/ domingo 19 de enero de 2020

Todos los programas educativos tienden a fracasar

El día 15 de enero del año que transcurre, leí en la prensa local las declaraciones del secretario de Educación, Rubén Calderón, donde escuetamente a la opinión pública daba a conocer, que el “Programa Escuelas de Tiempo Completo” estaba en duda su continuidad.

Al margen de que si continúa o se suspende, es un hecho que dicho programa es un fracaso, ya que su operatividad es muy complicada y costosa, dada la cultura deshonesta en que se desarrolla y donde desafortunadamente los resultados no corresponden a las exigencias de quienes participan en su estructura.

Razones suficientes para opinar en sentido contrario de las amenazas que lo acechan, en la seguridad de su permanencia, ya que a la fecha no conozco un estudio que sostenga que debe continuar por la efectividad para la que fue creado, ni mucho menos por la transparencia con que se maneja, pese a que las reglas de operación son muy estrictas, pero aun así, han sobrado las artimañas para burlarlas.

Desde que yo tengo uso de razón en los medios magisteriales, alrededor del tema que me ocupa, siempre he visto con demasiada tristeza, que el despojo de los programas educativos es la corrupción, resultado de una amplia red de complicidad, que presumiblemente involucra a funcionarios de todas las dependencias gubernamentales, así como a inversionistas y proveedores locales, que fungen como socios ocultos de negocios millonarios a cargo de las nobles cuentas de dichos proyectos o asignaturas.

Todo ello ha convertido a dichos programas en bastiones muy apetitosos para la corrupción y el Programa Escuelas de Tiempo Completo, estaba muy lejos de ser la excepción. De ahí que la bonanza de sus características ha sido aprovechada con creces por grupos de vivales, en detrimento de la eficiencia y productividad del objetivo que persigue y que sin duda, toda esa gama de anomalías se han detectado a nivel federal, por lo que las observaciones y cuestionamientos no parten de la subjetividad.

En la idea ningún programa educativo está hecho para fracasar, pero en la realidad que nos asiste, todos han ido hacia allá, mientras la tentación de su vigencia sea el dinero y en el caso que nos ocupa se maneja demasiado. De ahí que nos proporcione bastante tela para cortar sobre la pieza, que hoy hemos tomado en nuestra idea, para expresar nuestro punto de vista.

Desde luego que dicho fracaso no se detecta ahora por los acontecimientos de reorganización y ajustes presupuestales, sino desde el momento que se inició y que todo mundo se ha hecho de la vista gorda, pese a las grandes irregularidades que se han presentado en muchas escuelas, producto de la pésima administración de los directivos, quienes ayunos de la más mínima regla de honestidad, han puesto en riesgo su estabilidad o permanencia.

Pero todo inicia desde la plantilla burocrática que es costosa y totalmente ajena al renglón educativo. De ahí que se perciba la falta de compromiso y se adhiera a éste, la irresponsabilidad a todas luces de quienes lo han dirigido, ya que bajo esas prácticas tan socorridas, han incurrido en el desorden administrativo, pillaje y fraude, en contra del programa.

Dicha situación no sería tan lamentable, si los titulares de los programas fueran designados por el secretario de educación, quien pese a todo lo que se diga en su contra, si ha tratado de ponerse la camiseta, pero desafortunadamente se la rompen y ensucian aquellos que se sienten paridos por los dioses.

De ahí que poco o nada pueda hacer, para controlar los excesos de los recomendados, que nada saben de educación, pero que son diestros para manejar las poses y pantalla, para urdir todas sus transa y justificar sus adicciones.

Estas acciones se replican en algunos centros educativos, donde los directivos implementan la muy desgastada práctica de la alteración de facturas; el fraude en la calidad alimenticia, ya que son muy dados a reportar gastos equivalentes a una dieta de calidad, que en la realidad dista de serlo, dicho por los beneficiarios de fechas pasadas, ya que en la actualidad ignoro si aún existe la distribución de alimentos a los alumnos.

Pero viene lo más lamentable del fracaso de este programa, que no ha llenado las expectativas para lo que fue creado, pese a la extensión del horario y el aumento del salario a los docentes, que equivale al doble de su sueldo base, por laborar una hora más frente a los alumnos, quienes sólo han sido el pretexto para que el maestro perciba una remuneración mayor, pero no a cambio de una mejor educación.

Lo mismo ha sucedido con el Programa de PAREIB o no sé con qué nombre opere aún, pero también ahí se desperdiciaron sumas importantes de dinero, que no retribuyeron absolutamente en nada sobre el fin para el cual fue diseñado, salvo el de beneficiar también a otra parte de la casta dorada, donde la presidían familiares de conocidos políticos, martillados a la vieja usanza del nepotismo puro.

Pero el fracaso más infame, sin duda que ha sido el que atañe al Programa de Carrera Magisterial, que no tuvo ningún impacto en el aprovechamiento escolar; pero sí en el bolsillo de aquellos que cubrían toda la requisición sindical, porque pese al simulacro de la intervención oficial, era el sindicato quien determinaba los dictámenes de los ascensos a los agraciados, que a la fecha muchos de la tercera edad se resisten a retirarse, por el gran amor que le tienen a un salario que están muy lejos de devengar.

Dicha situación la conocemos desde hace mucho tiempo y se ha documentado ampliamente. Pero esta ocasión la citamos como refuerzo al tema de las escuelas de tiempo completo, donde esta ocasión circula en las redes sociales un cúmulo de señalamientos que ha difundido al exterior dicha podredumbre, donde se involucra a un ex titular del programa, que sin duda no ha provocado ningún sacudimiento de pena de aquellos que siguen empecinados, en aras de sus propios intereses, en hacer de los programas una ruina, sin importarles que de esta manera se cancelen todas las posibilidades para nuestro desarrollo.

