/ miércoles 15 de septiembre de 2021

Todas y todos contra las grasas trans

Con base en un estudio de 2017, la Organización Mundial de Salud (OMS) estima que cada año se registran más de 260 mil muertes por enfermedades cardiovasculares.

Las cuales se atribuyeron a una ingesta excesiva de ácidos grasos trans de producción industrial; de éstas 160 mil ocurrieron en la región de las Américas. La reducción de la ingesta de los ácidos grasos trans para prevenir enfermedades no transmisibles es un proceso posible mediante la introducción de regulaciones que limitan el contenido de los ácidos grasos trans de producción industrial en alimentos y/o prohíben el uso de aceites parcialmente hidrogenados.

A septiembre de este año, 58 países han avanzado con políticas públicas que protegerán a 3.2 mil millones de personas. Sin embargo, de los 15 países que representan el 75% del total de muertes por consumo de estas grasas mortales, sólo Canadá, Letonia, Eslovenia y los Estados Unidos han aprobado políticas para limitar las grasas trans industrialmente producidas. La mayoría -Azerbaiyán, Bangladesh, Bután, Ecuador, Egipto, Irán, México, Paquistán y la República de Corea- siguen sin implementar medidas efectivas para eliminar estos elementos nocivos de producción industrial.

Las enfermedades no transmisibles (ENT) y el Covid-19 comparten muchos factores de riesgo, como la obesidad y la hipertensión. Tanto la carga de las enfermedades no transmisibles (ENT) como la vulnerabilidad a las enfermedades infecciosas podrían reducirse, implementando políticas públicas que fomenten un cambio hacia dietas más saludables. Una de las políticas de nutrición más sencillas es la eliminación de los ácidos grasos trans del suministro mundial de alimentos. Si todos los países eliminaran este compuesto dañino, que causa enfermedades cardíacas, se podrían salvar 17 millones de vidas y los costos en salud pública se reducirían cuantitativamente. .

En México, considerando que las enfermedades del corazón son la primera causa de muerte (101,346 en 2018, según estimaciones de la Red de colaboración mundial sobre la carga de morbilidad) y el 5.82% de los casos fatales por cardiopatía coronarias se deben al consumo de ácidos grasos trans, podemos decir que 5,898 muertes cada año causadas por los AGTPI podrían prevenirse si tuviéramos mejores políticas públicas.

Ante este panorama que lesiona la salud de miles de mexicanos y mexicanas anualmente, uní esfuerzos hace más de cuatro meses para lograr una reforma a la Ley General de Salud, a fin de incidir en una dieta más saludable que afecte menos nuestra salud.

La iniciativa recibió el interés de más de 10 senadoras y senadores quienes la suscribieron y están dispuestos a impulsar su aprobación. Hacer leyes útiles que mejoren la calidad de vida de nuestro pueblo es una tarea que desde las bancadas progresistas hemos de cumplir.

Con base en un estudio de 2017, la Organización Mundial de Salud (OMS) estima que cada año se registran más de 260 mil muertes por enfermedades cardiovasculares.

Las cuales se atribuyeron a una ingesta excesiva de ácidos grasos trans de producción industrial; de éstas 160 mil ocurrieron en la región de las Américas. La reducción de la ingesta de los ácidos grasos trans para prevenir enfermedades no transmisibles es un proceso posible mediante la introducción de regulaciones que limitan el contenido de los ácidos grasos trans de producción industrial en alimentos y/o prohíben el uso de aceites parcialmente hidrogenados.

A septiembre de este año, 58 países han avanzado con políticas públicas que protegerán a 3.2 mil millones de personas. Sin embargo, de los 15 países que representan el 75% del total de muertes por consumo de estas grasas mortales, sólo Canadá, Letonia, Eslovenia y los Estados Unidos han aprobado políticas para limitar las grasas trans industrialmente producidas. La mayoría -Azerbaiyán, Bangladesh, Bután, Ecuador, Egipto, Irán, México, Paquistán y la República de Corea- siguen sin implementar medidas efectivas para eliminar estos elementos nocivos de producción industrial.

Las enfermedades no transmisibles (ENT) y el Covid-19 comparten muchos factores de riesgo, como la obesidad y la hipertensión. Tanto la carga de las enfermedades no transmisibles (ENT) como la vulnerabilidad a las enfermedades infecciosas podrían reducirse, implementando políticas públicas que fomenten un cambio hacia dietas más saludables. Una de las políticas de nutrición más sencillas es la eliminación de los ácidos grasos trans del suministro mundial de alimentos. Si todos los países eliminaran este compuesto dañino, que causa enfermedades cardíacas, se podrían salvar 17 millones de vidas y los costos en salud pública se reducirían cuantitativamente. .

En México, considerando que las enfermedades del corazón son la primera causa de muerte (101,346 en 2018, según estimaciones de la Red de colaboración mundial sobre la carga de morbilidad) y el 5.82% de los casos fatales por cardiopatía coronarias se deben al consumo de ácidos grasos trans, podemos decir que 5,898 muertes cada año causadas por los AGTPI podrían prevenirse si tuviéramos mejores políticas públicas.

Ante este panorama que lesiona la salud de miles de mexicanos y mexicanas anualmente, uní esfuerzos hace más de cuatro meses para lograr una reforma a la Ley General de Salud, a fin de incidir en una dieta más saludable que afecte menos nuestra salud.

La iniciativa recibió el interés de más de 10 senadoras y senadores quienes la suscribieron y están dispuestos a impulsar su aprobación. Hacer leyes útiles que mejoren la calidad de vida de nuestro pueblo es una tarea que desde las bancadas progresistas hemos de cumplir.

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