/ martes 11 de febrero de 2020

Visión

Consensar pero determinar

Sin duda toda obra pública que se pretenda construir tiene que contar con el debido sustento técnico y éste sociabilizarlo. Aquí la duda es cómo darla a conocer ante la ciudadanía para que ésta le dé su aprobación (tarea no fácil).

Explico partiendo de la siguiente premisa: El ser humano por naturaleza es renuente al cambio y tal parece que aquí en Durango ésta se agudiza. Al respecto sobran ejemplos, pero por citar uno está el del Corredor Constitución, que para que se lograra se llevó 10 años y unas 20 presentaciones ante diversas autoridades y gobiernos. Este es un claro ejemplo de la resistencia natural y provocada.

La primera, por los vecinos que a primera instancia se verían afectados y luego ahora están beneficiados; y la segunda, por los oportunistas que siempre aparecen y quieren “sacar agua para su molino” (actores políticos por lo general de oposición y uno que otro seudolíder social chantajista y protagónico).

Tal esquema ahora con las redes genera mucha polémica y distorsionada gracias al efecto del teléfono descompuesto (la nociva desinformación). Otro ejemplo muy nocivo y perverso fue cuando en su momento más que sociabilizar se manipuló el proyecto del recinto ferial y para ello se requirió del CCE y ciertas cámaras empresariales, los cuales estaban representados por empresarios y seudoempresarios (los típicos lambiscones) que gracias al gobernador en turno, representaban y operaban dichos organismos.

La maquiavélica maniobra consistió en crear cámaras y “camaritas” de membrete hasta para los caninos y pajaritos, y así mayoritear para liberar y asignar los recursos. ¡Vaya perverso cuadro! Y se hablaba de inclusión y consenso (nada más falso). El resultado viéndolo bajo la óptica de costo-beneficio, no un elefante sino un mamut blanco, que ahora hasta su mantenimiento nos cuesta y los que lo edificaron escalaron a otro nivel socioeconómico haciendo el gran “bisnes”.

Otro ejemplo y más reciente fue cuando José Ramón Enríquez, siendo presidente municipal capitalino pretendió y se aferró a realizar el paseo turístico y recreativo por Fanny Anitúa. Al respecto oportuno comentar que el que escribe, en coordinación con Martín Gamboa, Francisco Martínez y Rafael Sarmiento, elaboramos el proyecto turístico estatal a principios de este siglo y el mismo ha sido el plan rector de todo lo que se ha venido desarrollando en la materia, especificando que en lo concerniente al centro de la ciudad, se contemplaba un circuito turístico desde Constitución, Alamedas y articulaba precisamente la calle Fanny Anitúa.

El error de la administración del galeno es que el proyecto que ésta presentó fue de forma aislada, es decir no se proyectó todo el circuito como estaba concebido y así debió haber sido sociabilizado; al presentar sólo esa área enfrente de la FECA para ser preciso, se percibió como una ocurrencia, aparte de trastocar muchos intereses (craso error derivado en rechazo).

Pasando al tiempo presente, las autoridades en turno deben consensar los proyectos de forma estratégica: Técnicamente exhibir las especificaciones inherentes y periféricas al proyecto, ante el segmento poblacional que se verá impactado con tal obra y “tan tan”.

El desarrollo que genera riqueza distributiva, mejores condiciones de vida al consolidar servicios públicos de calidad, que también mejore las vialidades, las condiciones medioambientales en la mancha urbana, ¡adelante! El progreso y el bienestar social no se pueden detener por negligencia, por protagonismo, por desinformación o por intereses mezquinos. ¡Consensar sí, sometimiento no!

De tal razón, felicito al edil Jorge Salum por haber fijado postura con relación al tema de la ciclovía en Laureano Roncal, puntal y bisagra articuladora de todo un circuito que vendrá a beneficiar a miles de ciudadanos que usamos el transporte de dos ruedas. Aparte, con el citado, a futuro se tenderá a cambiar la forma del transporte público con sus respectivas benevolencias.

Al margen, qué bien que se cuente con el plan 2040 como brújula de desarrollo y qué mejor que se promueva a escala mundial.

