Ciudad anfitriona
Ya que se “hermoseó” la calle Hidalgo de Las Alamedas a la avenida 20 de Noviembre, ahora hay que hacer de ésta un verdadero destino turístico y de esparcimiento.
Lo antes comentado lo ejemplificaré con el circuito de Tlaquepaque, Jalisco, el cual desde que fue llevado a cabo mediante empedrar las vialidades, equipar la zona por medio de señalamientos, alumbrado y mobiliario colonial, pero lo más importante es que se atrajo y anidaron negocios relacionados al turismo y la cultura (talleres artesanales, restaurantes, cafés, museos, casas de antigüedades, etc.), todos éstos en su conjunto es lo que crea una atmosfera única y especial y ésta es lo que atrae y vende.
El esquema de Tlaquepaque, en su momento los que anduvimos promoviendo el corredor de Constitución lo adoptamos como ejemplo ilustrativo de lo que se requería hacer en dicha calle. Siendo claro a través de un plan económico y reglamento que se elaboró para propiciar que los establecimientos que en ese tiempo ya se encontraban operando y no tenían un perfil turístico, entonces mediante estímulos y facilidades incitarlos a cambiar y adaptarse; y por otra vertiente evitar la proliferación de antros disfrazados de restaurantes.
Al final la calle Constitución cambió físicamente al cerrar dicha vialidad al uso vehicular; se instaló mobiliario colonial, pero lo esencial no se logró: Consolidarlo y proyectarlo turísticamente mediante ese inventario anhelado de establecimientos como en Tlaquepaque, por el contrario, indebidamente se permitió la instalación y proliferación de antros que propiciaron no sólo desorden sino un mingitorio público nocturno, aparte permanecieron establecimientos que nada tienen que ver con el esquema deseado, y por si faltara, se instaló una tienda de conveniencia.
El trasfondo de tal aborto fue la corrupción por la venta y manejo de las licencias de alcohol y la mediocridad de las autoridades responsables en turno. El resultado final: El ahora Corredor Constitución no es más que una calle bonita pero un anexo de la Plazuela Baca Ortiz.
Una vez planteado los dos ejemplos, para la calle de Hidalgo hay que adoptar el primero y esto llevando a cabo el plan económico y reglamento que en su momento se concibió para Constitución y no se empleó. De darse, se lograría la instalación de verdaderos restaurantes, no “antros”, cafeterías, y que todos estos saquen sus mesas al aire libre y oferten bebidas con contenido alcohólico como se hace en todas partes del mundo en sus áreas turísticas.
Inaudito e inaceptable que se siga entrampado con el tema si se venden más licencias de alcohol o se puede servir bebidas con contenido alcohólico en exteriores, ¡por favor!, cuando en paralelo el clandestinaje está posicionado y boyante.
Retomando y concluyendo con la calle Hidalgo, la cual apenas se acaba de transformar, cabe reflexionar que es el momento de reproyectarla al fin debido y deseado antes planteado. Si por el contrario se deja pasar el tiempo, su distorsión será inercial y acabará como Constitución. ¡No sólo es “hermosear” los lugares, sino cambiar la vocación de los mismos! Y eso no es obra ni de la casualidad ni del tiempo sino de aplicar un reglamento y plan económico.
P.D. Con la apertura de tantas plazas comerciales en diversos puntos de la ciudad, todas en su conjunto representan una seria amenaza para el centro, el cual se puede desplomar económicamente y por ende degradar. De tal razón, la calle Hidalgo, hoy corredor Dolores del Río y el pretendido estacionamiento subterráneo en la plaza Cuarto Centenario, entre otros proyectos que se pretenden llevar a cabo en dicha área, serán determinantes no solo para mantener sino mejorar las condiciones de nuestro centro histórico.
P.P.D. Ante este estancamiento económico, que ya empieza a hacer crisis, qué bien que se lleve a cabo el programa “Impulso Durango” para que a través del mismo se oxigene a las empresas y estas coadyuven a la reactivación económica.
