/ miércoles 13 de enero de 2021

Somos hijos del maíz, por eso lo protegemos

La mitología de nuestro país, nos ha heredado a través de explicaciones orales o bien ilustrativas y formativas, narraciones como nos lo cuenta el Popol Vuh, una de las más simbólicas es la de la creación y origen del hombre, que según los mayas nace del maíz.

Así este grano que es parte de nuestra identidad y sobrevivencia, debe estar protegido y consecuentemente libre de transgénicos.

Durante los últimos cuatro años, de acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el promedio anual de producción de maíz es de 27 millones de toneladas, que se siembran en las 32 entidades que conforman nuestra república.

Por ello una preocupación es que los cupos de este grano que se venden en el mercado nacional estén libres de transgénicos, por lo que hace unos días el poder ejecutivo federal publicó el decreto que establece la prohibición del maíz transgénico y del glisofato, un herbicida que roba nutrientes a la siembra y que inhibe en las plantas la absorción de algunas proteínas para su crecimiento.

Si bien el proceso para que se que deje de emplear en las parcelas del país este químico concluirá hasta el 2024, a partir de este año el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología emitirá criterios respecto de las cantidades de este producto que será posible importar

Mientras que para proteger el maíz nativo y disminuir riesgos con el maíz transgénico, las acciones que se instrumentarán para evitar la siembra de semillas modificadas, son el revocar las autorizaciones para el uso de este tipo de granos.

Además a finales de marzo del año pasado, ambas cámaras legislativas a nivel federal aprobaron la Ley Federal de Fomento y Protección del Maíz Nativo, con la cual se fomentará una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, a través de este grano, sin que se tenga que recurrir a semillas que han sufrido modificaciones.

Nuestro campo es fundamental en la cadena de alimentación de los más de 128 millones de habitantes que conforman nuestro país, y necesitan que su salud mejore, que los alimentos que se llevan a la mesa de cientos de hogares no representen un riesgo para su organismo y que las parcelas de miles de productores no sufran daños parciales o permanentes en sus siembras por el uso de sustancias tóxicas.

Me ha llamado la atención que los voceros de los conservadores no comentaron este trascendental decreto, como lo han hecho con todos los actos y leyes que afectan sus negocios y finanzas. En lo personal por convicción y profesión siempre me opuse al uso y abuso de nuestro agro y siempre he coincidido en la defensa de lo nuestro, así como hemos defendido y alzado la voz en cientos de marchas: Sin maíz, no hay país.

La mitología de nuestro país, nos ha heredado a través de explicaciones orales o bien ilustrativas y formativas, narraciones como nos lo cuenta el Popol Vuh, una de las más simbólicas es la de la creación y origen del hombre, que según los mayas nace del maíz.

Así este grano que es parte de nuestra identidad y sobrevivencia, debe estar protegido y consecuentemente libre de transgénicos.

Durante los últimos cuatro años, de acuerdo con datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, el promedio anual de producción de maíz es de 27 millones de toneladas, que se siembran en las 32 entidades que conforman nuestra república.

Por ello una preocupación es que los cupos de este grano que se venden en el mercado nacional estén libres de transgénicos, por lo que hace unos días el poder ejecutivo federal publicó el decreto que establece la prohibición del maíz transgénico y del glisofato, un herbicida que roba nutrientes a la siembra y que inhibe en las plantas la absorción de algunas proteínas para su crecimiento.

Si bien el proceso para que se que deje de emplear en las parcelas del país este químico concluirá hasta el 2024, a partir de este año el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología emitirá criterios respecto de las cantidades de este producto que será posible importar

Mientras que para proteger el maíz nativo y disminuir riesgos con el maíz transgénico, las acciones que se instrumentarán para evitar la siembra de semillas modificadas, son el revocar las autorizaciones para el uso de este tipo de granos.

Además a finales de marzo del año pasado, ambas cámaras legislativas a nivel federal aprobaron la Ley Federal de Fomento y Protección del Maíz Nativo, con la cual se fomentará una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, a través de este grano, sin que se tenga que recurrir a semillas que han sufrido modificaciones.

Nuestro campo es fundamental en la cadena de alimentación de los más de 128 millones de habitantes que conforman nuestro país, y necesitan que su salud mejore, que los alimentos que se llevan a la mesa de cientos de hogares no representen un riesgo para su organismo y que las parcelas de miles de productores no sufran daños parciales o permanentes en sus siembras por el uso de sustancias tóxicas.

Me ha llamado la atención que los voceros de los conservadores no comentaron este trascendental decreto, como lo han hecho con todos los actos y leyes que afectan sus negocios y finanzas. En lo personal por convicción y profesión siempre me opuse al uso y abuso de nuestro agro y siempre he coincidido en la defensa de lo nuestro, así como hemos defendido y alzado la voz en cientos de marchas: Sin maíz, no hay país.

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