Honrar a nuestras muertas
En el México prehispánico el culto a la muerte era uno de los elementos básicos de la cultura religiosa, cuando una persona moría la enterraban envuelta en un petate y sus familiares hacían una celebración con el fin de guiarla en su recorrido y le ponían la comida que le agradaba en vida.
El Día de Muertos y Muertas en la cosmovisión indígena era el regreso a casa de las almas, al mundo de los vivos, de las vivas para convivir con los familiares y para nutrirse de la esencia del alimento que se les ofrece en los altares puestos en su honor.
Actualmente la celebración del Día de Muertos, Muertas, se origina de la armonía entre la celebración de los rituales religiosos católicos traídos por España y la conmemoración que los indígenas realizaban desde los tiempos prehispánicos.
Las familias, las instituciones colocan altares dedicados a las muertas y los muertos notables o parientas o parientes cercanos; las decoraciones varían mucho pero generalmente son flores de cempasúchil, papel picado, calaveritas de azúcar, pan de muerto, objetos que pertenecieron al que o a la que está dedicado el altar y sus platillos favoritos, un arco de flores, una cruz de sal, velas, pétalos de flores e incienso para aromatizar el lugar. También la visita a los panteones y los adornos sobre las tumbas son tradicionales.
Nosotras queremos en este día recordar a las muertas, pero no murieron de manera natural, fueron asesinadas y hasta esta fecha, según mi cuenta van 11 de ellas 9 feminicidios
Lista de presentes
5 en Gómez Palacio: Martha, Violeta, Selina, Albina y Brenda
4 en Durango: Alma, Esperanza, Fernanda y Anel
1 en Guadalupe victoria: Miriam y
1 en Santiago Papasquiaro: Kimberli
Como se lo mencioné, de éstas 11 sólo 9 se consideran como feminicidios, porque son asesinatos en razón de género, crímenes de odio; las razones de género: que el cuerpo presente signos de violencia sexual; lesiones infamantes, mutilaciones o necrofilia; antecedentes de amenazas, acoso, violencia o lesiones; el cuerpo sea expuesto; la víctima haya sido incomunicada; que entre la víctima y el sujeto activo exista o haya existido una relación de parentesco o relación laboral, docente y cuando la víctima se haya encontrado en un estado de indefensión.
La ley castiga más duramente a los que cometen crímenes de odio, de ahí la importancia de tipificarlos.