El día 15 de enero del año que transcurre, leí en la prensa local las declaraciones del secretario de Educación, Rubén Calderón, donde escuetamente a la opinión pública daba a conocer, que el “Programa Escuelas de Tiempo Completo” estaba en duda su continuidad.

Al margen de que si continúa o se suspende, es un hecho que dicho programa es un fracaso, ya que su operatividad es muy complicada y costosa, dada la cultura deshonesta en que se desarrolla y donde desafortunadamente los resultados no corresponden a las exigencias de quienes participan en su estructura.

Razones suficientes para opinar en sentido contrario de las amenazas que lo acechan, en la seguridad de su permanencia, ya que a la fecha no conozco un estudio que sostenga que debe continuar por la efectividad para la que fue creado, ni mucho menos por la transparencia con que se maneja, pese a que las reglas de operación son muy estrictas, pero aun así, han sobrado las artimañas para burlarlas.

Desde que yo tengo uso de razón en los medios magisteriales, alrededor del tema que me ocupa, siempre he visto con demasiada tristeza, que el despojo de los programas educativos es la corrupción, resultado de una amplia red de complicidad, que presumiblemente involucra a funcionarios de todas las dependencias gubernamentales, así como a inversionistas y proveedores locales, que fungen como socios ocultos de negocios millonarios a cargo de las nobles cuentas de dichos proyectos o asignaturas.

Todo ello ha convertido a dichos programas en bastiones muy apetitosos para la corrupción y el Programa Escuelas de Tiempo Completo, estaba muy lejos de ser la excepción. De ahí que la bonanza de sus características ha sido aprovechada con creces por grupos de vivales, en detrimento de la eficiencia y productividad del objetivo que persigue y que sin duda, toda esa gama de anomalías se han detectado a nivel federal, por lo que las observaciones y cuestionamientos no parten de la subjetividad.

En la idea ningún programa educativo está hecho para fracasar, pero en la realidad que nos asiste, todos han ido hacia allá, mientras la tentación de su vigencia sea el dinero y en el caso que nos ocupa se maneja demasiado. De ahí que nos proporcione bastante tela para cortar sobre la pieza, que hoy hemos tomado en nuestra idea, para expresar nuestro punto de vista.

Desde luego que dicho fracaso no se detecta ahora por los acontecimientos de reorganización y ajustes presupuestales, sino desde el momento que se inició y que todo mundo se ha hecho de la vista gorda, pese a las grandes irregularidades que se han presentado en muchas escuelas, producto de la pésima administración de los directivos, quienes ayunos de la más mínima regla de honestidad, han puesto en riesgo su estabilidad o permanencia.

Pero todo inicia desde la plantilla burocrática que es costosa y totalmente ajena al renglón educativo. De ahí que se perciba la falta de compromiso y se adhiera a éste, la irresponsabilidad a todas luces de quienes lo han dirigido, ya que bajo esas prácticas tan socorridas, han incurrido en el desorden administrativo, pillaje y fraude, en contra del programa.

Dicha situación no sería tan lamentable, si los titulares de los programas fueran designados por el secretario de educación, quien pese a todo lo que se diga en su contra, si ha tratado de ponerse la camiseta, pero desafortunadamente se la rompen y ensucian aquellos que se sienten paridos por los dioses.

De ahí que poco o nada pueda hacer, para controlar los excesos de los recomendados, que nada saben de educación, pero que son diestros para manejar las poses y pantalla, para urdir todas sus transa y justificar sus adicciones.

Estas acciones se replican en algunos centros educativos, donde los directivos implementan la muy desgastada práctica de la alteración de facturas; el fraude en la calidad alimenticia, ya que son muy dados a reportar gastos equivalentes a una dieta de calidad, que en la realidad dista de serlo, dicho por los beneficiarios de fechas pasadas, ya que en la actualidad ignoro si aún existe la distribución de alimentos a los alumnos.

Pero viene lo más lamentable del fracaso de este programa, que no ha llenado las expectativas para lo que fue creado, pese a la extensión del horario y el aumento del salario a los docentes, que equivale al doble de su sueldo base, por laborar una hora más frente a los alumnos, quienes sólo han sido el pretexto para que el maestro perciba una remuneración mayor, pero no a cambio de una mejor educación.

Lo mismo ha sucedido con el Programa de PAREIB o no sé con qué nombre opere aún, pero también ahí se desperdiciaron sumas importantes de dinero, que no retribuyeron absolutamente en nada sobre el fin para el cual fue diseñado, salvo el de beneficiar también a otra parte de la casta dorada, donde la presidían familiares de conocidos políticos, martillados a la vieja usanza del nepotismo puro.

Pero el fracaso más infame, sin duda que ha sido el que atañe al Programa de Carrera Magisterial, que no tuvo ningún impacto en el aprovechamiento escolar; pero sí en el bolsillo de aquellos que cubrían toda la requisición sindical, porque pese al simulacro de la intervención oficial, era el sindicato quien determinaba los dictámenes de los ascensos a los agraciados, que a la fecha muchos de la tercera edad se resisten a retirarse, por el gran amor que le tienen a un salario que están muy lejos de devengar.

Dicha situación la conocemos desde hace mucho tiempo y se ha documentado ampliamente. Pero esta ocasión la citamos como refuerzo al tema de las escuelas de tiempo completo, donde esta ocasión circula en las redes sociales un cúmulo de señalamientos que ha difundido al exterior dicha podredumbre, donde se involucra a un ex titular del programa, que sin duda no ha provocado ningún sacudimiento de pena de aquellos que siguen empecinados, en aras de sus propios intereses, en hacer de los programas una ruina, sin importarles que de esta manera se cancelen todas las posibilidades para nuestro desarrollo.