/ domingo 30 de junio de 2019

Se equivocan quienes creen que la maestra Elba Esther ya desistió

Hace ya algún tiempo que la figura de la maestra se ha desdibujado un poco en los medios de comunicación. Sin embargo, no es motivo de preocupación para los maestros que están con ella, porque saben que su vigencia no depende de la prensa, sino de las acciones que sabe realizar, para echar andar los proyectos que le indican las convicciones de su gran liderazgo.

También puede ser una estrategia perfectamente diseñada, para despistar a los enemigos, a quienes últimamente se les ha visto muy relajados y quitados de la pena, creyendo que la maestra Elba Esther, ya desistió de la idea de volver a retomar las riendas del sindicato, las cuales quedaron atadas a sus manos cuando sentenció: “No se puede despedir de su plaza a un maestro porque no aprueba un examen de solvencia, y eso porque la Secretaría de Educación no le ha dado las circunstancias para aprobarlo: una revolución educativa se realiza y luego se evalúa, no al revés se evalúa y luego se realiza”.

Dicha posición la catapultó y disipó la apatía de aquellos que dudaban de su liderazgo, del cual ahora sólo ponen en tela de juicio los dirigentes de las secciones sindicales, quienes equivocadamente actúan y creen que la maestra ya desapareció del mapa, lo que les permite andar muy orondos cabildeando y ventaneando a los herederos que los han de suceder, pensando erróneamente que no tendrán ningún inconveniente en imponer al escogido por sus deseos y bendecido por las aguas milagrosas del nacional.

Sin duda que esa es la estructura imaginaria que priva en su corta mentalidad, creyendo que la maestra ya se desistió de la idea de querer democratizar al sindicato, y le apuestan a que el proyecto de las Redes Sociales Progresistas (RSP), la trae muy ocupada. Por lo que creen ciega y equivocadamente que ya les dejó el campo libre, sin pensar que sólo ha tomado un respiro para que sus enemigos se confíen y se confundan cuando ella vuelva a reaparecer.

Por lo que debe estar tejiendo muy fino, para dar el golpe que ya no esperan los usurpadores, atenidos a que últimamente no ha dado visos mediáticos, sin pensar que la señora tiene todos los radares para movilizarse, sin tener que hacer uso de la publicidad tradicional.

De ahí que se deduzca que la maestra no se ha desistido, ha tomado una tregua de no aparecer en los medios, seguramente para reorganizarse y lanzar ahora sí, el reto definitivo de ir por el mando del sindicato y ese es el problema: los seres humanos quizás nunca sean tan atemorizantes, como cuando están convencidos -sin lugar a dudas- de que tienen razón.

De ahí que la maestra está convencida de la justicia de su causa, el poder innato de su liderazgo, la inevitabilidad de su victoria. Porque lleva mucho tiempo peleando, donde ha recogido triunfos y derrotas, sin que lo uno ni lo otro le nieguen el derecho de aprender. Y he ahí la dinámica en que se maneja en estos momentos: la expectativa de alcanzar el registro del nuevo partido y la reconquista de los destinos del SNTE que a la mala le arrebataron.

En su nuevo proyecto la maestra no le teme al fracaso, porque ve cómo Juan Díaz de la Torre fue arrojado al basurero y como Alfonso Cepeda se tropieza con los postulados de la Cuarta Transformación, la indiferencia con que lo trata la CNTE y los barruntos de inconformidad que aún coexisten al interior del SNTE.

Porque ve como Cepeda y Juan Díaz de la Torre, pese a todo el poder y dinero que les otorgó Enrique Peña Nieto, no han logrado llenar los zapatos con los cuales ella caminó todo el andamiaje del sindicato y sigue avanzando hacia él, porque sus adversarios no han logrado detenerla. No han sabido cómo. No tienen con qué.

Aunque Cepeda haga caso omiso de lanzar la convocatoria, la maestra está sentando las bases de la elección democrática del SNTE. Viene empujando los parámetros del debate y la urgencia del cambio, mientras sus contrincantes pretenden seguir jugando a la vieja usanza. Así como Cepeda y Díaz asaltaron el poder y lo matizaron de traición y continuidad, la maestra exige nueva elección bajo la legitimidad del voto universal y secreto.

Elba sabe que la esperanza del cambio sigue allí. Que la insatisfacción por la afrenta que sufrió el magisterio aún persiste. Que muchos de aquellos que simulan disciplina institucional quieren que suceda algo diferente en el SNTE, y por ello la maestra no se centra en pequeños temas de política sindical, sino en grandes temas de democracia y justicia social.