Consensar pero determinar

Sin duda toda obra pública que se pretenda construir tiene que contar con el debido sustento técnico y éste sociabilizarlo. Aquí la duda es cómo darla a conocer ante la ciudadanía para que ésta le dé su aprobación (tarea no fácil).

Explico partiendo de la siguiente premisa: El ser humano por naturaleza es renuente al cambio y tal parece que aquí en Durango ésta se agudiza. Al respecto sobran ejemplos, pero por citar uno está el del Corredor Constitución, que para que se lograra se llevó 10 años y unas 20 presentaciones ante diversas autoridades y gobiernos. Este es un claro ejemplo de la resistencia natural y provocada.

La primera, por los vecinos que a primera instancia se verían afectados y luego ahora están beneficiados; y la segunda, por los oportunistas que siempre aparecen y quieren “sacar agua para su molino” (actores políticos por lo general de oposición y uno que otro seudolíder social chantajista y protagónico).

Tal esquema ahora con las redes genera mucha polémica y distorsionada gracias al efecto del teléfono descompuesto (la nociva desinformación). Otro ejemplo muy nocivo y perverso fue cuando en su momento más que sociabilizar se manipuló el proyecto del recinto ferial y para ello se requirió del CCE y ciertas cámaras empresariales, los cuales estaban representados por empresarios y seudoempresarios (los típicos lambiscones) que gracias al gobernador en turno, representaban y operaban dichos organismos.

La maquiavélica maniobra consistió en crear cámaras y “camaritas” de membrete hasta para los caninos y pajaritos, y así mayoritear para liberar y asignar los recursos. ¡Vaya perverso cuadro! Y se hablaba de inclusión y consenso (nada más falso). El resultado viéndolo bajo la óptica de costo-beneficio, no un elefante sino un mamut blanco, que ahora hasta su mantenimiento nos cuesta y los que lo edificaron escalaron a otro nivel socioeconómico haciendo el gran “bisnes”.

Otro ejemplo y más reciente fue cuando José Ramón Enríquez, siendo presidente municipal capitalino pretendió y se aferró a realizar el paseo turístico y recreativo por Fanny Anitúa. Al respecto oportuno comentar que el que escribe, en coordinación con Martín Gamboa, Francisco Martínez y Rafael Sarmiento, elaboramos el proyecto turístico estatal a principios de este siglo y el mismo ha sido el plan rector de todo lo que se ha venido desarrollando en la materia, especificando que en lo concerniente al centro de la ciudad, se contemplaba un circuito turístico desde Constitución, Alamedas y articulaba precisamente la calle Fanny Anitúa.

El error de la administración del galeno es que el proyecto que ésta presentó fue de forma aislada, es decir no se proyectó todo el circuito como estaba concebido y así debió haber sido sociabilizado; al presentar sólo esa área enfrente de la FECA para ser preciso, se percibió como una ocurrencia, aparte de trastocar muchos intereses (craso error derivado en rechazo).

Pasando al tiempo presente, las autoridades en turno deben consensar los proyectos de forma estratégica: Técnicamente exhibir las especificaciones inherentes y periféricas al proyecto, ante el segmento poblacional que se verá impactado con tal obra y “tan tan”.

El desarrollo que genera riqueza distributiva, mejores condiciones de vida al consolidar servicios públicos de calidad, que también mejore las vialidades, las condiciones medioambientales en la mancha urbana, ¡adelante! El progreso y el bienestar social no se pueden detener por negligencia, por protagonismo, por desinformación o por intereses mezquinos. ¡Consensar sí, sometimiento no!

De tal razón, felicito al edil Jorge Salum por haber fijado postura con relación al tema de la ciclovía en Laureano Roncal, puntal y bisagra articuladora de todo un circuito que vendrá a beneficiar a miles de ciudadanos que usamos el transporte de dos ruedas. Aparte, con el citado, a futuro se tenderá a cambiar la forma del transporte público con sus respectivas benevolencias.

Al margen, qué bien que se cuente con el plan 2040 como brújula de desarrollo y qué mejor que se promueva a escala mundial.

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