Jóvenes atrapados
Los jóvenes que cronológicamente están entrando al plano productivo, se toparán con un panorama muy limitado y adverso. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) uno de cada 6 jóvenes a nivel mundial, perdieron su trabajo en estos meses de confinamiento.
No obstante la pandemia, sólo vino a agudizar la crítica situación que ya imperaba, de entrada hay que decir que la globalización como trajo ventajas, igual desventajas; la economía se detonó y diversificó con el modelo del capitalismo salvaje, el cual se dio gracias a su esquema prototipo: *Franquicias y los grandes centros comerciales. Tal situación concentró la riqueza en pocas manos, aquellas que contaban con el capital dominante y oportuno, dicha circunstancia limitó, segregó y casi extinguió a la economía denominada “aldeana e individualista”.
Lo que propició condenar a los jóvenes a ser empleados y no empleadores y los que incursionaron como empresarios y lograron sobrevivir, se tuvieron que adaptar y conformar con obtener un estatus de hombres de negocios pero con percepciones de asalariados ¡Difícil generar riqueza patrimonial!
Ahora, más allá de las circunstancias empresariales y laborales, están las sociales y es aquí donde hay que resaltar que los jóvenes están atrapados en un consumismo muy demandante. Para contextualizar, en el siglo pasado dentro del marco de la economía aislada, una familia mediana en cuanto al número de integrantes y de nivel medio socioeconómicamente, aparte de contar con mayor poder adquisitivo, en paralelo tenían menos necesidades creadas; hoy, las familias del mismo rango están igual pero “al revés” limitadas en percepciones y con un sinfín de necesidades creadas.
Y en esa lógica están los jóvenes de ahora, perciben pocos ingresos y tienden a gastar mucho en una serie de artículos (celular, juegos, ropa de marca, etc.). Esta situación, por un lado los mantiene en un estado de insatisfacción igual a frustración, y por otro lado los vuelve mediáticos a razón que ya no se disciplinan en proyectar un plan de desarrollo a largo plazo, prefieren adquirir todo lo que demanda una sociedad basada en el estatus y así ni cómo ahorrar.
Ante todo lo planteado, los jóvenes deben ser influenciados por referentes que representen proyectos de largo alcance y fundamentados en la legalidad y honorabilidad (capitales limpios, etc.).
Desgraciadamente, los ejemplos son todo lo contrario: generar riqueza rápida, exhibicionista y qué importa si es ilícita. Los jóvenes tienen que desligarse de esta superflua y vana realidad, para poder ser libres y para ello deben de apegarse más a la espiritualidad, ésta basada en el “ser y tener” y no al revés.