/ martes 7 de abril de 2020

Si ya saben cómo soy, pa’que votaron por mí

Si usted no tuvo oportunidad de ver el mensaje que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) diera el pasado domingo en Palacio Nacional, no se preocupe demasiado, puede escuchar cualquier otro que haya dado en los últimos 18 años para “actualizarse”.

El presidente sigue estacionado en la década de los setentas en Macuspana, Tabasco, en los tiempos en que Luís Echeverría le apostaba a “la mano del gobierno” como motor de desarrollo del Estado y José López Portillo defendería al peso “como un perro”.

El plan económico que el presidente López Obrador tiene para superar la crisis económica que se cierne sobre el país se sostiene en el optimismo: La pandemia se irá pronto y el gobierno por sí mismo puede sacar adelante al país; AMLO le sigue apostando a los apoyos de subsistencia, a los créditos, a la austeridad republicana y a Pemex. Me parece que está utilizando la misma receta para curar enfermedades diferentes, una cosa en intentar sacar de la pobreza a un país y otra paliar una crisis económica mundial.

La expectativa por escuchar un verdadero plan de rescate económico, que abrazara a todos los sectores productivos del país –comercio, industria, turismo- se diluyó a los pocos minutos de iniciado el mensaje, el presidente comenzó exaltando lo que ha hecho, los millones de pesos entregados en programas sociales, el avance en sus tres obras de infraestructura estelares, el éxito del programa sembrando vidas, pero la verdad de las cosas es que muchos esperábamos que se refiriera a lo que no ha hecho todavía como presidente de todos los mexicanos.

En su plan, sectores importantes como el turismo quedaron fuera, no habló de una estrategia para evitar que se pierdan millones de empleos formales y para reactivar la economía informal. Apostarle su resto a los programas sociales, a Pemex y al gobierno como detonante de la economía parece una jugada muy arriesgada, aunque si lo logra da el campanazo, consolida su Cuarta Transformación (4T), pero si pierde se hunde junto con millones de mexicanos en el precipicio de la peor crisis de que se tenga memoria.

Resulta hilarante ver las contradicciones del jefe de la nación, ayer hablaba de la extinción del neoliberalismo como consecuencia de la pandemia, en su razonamiento el modelo económico es el causante de los estragos que dejará, pero hoy se refiere a que los dos organismos que representan al neoliberalismo por antonomasia, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) no han aparecido para ayudar a los países pobres. Se requiere una especie de “Plan Marshall”, dijo el primer enemigo de los organismos internacionales.

Un verdadero plan de rescate económico debe incluir a todos los directa e indirectamente relacionados con el problema: gobierno, empresarios, trabajadores, sindicatos y miembros de la economía informal, por señalar solo a algunos. El problema es que el presidente sólo tiene dos miras: En una están los corruptos empresarios a los que no va a ayudar, y en la otra están los pobres a los que sí va a ayudar, y entonces me pregunto: ¿y la clase media, qué no encaja en ninguna de las dos miras?

Muchos profesionistas, micro empresarios y comerciantes en pequeño ven con ansiedad como el presidente ni los ve ni los oye, en este mes de abril deben pagar sus impuestos como personas físicas, no habrá tampoco para ellos diferimientos o parcialidades en el pago. La clase media ve como pende sobre ellos la espada de Damocles llamada “Rescate Económico”.

Pero debemos ser objetivos, en el mensaje del presidente hay algo cierto, dijo que su visión y métodos eran por todos conocidos, no de hoy, sino de siempre, así que no podemos sorprendernos de lo que bajo su mandato dice y hace, jamás nos engañó. Prácticamente el señor presidente dijo: “Si ya saben cómo soy, pa’ que votaron por mí”.

P.D. Mensaje dirigido a los 30 millones que votaron por AMLO.

Si usted no tuvo oportunidad de ver el mensaje que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) diera el pasado domingo en Palacio Nacional, no se preocupe demasiado, puede escuchar cualquier otro que haya dado en los últimos 18 años para “actualizarse”.

El presidente sigue estacionado en la década de los setentas en Macuspana, Tabasco, en los tiempos en que Luís Echeverría le apostaba a “la mano del gobierno” como motor de desarrollo del Estado y José López Portillo defendería al peso “como un perro”.

El plan económico que el presidente López Obrador tiene para superar la crisis económica que se cierne sobre el país se sostiene en el optimismo: La pandemia se irá pronto y el gobierno por sí mismo puede sacar adelante al país; AMLO le sigue apostando a los apoyos de subsistencia, a los créditos, a la austeridad republicana y a Pemex. Me parece que está utilizando la misma receta para curar enfermedades diferentes, una cosa en intentar sacar de la pobreza a un país y otra paliar una crisis económica mundial.

La expectativa por escuchar un verdadero plan de rescate económico, que abrazara a todos los sectores productivos del país –comercio, industria, turismo- se diluyó a los pocos minutos de iniciado el mensaje, el presidente comenzó exaltando lo que ha hecho, los millones de pesos entregados en programas sociales, el avance en sus tres obras de infraestructura estelares, el éxito del programa sembrando vidas, pero la verdad de las cosas es que muchos esperábamos que se refiriera a lo que no ha hecho todavía como presidente de todos los mexicanos.

En su plan, sectores importantes como el turismo quedaron fuera, no habló de una estrategia para evitar que se pierdan millones de empleos formales y para reactivar la economía informal. Apostarle su resto a los programas sociales, a Pemex y al gobierno como detonante de la economía parece una jugada muy arriesgada, aunque si lo logra da el campanazo, consolida su Cuarta Transformación (4T), pero si pierde se hunde junto con millones de mexicanos en el precipicio de la peor crisis de que se tenga memoria.

Resulta hilarante ver las contradicciones del jefe de la nación, ayer hablaba de la extinción del neoliberalismo como consecuencia de la pandemia, en su razonamiento el modelo económico es el causante de los estragos que dejará, pero hoy se refiere a que los dos organismos que representan al neoliberalismo por antonomasia, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) no han aparecido para ayudar a los países pobres. Se requiere una especie de “Plan Marshall”, dijo el primer enemigo de los organismos internacionales.

Un verdadero plan de rescate económico debe incluir a todos los directa e indirectamente relacionados con el problema: gobierno, empresarios, trabajadores, sindicatos y miembros de la economía informal, por señalar solo a algunos. El problema es que el presidente sólo tiene dos miras: En una están los corruptos empresarios a los que no va a ayudar, y en la otra están los pobres a los que sí va a ayudar, y entonces me pregunto: ¿y la clase media, qué no encaja en ninguna de las dos miras?

Muchos profesionistas, micro empresarios y comerciantes en pequeño ven con ansiedad como el presidente ni los ve ni los oye, en este mes de abril deben pagar sus impuestos como personas físicas, no habrá tampoco para ellos diferimientos o parcialidades en el pago. La clase media ve como pende sobre ellos la espada de Damocles llamada “Rescate Económico”.

Pero debemos ser objetivos, en el mensaje del presidente hay algo cierto, dijo que su visión y métodos eran por todos conocidos, no de hoy, sino de siempre, así que no podemos sorprendernos de lo que bajo su mandato dice y hace, jamás nos engañó. Prácticamente el señor presidente dijo: “Si ya saben cómo soy, pa’ que votaron por mí”.

P.D. Mensaje dirigido a los 30 millones que votaron por AMLO.