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Durango8 de abril de 2025
Análisissábado, 15 de junio de 2024

Selfie mortal segunda parte

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El filósofo y cineasta francés Guy Debord (1931-1994), en su obra “La sociedad del espectáculo”, establece que “lo que aparece es bueno, lo bueno es lo que aparece”. En una época donde la televisión era el centro del espectáculo existían básicamente dos tipos de personas: “los que son vistos” y “los que miran”. La primera categoría era ocupada por un grupo reducido de personas, actores, presentadores, periodistas, etc.. En la segunda estábamos todos los demás. Todos queríamos pertenecer a la primera.

Con el tiempo, los que estábamos de este lado comenzamos a tener “algo” de acceso al otro de la pantalla. Todos queríamos “salir en la tele” o al menos soñabamos tener alguien cercano que lo había logrado. Los concursos de canto, baile, conocimiento, entre otros, constituyeron el formato perfecto para acceder a ese lugar tan codiciado: el ser observados, vistos, ser “famosos”. En mi familia nos jactábamos de que un primo de mi mamá se había ganado “un canario” en el programa de mayor raiting del mediodía argentino. La sensación era de que por un momento “el Adriancito” nos había puesto a todos en el pedestal de la fama.

Ya a comienzos de este siglo se pusieron de moda los reality show, con la oferta de “ampliar” el tiempo de exposición y así el acceso inmediato al mundo de la farándula. Programas como “Big Brother” o “La Academia” fueron el eslabón ideal para prepararnos para este momento de supremacía de las redes. Face book, You tube, Instagram y ahora Tik Tok, “borraron” esa línea que nos separaba entre “los que miran y los que son vistos”.

Ahora todos podemos “ser vistos”, e incluso ganar dinero con ello. Como suelen hacerlo famosos youtubers en la actualidad. El problema es que siguen siendo igualmente unos “pocos”, los que lo logran, la mayoría seguimos “frustrados de este lado” de la pantalla, o al menos nos conformamos con que nos siga un pequeño grupo de personas. Cuando eso no ocurre, podemos llegar incluso, a cometer la locura de convertirnos en protagonistas de una “selfie mortal” sea por ser succionados por una locomotora o pender de una soga por más tiempo del que nuestros pulmones soportan, como ocurrió recientemente con dos adolescentes de Zacatecas.

Hace miles de años, hubo una mujer que fue excluída de su entorno y expuesta a la misma muerte. En ese momento crítico, experimentó lo que también está al alcance de nosotros hoy: ser importantes para nada más ni menos que nuestro creador, la persona más importante del Universo: “A partir de entonces, Agar utilizó otro nombre para referirse al SEÑOR, quien le había hablado. Ella dijo: «Tú eres el Dios que me ve»* . También dijo: «¿De verdad he visto a Aquel que me ve?». (Génesis 16:13) Cambia tu selfie de frustración y muerte por una llena de vida y plenitud. Dios te ve.

leonardolombar@gmail.com

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