/ domingo 17 de mayo de 2020

Somos una vergüenza a nivel nacional: Sergio González Romero

La frase del Secretario de Salud del Estado fue directa a la yugular de los ciudadanos: “No hacemos caso de la sana distancia”. El reclamo del Secretario se debió a que, otra vez, fuimos noticia a nivel nacional por tener altos índices de movilidad, motivo por el cual aumentan los contagios y las muertes por Covid-19. En este contexto, a pregunta de un medio de comunicación con relación al número de respiradores que se tienen para atender a los enfermos por el virus, contestó: “Nunca serán suficientes, no se trata de la cantidad de respiradores, éstos no son garantía de que un paciente grave sobreviva. Lo que queremos es no vernos rebasados y nuestro frágil sistema de salud se vea colapsado”.

No hay conferencia del Secretario en la que no mencione las indicaciones para evitar contagiarnos y contagiar a los demás, usar cubrebocas, el lavado de manos, y lo más importante, quedarnos en casa. Pero este llamado de la autoridad es como si fueran llamadas a misa. Por supuesto que hay personas que tienen que salir a trabajar todos los días porque realizan actividades esenciales. Entendemos también a aquellos que viven al día y no tienen qué comer. Ese es un asunto muy grave por el riesgo que corren estas personas de ser contagiados y llevar el virus a su casa. Nos lastima que grupos vulnerables estén expuestos a la enfermedad y que la situación se salga de control, no queremos llegar al dilema: morirse de hambre o por el Covid-19.

Pero la sana distancia tiene también la otra cara de la moneda: no todos tenemos que salir de casa. Muchos ciudadanos andan por las calles y lugares públicos y sin cubreboca; para muchos, la sana distancia son sólo unos centímetros. Hay quienes a estas alturas se siguen saludando de mano, inclusive por algunos medios que transmiten por redes sociales en vivo, en algunas ocasiones se ve a funcionarios públicos que no respetan los protocolos. Hay algo que nos queda muy claro, cada quien es dueño de su vida, pero eso no quiere decir que seamos dueños de otras vidas. Si bien tenemos libertad de tránsito no significa que seamos irresponsables. No hay que olvidar que la libertad de una persona termina donde comienza la de la otra.

La función más importante del Estado es conservar la vida de sus gobernados. Hay que entender muy bien lo que dice el Secretario de Salud. También las autoridades competentes tienen que ser más estrictas al aplicar el decreto. No es posible ver a cientos de personas haciendo fila afuera de los bancos, esperando que les toque su turno, si bien les va, en tres horas, y como usted ya adivinó, la sana distancia no les importa. En cambio, cuando el usuario está dentro de la institución se ponen muy estrictos, pero el problema real, está afuera del banco. Los bancos extranjeros más importantes en nuestra ciudad cerraron sus sucursales y sólo están abiertas las de la zona centro. ¿Cierran las sucursales con el fin de no pagarles a los empleados? Pobrecitos de los dueños de esos bancos extranjeros, que aun cuando el decreto los obliga a no interrumpir servicios financieros, son omisos. En fin, tenemos banqueros ricos que ofrecen servicios pobres.

La frase del Secretario de Salud del Estado fue directa a la yugular de los ciudadanos: “No hacemos caso de la sana distancia”. El reclamo del Secretario se debió a que, otra vez, fuimos noticia a nivel nacional por tener altos índices de movilidad, motivo por el cual aumentan los contagios y las muertes por Covid-19. En este contexto, a pregunta de un medio de comunicación con relación al número de respiradores que se tienen para atender a los enfermos por el virus, contestó: “Nunca serán suficientes, no se trata de la cantidad de respiradores, éstos no son garantía de que un paciente grave sobreviva. Lo que queremos es no vernos rebasados y nuestro frágil sistema de salud se vea colapsado”.

No hay conferencia del Secretario en la que no mencione las indicaciones para evitar contagiarnos y contagiar a los demás, usar cubrebocas, el lavado de manos, y lo más importante, quedarnos en casa. Pero este llamado de la autoridad es como si fueran llamadas a misa. Por supuesto que hay personas que tienen que salir a trabajar todos los días porque realizan actividades esenciales. Entendemos también a aquellos que viven al día y no tienen qué comer. Ese es un asunto muy grave por el riesgo que corren estas personas de ser contagiados y llevar el virus a su casa. Nos lastima que grupos vulnerables estén expuestos a la enfermedad y que la situación se salga de control, no queremos llegar al dilema: morirse de hambre o por el Covid-19.

Pero la sana distancia tiene también la otra cara de la moneda: no todos tenemos que salir de casa. Muchos ciudadanos andan por las calles y lugares públicos y sin cubreboca; para muchos, la sana distancia son sólo unos centímetros. Hay quienes a estas alturas se siguen saludando de mano, inclusive por algunos medios que transmiten por redes sociales en vivo, en algunas ocasiones se ve a funcionarios públicos que no respetan los protocolos. Hay algo que nos queda muy claro, cada quien es dueño de su vida, pero eso no quiere decir que seamos dueños de otras vidas. Si bien tenemos libertad de tránsito no significa que seamos irresponsables. No hay que olvidar que la libertad de una persona termina donde comienza la de la otra.

La función más importante del Estado es conservar la vida de sus gobernados. Hay que entender muy bien lo que dice el Secretario de Salud. También las autoridades competentes tienen que ser más estrictas al aplicar el decreto. No es posible ver a cientos de personas haciendo fila afuera de los bancos, esperando que les toque su turno, si bien les va, en tres horas, y como usted ya adivinó, la sana distancia no les importa. En cambio, cuando el usuario está dentro de la institución se ponen muy estrictos, pero el problema real, está afuera del banco. Los bancos extranjeros más importantes en nuestra ciudad cerraron sus sucursales y sólo están abiertas las de la zona centro. ¿Cierran las sucursales con el fin de no pagarles a los empleados? Pobrecitos de los dueños de esos bancos extranjeros, que aun cuando el decreto los obliga a no interrumpir servicios financieros, son omisos. En fin, tenemos banqueros ricos que ofrecen servicios pobres.