Desde luego que la maestra no presume una imagen de pureza; se ha erigido así misma como una guerrera. Alguien que trasciende categorías. Alguien que rechaza comparaciones. Alguien que se cuece aparte. Alguien que no es ángel ni demonio. Simplemente una defensora de los derechos de los maestros, a quienes humillaron, a quienes entregaron, a quienes utilizaron para lograr la imposición de la mal llamada reforma educativa y así los líderes traidores llenaron sus bolsillos, sin importar que los docentes pagaran la factura de semejante barbaridad.

Esa página negra, escrita con la tinta de la vergüenza, le permite a la maestra doblarla por el revés y anotar el nombre de los traidores como los culpables de la debacle sindical y que su propósito de levantar el espíritu de los arrastrados, de los vendidos, de los mediocres, de los cobardes, de los conformistas, de los callados, de los comodinos, lleva el fin de reivindicar dichas debilidades, cuya esencia le da la fortaleza para adquirir la confianza de que las cosas saldrán bien.

Tiene confianza de que el SNTE tendrá un modelo alternativo de sindicalismo, sin abaratar ni engañar la conciencia magisterial, ya que a los trabajadores de la educación no les importa la satanización que han hecho de ella, sino sus acciones que han puesto en jaque a los liderazgos espurios. Por eso su estrategia para asegurar el triunfo le está rindiendo frutos. Por eso sigue siendo el terror de los usurpadores, aunque quieran simularlo con la desaparición del Coco.

Porque cuenta una y otra vez la narrativa de su encarcelamiento que hizo que se desbordaran los excesos de la desvergüenza; excesos de aquellos que vendieron a sus representados; los excesos de aquellos que se atiborraron los bolsillos con cifras millonarias a costa del sometimiento brutal de los docentes.

Afortunadamente las cosas han cambiado y los charros ya no cuentan con el apoyo del gobierno y sólo falta que ya se prohíban las cuotas sindicales para que dejen de comprar el odio de los maestros en su contra, que no han hecho mella en la batalla de aquella que defendió a los trabajadores en contra de los que los traicionaron. De ahí la idea de la líder que le apuesta a rescatar la dignidad de los maestros contra aquellos que insisten en denigrarla. La líder providencial armada con el crisol carcelario, donde su honor se templó para dar la pelea contra aquellos que creen que ya desistió.

Hace ya algún tiempo que la figura de la maestra se ha desdibujado un poco en los medios de comunicación. Sin embargo, no es motivo de preocupación para los maestros que están con ella, porque saben que su vigencia no depende de la prensa, sino de las acciones que sabe realizar, para echar andar los proyectos que le indican las convicciones de su gran liderazgo.

También puede ser una estrategia perfectamente diseñada, para despistar a los enemigos, a quienes últimamente se les ha visto muy relajados y quitados de la pena, creyendo que la maestra Elba Esther, ya desistió de la idea de volver a retomar las riendas del sindicato, las cuales quedaron atadas a sus manos cuando sentenció: “No se puede despedir de su plaza a un maestro porque no aprueba un examen de solvencia, y eso porque la Secretaría de Educación no le ha dado las circunstancias para aprobarlo: una revolución educativa se realiza y luego se evalúa, no al revés se evalúa y luego se realiza”.

Dicha posición la catapultó y disipó la apatía de aquellos que dudaban de su liderazgo, del cual ahora sólo ponen en tela de juicio los dirigentes de las secciones sindicales, quienes equivocadamente actúan y creen que la maestra ya desapareció del mapa, lo que les permite andar muy orondos cabildeando y ventaneando a los herederos que los han de suceder, pensando erróneamente que no tendrán ningún inconveniente en imponer al escogido por sus deseos y bendecido por las aguas milagrosas del nacional.

Sin duda que esa es la estructura imaginaria que priva en su corta mentalidad, creyendo que la maestra ya se desistió de la idea de querer democratizar al sindicato, y le apuestan a que el proyecto de las Redes Sociales Progresistas (RSP), la trae muy ocupada. Por lo que creen ciega y equivocadamente que ya les dejó el campo libre, sin pensar que sólo ha tomado un respiro para que sus enemigos se confíen y se confundan cuando ella vuelva a reaparecer.

Por lo que debe estar tejiendo muy fino, para dar el golpe que ya no esperan los usurpadores, atenidos a que últimamente no ha dado visos mediáticos, sin pensar que la señora tiene todos los radares para movilizarse, sin tener que hacer uso de la publicidad tradicional.

