/ domingo 8 de septiembre de 2019

Sin crecimiento económico no hay desarrollo social

El gran desafío de nuestros tiempos es que los modelos económicos vigentes propicien desarrollo y crecimiento suficiente, acompañados de una eficaz distribución de la riqueza que genere bienestar a las diferentes clases sociales.

La historia de las ideas en teoría política nos enseña que el hombre desde que vive en sociedad siempre ha buscado la creación de suficiente riqueza social y una equitativa distribución de la misma. Desde la concepción del Estado moderno la teoría liberal nos muestra que el gran dilema es la distribución equilibrada de la riqueza; sin embargo la producción masiva de bienes y servicios ha provocado que un porcentaje menor de la población se apropie de una alta proporción de los recursos materiales generando desequilibrios significativos entre quienes acumulan mucho y aquellos que no acumulan casi nada, por tanto no cuentan con los recursos necesarios para su bienestar.

El objetivo de toda sociedad moderna es alcanzar los mayores niveles de bienestar, para lo cual es necesario contar con una economía fuerte, sólida, altamente productiva; ningún proyecto de desarrollo social puede ser balanceado sin crecimiento económico.



El primer informe del Presidente de México arroja un resultado contrastante, aprobado en política, reprobado en economía. En el plano político el nuevo Presidente está en proceso de someter a los poderes y actores políticos para demostrar que sólo hay un soberano en el reino.

El problema es en materia económica donde los pronósticos para este año y el que viene avizoran un estancamiento. El contexto internacional es adverso, pero además los indicadores apuntan a un estancamiento de la economía por razones que tienen que ver con decisiones, o la falta de ellas, en materia económica por parte del Gobierno.

Cuando asumió la Presidencia Andrés Manuel Lopez Obrador ofreció que la economía crecería a 4% del PIB durante los dos primeros años, dicha cifra se ajustó después al 2%; hoy la mayoría de los analistas afirman que habrá un estancamiento económico que impedirá derramar bienestar entre la población.

Ante tal situación el gobierno federal ha modificado su narrativa subrayando que lo importante no es el crecimiento sino el desarrollo social, aunque es de sobra conocido que a mediano y largo plazo el desarrollo social sin crecimiento económico no tiene sustento.

Ciertamente el crecimiento no es suficiente para producir bienestar de la mayoría de la población, pero sin él tampoco es posible. Las sociedades con prosperidad logran una productividad material notable y una justa distribución de los beneficios.


En México el Estado no puede garantizar por sí mismo el crecimiento económico que se requiere para garantizar la riqueza social suficiente, toda vez que el aparato del Estado interviene de manera directa en solo el 25% del producto Interno Bruto Nacional; y en estos tiempos de globalización es casi imposible expropiar empresas a fin de operar monopolios estatales como antaño.

Por tanto se necesita de la apertura con todos los sectores para generar riqueza y poder distribuirla de manera justa y equitativa, de ahí que el Presidente debe entender que sin el involucramiento de la inversión privada y los mercados financieros su proyecto económico comenzara a desplomarse. Se requiere pensar que más allá del sector publico hay un sector económico privado con una dinámica propia que difícilmente permite la injerencia del Estado y por tanto lo que se requiere son acciones coordinadas, una adecuada y moderada regulación y no la imposición de criterios y decisiones desde la esferas del poder.

Todo proyecto social que busque la igualdad social ha de basarse en una economía firme que permita la generación de riqueza, el crecimiento, para después hacer una justa distribución. Pensar que el Estado puede controlar la totalidad de los procesos económicos es por lo menos una ingenuidad.

El gran desafío de nuestros tiempos es que los modelos económicos vigentes propicien desarrollo y crecimiento suficiente, acompañados de una eficaz distribución de la riqueza que genere bienestar a las diferentes clases sociales.

La historia de las ideas en teoría política nos enseña que el hombre desde que vive en sociedad siempre ha buscado la creación de suficiente riqueza social y una equitativa distribución de la misma. Desde la concepción del Estado moderno la teoría liberal nos muestra que el gran dilema es la distribución equilibrada de la riqueza; sin embargo la producción masiva de bienes y servicios ha provocado que un porcentaje menor de la población se apropie de una alta proporción de los recursos materiales generando desequilibrios significativos entre quienes acumulan mucho y aquellos que no acumulan casi nada, por tanto no cuentan con los recursos necesarios para su bienestar.

El objetivo de toda sociedad moderna es alcanzar los mayores niveles de bienestar, para lo cual es necesario contar con una economía fuerte, sólida, altamente productiva; ningún proyecto de desarrollo social puede ser balanceado sin crecimiento económico.



El primer informe del Presidente de México arroja un resultado contrastante, aprobado en política, reprobado en economía. En el plano político el nuevo Presidente está en proceso de someter a los poderes y actores políticos para demostrar que sólo hay un soberano en el reino.

El problema es en materia económica donde los pronósticos para este año y el que viene avizoran un estancamiento. El contexto internacional es adverso, pero además los indicadores apuntan a un estancamiento de la economía por razones que tienen que ver con decisiones, o la falta de ellas, en materia económica por parte del Gobierno.

Cuando asumió la Presidencia Andrés Manuel Lopez Obrador ofreció que la economía crecería a 4% del PIB durante los dos primeros años, dicha cifra se ajustó después al 2%; hoy la mayoría de los analistas afirman que habrá un estancamiento económico que impedirá derramar bienestar entre la población.

Ante tal situación el gobierno federal ha modificado su narrativa subrayando que lo importante no es el crecimiento sino el desarrollo social, aunque es de sobra conocido que a mediano y largo plazo el desarrollo social sin crecimiento económico no tiene sustento.

Ciertamente el crecimiento no es suficiente para producir bienestar de la mayoría de la población, pero sin él tampoco es posible. Las sociedades con prosperidad logran una productividad material notable y una justa distribución de los beneficios.


En México el Estado no puede garantizar por sí mismo el crecimiento económico que se requiere para garantizar la riqueza social suficiente, toda vez que el aparato del Estado interviene de manera directa en solo el 25% del producto Interno Bruto Nacional; y en estos tiempos de globalización es casi imposible expropiar empresas a fin de operar monopolios estatales como antaño.

Por tanto se necesita de la apertura con todos los sectores para generar riqueza y poder distribuirla de manera justa y equitativa, de ahí que el Presidente debe entender que sin el involucramiento de la inversión privada y los mercados financieros su proyecto económico comenzara a desplomarse. Se requiere pensar que más allá del sector publico hay un sector económico privado con una dinámica propia que difícilmente permite la injerencia del Estado y por tanto lo que se requiere son acciones coordinadas, una adecuada y moderada regulación y no la imposición de criterios y decisiones desde la esferas del poder.

Todo proyecto social que busque la igualdad social ha de basarse en una economía firme que permita la generación de riqueza, el crecimiento, para después hacer una justa distribución. Pensar que el Estado puede controlar la totalidad de los procesos económicos es por lo menos una ingenuidad.