/ domingo 11 de diciembre de 2022

Ucrania y el nuevo orden mundial

El sistema internacional se encuentra en el clímax sobre el futuro. Uno que tendrá por obligatoriedad un nuevo orden mundial por los cambios geopolíticos que la invasión a Ucrania propiciará. La emergencia de nuevas potencias y sus ambiciones revisionistas, sin duda conllevan a una reconfiguración en la arena global. Aunque se debe señalar que, para la consolidación de un crecimiento económico y un cambio de posición en la arena, el petróleo es el motor. Con el fin del crudo convencional y una dependencia desmesurada al mismo, el mundo conocido desde el fin de la Guerra Fría está en riesgo. De ahí que lo que pase con Kiev sea clave para la definición del tablero global.

Primeramente, sin energía no funciona nada. Mientras ésta se encuentre presente en cantidades abundantes, la economía está activa. Lo cual significa que las industrias como minera, automotriz, tecnológica y química funcionen. Desde una visión neoliberal, esto se traduce en una economía de mercado y, con ella, un crecimiento económico. Característica inherente del sistema internacional actual que ha materializado de manera conjunta la globalización. Todo gracias al petróleo.

De esta manera, se suele pensar que los recursos energéticos sólo materializan interconexión e interdependencia. Esto usualmente se entiende únicamente por internet, redes sociales, viajes o compras en línea. En realidad, la conexión materializada por el sector energético va más allá de poner a personas en contacto. Más aterrizado a la realidad, es gracias a los combustibles fósiles que existe una producción de alimentos que trata de seguir el ritmo del crecimiento poblacional. Sin duda la energía hace al mundo de hoy funcionar. Sin ésta no hay tractores, camiones, barcos, calefacción, fertilizantes, pesticidas ni alimentos. Sin comida el ser humano no tiene energía para trabajar. Si no hay trabajo no hay actividad económica.

Sobre esta línea, la economía, y con ella, el funcionamiento del sistema internacional, se ha asentado sobre la idea de que los recursos naturales son infinitos. Actualmente, se observa más que nunca cómo la esfera económica está ligada a los límites del planeta Tierra. De ahí que la sobreexplotación de combustibles fósiles y su escasez se traduzcan en crisis de diferentes materias: económica, sociopolítica, migratoria y ambiental.

Ciertamente, la guerra en Ucrania no es el detonante de la falta de petróleo ni de la recesión económica de Occidente, sino el resultado de una estructura globalizada que siempre dependió de petróleo. Esto sumado con el disgusto de otras potencias sobre un sistema internacional unipolar, lo cual las llevó a una carrera económica que brindó la oportunidad de ya no incidir sobre otros mediante el uso de la fuerza, sino con poder suave: cultura, cine, gastronomía, turismo, música, moda, redes sociales. Industrias que dependen de la energía.

Por esta razón, la guerra en Ucrania es un parteaguas en el orden mundial establecido desde la caída de la Unión Soviética. Esto debido al movimiento de las piezas en el juego geopolítico que muestra a Europa volteando a ver a otros proveedores de energéticos. También, con los precios inflacionarios se comienza a abrir la puerta a la desindustrialización, políticas proteccionistas, recrudecimiento de la derecha y a la intensificación de la carrera hegemónica entre Estados Unidos y China.

Mientras tanto, es imprescindible ver cómo Europa pasa este invierno ahora que ya no hay Nordstream 2, no se importa tanto gas y petróleo rusos, los precios de bienes y servicios son inflacionarios. Esto para saber si se continúa por resistir la recesión económica exacerbada por los embargos hacia Rusia o si se vuelve a voltear a ver a éste para una seguridad energética. Una cosa es clara: lo que pase con Ucrania dará pie a la configuración del próximo orden mundial.

*Estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Anáhuac en Ciudad de México.

El sistema internacional se encuentra en el clímax sobre el futuro. Uno que tendrá por obligatoriedad un nuevo orden mundial por los cambios geopolíticos que la invasión a Ucrania propiciará. La emergencia de nuevas potencias y sus ambiciones revisionistas, sin duda conllevan a una reconfiguración en la arena global. Aunque se debe señalar que, para la consolidación de un crecimiento económico y un cambio de posición en la arena, el petróleo es el motor. Con el fin del crudo convencional y una dependencia desmesurada al mismo, el mundo conocido desde el fin de la Guerra Fría está en riesgo. De ahí que lo que pase con Kiev sea clave para la definición del tablero global.

Primeramente, sin energía no funciona nada. Mientras ésta se encuentre presente en cantidades abundantes, la economía está activa. Lo cual significa que las industrias como minera, automotriz, tecnológica y química funcionen. Desde una visión neoliberal, esto se traduce en una economía de mercado y, con ella, un crecimiento económico. Característica inherente del sistema internacional actual que ha materializado de manera conjunta la globalización. Todo gracias al petróleo.

De esta manera, se suele pensar que los recursos energéticos sólo materializan interconexión e interdependencia. Esto usualmente se entiende únicamente por internet, redes sociales, viajes o compras en línea. En realidad, la conexión materializada por el sector energético va más allá de poner a personas en contacto. Más aterrizado a la realidad, es gracias a los combustibles fósiles que existe una producción de alimentos que trata de seguir el ritmo del crecimiento poblacional. Sin duda la energía hace al mundo de hoy funcionar. Sin ésta no hay tractores, camiones, barcos, calefacción, fertilizantes, pesticidas ni alimentos. Sin comida el ser humano no tiene energía para trabajar. Si no hay trabajo no hay actividad económica.

Sobre esta línea, la economía, y con ella, el funcionamiento del sistema internacional, se ha asentado sobre la idea de que los recursos naturales son infinitos. Actualmente, se observa más que nunca cómo la esfera económica está ligada a los límites del planeta Tierra. De ahí que la sobreexplotación de combustibles fósiles y su escasez se traduzcan en crisis de diferentes materias: económica, sociopolítica, migratoria y ambiental.

Ciertamente, la guerra en Ucrania no es el detonante de la falta de petróleo ni de la recesión económica de Occidente, sino el resultado de una estructura globalizada que siempre dependió de petróleo. Esto sumado con el disgusto de otras potencias sobre un sistema internacional unipolar, lo cual las llevó a una carrera económica que brindó la oportunidad de ya no incidir sobre otros mediante el uso de la fuerza, sino con poder suave: cultura, cine, gastronomía, turismo, música, moda, redes sociales. Industrias que dependen de la energía.

Por esta razón, la guerra en Ucrania es un parteaguas en el orden mundial establecido desde la caída de la Unión Soviética. Esto debido al movimiento de las piezas en el juego geopolítico que muestra a Europa volteando a ver a otros proveedores de energéticos. También, con los precios inflacionarios se comienza a abrir la puerta a la desindustrialización, políticas proteccionistas, recrudecimiento de la derecha y a la intensificación de la carrera hegemónica entre Estados Unidos y China.

Mientras tanto, es imprescindible ver cómo Europa pasa este invierno ahora que ya no hay Nordstream 2, no se importa tanto gas y petróleo rusos, los precios de bienes y servicios son inflacionarios. Esto para saber si se continúa por resistir la recesión económica exacerbada por los embargos hacia Rusia o si se vuelve a voltear a ver a éste para una seguridad energética. Una cosa es clara: lo que pase con Ucrania dará pie a la configuración del próximo orden mundial.

*Estudiante de Relaciones Internacionales en la Universidad Anáhuac en Ciudad de México.

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