocado por la pandemia también la padecemos en materia económica; los resultados publicados esta semana por el INEGI revelan que el PIB en México se contrajo en el segundo trimestre un 18.7% anual; en tanto, el Banco de México pronostica que la economía podría desplomarse un 12.8%. Ambas predicciones tienen su base en el hundimiento de la economía a niveles pocas veces vistos, como el 17.1% en el segundo trimestre (abril a junio pasado), lo que representa un declive sin precedentes. Tal escenario revela la dura y prolongada pendiente en la que México buscará alcanzar la recuperación económica, la que analistas y especialistas ven muy lejana, como Gabriela Siller y Alfredo Coutinho de Análisis Económico-Financiero de Banco Base y de Moody´s Analytics para América Latina, respectivamente. Ambos consideran que en el mejor de los casos nuestro país podría recuperar la capacidad productiva que tenía en 2018, en un período de 5 años, es decir hasta 2025.

El World Economic Forum sostiene que el impacto económico de la pandemia en las economías emergentes es mayor que el de la crisis financiera mundial. Estima el organismo que México llegó tarde para visualizar, dimensionar y atender el problema: hoy tenemos más de 63 mil muertes y no sabemos hasta cuándo se podrá controlar el contagio, como tampoco la recuperación del empleo que ya afecta a más de 10 millones de personas que tenían una fuente de ingresos estable en el 2018 y ahora no consiguen recursos para atender las necesidades básicas de sus familias.

La actividad económica nacional sufre un daño en su estructura básica, las actividades primarias cayeron un -2.3%; las secundarias un -23.44% (destacando la minería con un -9.41%; la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica con -8.54%, la industria de la construcción con un -31.01% y la actividad manufacturera con -26.41%); las actividades terciarias con un -15.08% (donde destacan el comercio de mayoreo y menudeo, transporte, servicios financieros, servicios profesionales, entre otros). Justo de estas cifras resulta el promedio del 17.1 % de desplome del PIB del segundo trimestre del año. La actividad económica nacional apenas subsiste gracias al oxígeno de las remesas que llegan de Estados Unidos, el comercio informal, así como de los pocos empleos y negocios que están logrando sobrevivir, con serias dificultades y esfuerzos propios, ante la ausencia de un programa gubernamental que impulse su actividad.

En materia de salud el escenario también es complicado: la Organización Panamericana de la Salud señaló que en los últimos 10 años México redujo su gasto en salud en 2.8% a 2.5% del PIB a pesar de que lo ideal es destinar un 6% del PIB. Los servicios de salud están concentrados en siete subsistemas: IMSS, ISSSTE, Pemex, Sedena, Semar, SSA, e IMSS Bienestar, que trabajan con distintos recursos y en territorios geográficos desiguales que operan en medio de enfermedades crónico degenerativas como la diabetes y de otros padecimientos que han tienen un serio impacto en la calidad de vida y en las finanzas de los sistemas de salud.

Otro de los pendientes es la gobernanza. El gobierno muestra poca o nula disposición para la negociación y el respeto a la pluralidad política, su estrategia de comunicación está orientada al culto personal con orientación al interés electoral, descuidando asuntos torales para la sociedad como la seguridad pública, el debilitamiento del Estado de Derecho, fomentando lo anterior el desinterés de los inversionistas para generar los empleos que le urgen a una clase media cada vez más reducida, en camino a la pobreza.

Es cierto que las debilidades son a escala mundial pero la capacidad para enfrentarlas no; es un momento propicio para ponderar que los instrumentos más potentes de cualquier sociedad para salir airosa de turbulencias están en la ciencia, en la salud, la educación, en el respeto a la ley, a los derechos humanos y sobre todo a nuestra capacidad resiliente que a su vez nos obliga a ejercer el verdadero humanismo.

De ahí que esté resonando cada vez más fuerte la demanda de amplios sectores de la sociedad mexicana para que el gobierno atienda las prioridades nacionales, tome las decisiones acertadas y prudentes, aquellas que benefician a la salud de la Nación y deje los juegos manipuladores y distractores para otro momento, porque al fin de cuentas quien paga las consecuencias negativas de esta actitud irresponsable es la clase trabajadora y la clase media, quienes con gran esfuerzo y sacrificio mantienen la actividad productiva del país.