/ jueves 26 de diciembre de 2019

Sentirse inferior

Todas las personas en algún momento nos hemos sentido inferiores en algún aspecto ante otra, ya sea porque es mejor que nosotros en alguna actividad, porque es más inteligente, por su nivel cultural y/o educativo, así como en la apariencia física.

Este es uno de los rasgos de los mexicanos que ha interesado a especialistas a estudiarlo, es el complejo de inferioridad ante lo exterior y, más específicamente, ante los ajenos, como lo han hecho ya entre otros Emilio Uranga, Samuel Ramos, Santiago Ramírez, Octavio Paz y Roger Bartra.

Cuando una persona sufre de un complejo de inferioridad, se está comparando constantemente con los demás, tiene la sensación de que no está a la altura y se siente menos valiosa e incapaz de hacer cosas que otros sí pueden, y esta situación provoca un deterioro significativo de su autoestima y a tener un pobre autoconcepto de ella misma.

Dentro de este complejo se encuentra el ‘malinchismo’ y lo describen como esa tendencia cultural que tenemos en México a preferir siempre a los extranjeros encima de nuestros connacionales. Esa idolatría a los rasgos europeos y el desdén a nuestros rasgos prehispánicos.

Si retomamos un poco de historia, recordaremos que La Malinche fue aquella mujer indígena que fue entregada a Hernán Cortés y que le serviría como intérprete para concretar la conquista de los pueblos originarios. La Malinche, cuyo nombre original se cree que era Malinalli, fue bautizada como Doña Marina y se convirtió en concubina de Cortés, con quien tuvo un hijo, Y, dejando de lado los posibles errores que contenga la historia, ahí empieza nuestra constante búsqueda de ser aceptados por otros países del mundo, como si México fuera poca cosa.

Lo que llamamos malinchismo, es en realidad, un enorme complejo de inferioridad y es la creencia constante de que todo lo que viene de afuera, o casi todo, es mejor que lo que se produce aquí, incluyendo a la gente, como si fuéramos poquita cosa. No es raro que me encuentre en eventos sociales en los que la presencia de un extranjero, cualquiera que sea su origen, se hace notar de forma exacerbada.

El tener un complejo de inferioridad provoca mucha frustración personal y ansiedad, por lo que las personas que sufren un complejo de inferioridad se enfrentan a un grave problema que limita una o más áreas de su vida.

Hay quienes padecen timidez extrema en diferentes contextos sociales, dificultad para tomar decisiones, sentimiento de no estar a la altura de los demás o la necesidad de querer complacerlos, baja autoestima, lo que los lleva a dejarse influir por los demás y carecer de criterio propio.

Normalmente, las personas con un complejo de inferioridad tienen continuamente pensamientos negativos e irracionales acerca de sí mismos. Lo que sucede con estos pensamientos es que al final se terminan convirtiendo en emociones. Una persona que piensa constantemente que no es capaz, que es inferior que otra, que siempre hace mal todo, etc., seguramente se va a encontrar triste, enfadada consigo misma y/o deprimida.

Por ello, la importancia de cambiar nuestros pensamientos negativos por otros más positivos y que nos ayuden a sentirnos mejor. Hay que identificar las creencias, ideas y valores, una vez que los tengamos identificados, hay que ser firme con ellos y actuar en concordancia.

Así, seremos conscientes de nuestro propio valor y dejaremos de sentimos inferiores a los demás.

Todas las personas en algún momento nos hemos sentido inferiores en algún aspecto ante otra, ya sea porque es mejor que nosotros en alguna actividad, porque es más inteligente, por su nivel cultural y/o educativo, así como en la apariencia física.

Este es uno de los rasgos de los mexicanos que ha interesado a especialistas a estudiarlo, es el complejo de inferioridad ante lo exterior y, más específicamente, ante los ajenos, como lo han hecho ya entre otros Emilio Uranga, Samuel Ramos, Santiago Ramírez, Octavio Paz y Roger Bartra.

Cuando una persona sufre de un complejo de inferioridad, se está comparando constantemente con los demás, tiene la sensación de que no está a la altura y se siente menos valiosa e incapaz de hacer cosas que otros sí pueden, y esta situación provoca un deterioro significativo de su autoestima y a tener un pobre autoconcepto de ella misma.

Dentro de este complejo se encuentra el ‘malinchismo’ y lo describen como esa tendencia cultural que tenemos en México a preferir siempre a los extranjeros encima de nuestros connacionales. Esa idolatría a los rasgos europeos y el desdén a nuestros rasgos prehispánicos.

Si retomamos un poco de historia, recordaremos que La Malinche fue aquella mujer indígena que fue entregada a Hernán Cortés y que le serviría como intérprete para concretar la conquista de los pueblos originarios. La Malinche, cuyo nombre original se cree que era Malinalli, fue bautizada como Doña Marina y se convirtió en concubina de Cortés, con quien tuvo un hijo, Y, dejando de lado los posibles errores que contenga la historia, ahí empieza nuestra constante búsqueda de ser aceptados por otros países del mundo, como si México fuera poca cosa.

Lo que llamamos malinchismo, es en realidad, un enorme complejo de inferioridad y es la creencia constante de que todo lo que viene de afuera, o casi todo, es mejor que lo que se produce aquí, incluyendo a la gente, como si fuéramos poquita cosa. No es raro que me encuentre en eventos sociales en los que la presencia de un extranjero, cualquiera que sea su origen, se hace notar de forma exacerbada.

El tener un complejo de inferioridad provoca mucha frustración personal y ansiedad, por lo que las personas que sufren un complejo de inferioridad se enfrentan a un grave problema que limita una o más áreas de su vida.

Hay quienes padecen timidez extrema en diferentes contextos sociales, dificultad para tomar decisiones, sentimiento de no estar a la altura de los demás o la necesidad de querer complacerlos, baja autoestima, lo que los lleva a dejarse influir por los demás y carecer de criterio propio.

Normalmente, las personas con un complejo de inferioridad tienen continuamente pensamientos negativos e irracionales acerca de sí mismos. Lo que sucede con estos pensamientos es que al final se terminan convirtiendo en emociones. Una persona que piensa constantemente que no es capaz, que es inferior que otra, que siempre hace mal todo, etc., seguramente se va a encontrar triste, enfadada consigo misma y/o deprimida.

Por ello, la importancia de cambiar nuestros pensamientos negativos por otros más positivos y que nos ayuden a sentirnos mejor. Hay que identificar las creencias, ideas y valores, una vez que los tengamos identificados, hay que ser firme con ellos y actuar en concordancia.

Así, seremos conscientes de nuestro propio valor y dejaremos de sentimos inferiores a los demás.