De ahí que se deduzca que la maestra no se ha desistido, ha tomado una tregua de no aparecer en los medios, seguramente para reorganizarse y lanzar ahora sí, el reto definitivo de ir por el mando del sindicato y ese es el problema: los seres humanos quizás nunca sean tan atemorizantes, como cuando están convencidos -sin lugar a dudas- de que tienen razón.

De ahí que la maestra está convencida de la justicia de su causa, el poder innato de su liderazgo, la inevitabilidad de su victoria. Porque lleva mucho tiempo peleando, donde ha recogido triunfos y derrotas, sin que lo uno ni lo otro le nieguen el derecho de aprender. Y he ahí la dinámica en que se maneja en estos momentos: la expectativa de alcanzar el registro del nuevo partido y la reconquista de los destinos del SNTE que a la mala le arrebataron.

En su nuevo proyecto la maestra no le teme al fracaso, porque ve cómo Juan Díaz de la Torre fue arrojado al basurero y como Alfonso Cepeda se tropieza con los postulados de la Cuarta Transformación, la indiferencia con que lo trata la CNTE y los barruntos de inconformidad que aún coexisten al interior del SNTE.

Porque ve como Cepeda y Juan Díaz de la Torre, pese a todo el poder y dinero que les otorgó Enrique Peña Nieto, no han logrado llenar los zapatos con los cuales ella caminó todo el andamiaje del sindicato y sigue avanzando hacia él, porque sus adversarios no han logrado detenerla. No han sabido cómo. No tienen con qué.

Aunque Cepeda haga caso omiso de lanzar la convocatoria, la maestra está sentando las bases de la elección democrática del SNTE. Viene empujando los parámetros del debate y la urgencia del cambio, mientras sus contrincantes pretenden seguir jugando a la vieja usanza. Así como Cepeda y Díaz asaltaron el poder y lo matizaron de traición y continuidad, la maestra exige nueva elección bajo la legitimidad del voto universal y secreto.

Elba sabe que la esperanza del cambio sigue allí. Que la insatisfacción por la afrenta que sufrió el magisterio aún persiste. Que muchos de aquellos que simulan disciplina institucional quieren que suceda algo diferente en el SNTE, y por ello la maestra no se centra en pequeños temas de política sindical, sino en grandes temas de democracia y justicia social.

Desde luego que la maestra no presume una imagen de pureza; se ha erigido así misma como una guerrera. Alguien que trasciende categorías. Alguien que rechaza comparaciones. Alguien que se cuece aparte. Alguien que no es ángel ni demonio. Simplemente una defensora de los derechos de los maestros, a quienes humillaron, a quienes entregaron, a quienes utilizaron para lograr la imposición de la mal llamada reforma educativa y así los líderes traidores llenaron sus bolsillos, sin importar que los docentes pagaran la factura de semejante barbaridad.

Esa página negra, escrita con la tinta de la vergüenza, le permite a la maestra doblarla por el revés y anotar el nombre de los traidores como los culpables de la debacle sindical y que su propósito de levantar el espíritu de los arrastrados, de los vendidos, de los mediocres, de los cobardes, de los conformistas, de los callados, de los comodinos, lleva el fin de reivindicar dichas debilidades, cuya esencia le da la fortaleza para adquirir la confianza de que las cosas saldrán bien.

Tiene confianza de que el SNTE tendrá un modelo alternativo de sindicalismo, sin abaratar ni engañar la conciencia magisterial, ya que a los trabajadores de la educación no les importa la satanización que han hecho de ella, sino sus acciones que han puesto en jaque a los liderazgos espurios. Por eso su estrategia para asegurar el triunfo le está rindiendo frutos. Por eso sigue siendo el terror de los usurpadores, aunque quieran simularlo con la desaparición del Coco.

Porque cuenta una y otra vez la narrativa de su encarcelamiento que hizo que se desbordaran los excesos de la desvergüenza; excesos de aquellos que vendieron a sus representados; los excesos de aquellos que se atiborraron los bolsillos con cifras millonarias a costa del sometimiento brutal de los docentes.

Afortunadamente las cosas han cambiado y los charros ya no cuentan con el apoyo del gobierno y sólo falta que ya se prohíban las cuotas sindicales para que dejen de comprar el odio de los maestros en su contra, que no han hecho mella en la batalla de aquella que defendió a los trabajadores en contra de los que los traicionaron. De ahí la idea de la líder que le apuesta a rescatar la dignidad de los maestros contra aquellos que insisten en denigrarla. La líder providencial armada con el crisol carcelario, donde su honor se templó para dar la pelea contra aquellos que creen que ya desistió.