/ jueves 18 de julio de 2019

TEMAS DE LA REPÚBLICA

La corrupción y la utopía que llevó a AMLO a la presidencia

“La Mafia de la Corrupción” fue una de las frases más socorridas de la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador (y me refiero al inicio de su campaña, porque todavía a un año de haber ganado las elecciones continúa en campaña), y la frase se pegó en las mentes de los electores, construyendo -cada quien a su modo- el espiral de complicidades que se nos pegó la gana, al grado de elegir a un Presidente que no tiene idea de cómo se gobierna un país, porque duró 38 años en campaña y no sabe cómo pararla, es decir, no sabe gobernar.

La reforma constitucional que creó el Sistema Nacional Anticorrupción en el mes de mayo de 2015 abría la puerta y las esperanzas de México para comenzar a atajar ese complejo fenómeno que corroe las estructuras de gobierno, que ha dañado profundamente a nuestra democracia, castrando nuestra economía, profundizado la desigualdad social y por ende ha coadyuvado a incrementar la violencia, minando la confianza en todas las instituciones (no sólo las de gobierno sino hasta los partidos políticos que han sufrido un enorme desprecio por parte de la ciudadanía).

La Ley General del Sistema Nacional Anticorrupción materializaba la aspiración de construir finalmente un instrumento operativo confiable, eficaz, acorde con las nuevas normas de responsabilidades que requerían ser diseñadas bajo nuevas premisas de denuncias, investigación, sanción, corrección y resarcimiento del daño causado por este mal, incluso esta Ley debería de establecer las bases para la organización, operación y coordinación del Sistema, así como definir las competencias y atribuciones para diseñar, poner en marcha, evaluar y reportar a la sociedad sobre los avances de la política nacional anticorrupción, sin embargo, esto no fue así.

Desafortunadamente para México y para sus habitantes, el Sistema Nacional Anticorrupción nació cojeando y no quisiera decir muerto, pero su esquema limitado y sus facultades insulsas, fueron comprometidas por los grandes intereses; de pronto el barco anticorrupción fue alcanzado por las olas de los emblemas de la feroz corrupción, y entonces el Sistema en sí, resultó magro, insolvente, insoluble, incapaz de hacer frente a un gran desafío, el del combate a la corrupción.

Aquí a nivel local, el presidente de la Comisión de Justicia del Congreso del Estado, el diputado Octavio Fernández Zamora, ha mencionado que la propia Fiscalía Anticorrupción presentó una propuesta poco menos que utópica, con sus propios ministerios públicos, invadiendo la esfera de la Fiscalía General de Justicia, aunque en realidad, la idoneidad de la Fiscalía Anticorrupción es esa, la absoluta autonomía de los poderes Ejecutivo y Legislativo, empero… seamos honestos, en un país como México difícilmente veremos algún día una autonomía de poderes, mucho menos en un sexenio que parecería que regresa al México de los 70, con asambleas que a levantamanos se gobierna y a levantamanos se legisla, la pregunta es: ¿este es el México por el que 30 millones votaron? Felices vacaciones para usted y los suyos.

La corrupción y la utopía que llevó a AMLO a la presidencia

“La Mafia de la Corrupción” fue una de las frases más socorridas de la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador (y me refiero al inicio de su campaña, porque todavía a un año de haber ganado las elecciones continúa en campaña), y la frase se pegó en las mentes de los electores, construyendo -cada quien a su modo- el espiral de complicidades que se nos pegó la gana, al grado de elegir a un Presidente que no tiene idea de cómo se gobierna un país, porque duró 38 años en campaña y no sabe cómo pararla, es decir, no sabe gobernar.

La reforma constitucional que creó el Sistema Nacional Anticorrupción en el mes de mayo de 2015 abría la puerta y las esperanzas de México para comenzar a atajar ese complejo fenómeno que corroe las estructuras de gobierno, que ha dañado profundamente a nuestra democracia, castrando nuestra economía, profundizado la desigualdad social y por ende ha coadyuvado a incrementar la violencia, minando la confianza en todas las instituciones (no sólo las de gobierno sino hasta los partidos políticos que han sufrido un enorme desprecio por parte de la ciudadanía).

La Ley General del Sistema Nacional Anticorrupción materializaba la aspiración de construir finalmente un instrumento operativo confiable, eficaz, acorde con las nuevas normas de responsabilidades que requerían ser diseñadas bajo nuevas premisas de denuncias, investigación, sanción, corrección y resarcimiento del daño causado por este mal, incluso esta Ley debería de establecer las bases para la organización, operación y coordinación del Sistema, así como definir las competencias y atribuciones para diseñar, poner en marcha, evaluar y reportar a la sociedad sobre los avances de la política nacional anticorrupción, sin embargo, esto no fue así.

Desafortunadamente para México y para sus habitantes, el Sistema Nacional Anticorrupción nació cojeando y no quisiera decir muerto, pero su esquema limitado y sus facultades insulsas, fueron comprometidas por los grandes intereses; de pronto el barco anticorrupción fue alcanzado por las olas de los emblemas de la feroz corrupción, y entonces el Sistema en sí, resultó magro, insolvente, insoluble, incapaz de hacer frente a un gran desafío, el del combate a la corrupción.

Aquí a nivel local, el presidente de la Comisión de Justicia del Congreso del Estado, el diputado Octavio Fernández Zamora, ha mencionado que la propia Fiscalía Anticorrupción presentó una propuesta poco menos que utópica, con sus propios ministerios públicos, invadiendo la esfera de la Fiscalía General de Justicia, aunque en realidad, la idoneidad de la Fiscalía Anticorrupción es esa, la absoluta autonomía de los poderes Ejecutivo y Legislativo, empero… seamos honestos, en un país como México difícilmente veremos algún día una autonomía de poderes, mucho menos en un sexenio que parecería que regresa al México de los 70, con asambleas que a levantamanos se gobierna y a levantamanos se legisla, la pregunta es: ¿este es el México por el que 30 millones votaron? Felices vacaciones para usted y los suyos.

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