Durante una solemne ceremonia que tuvo como marco el bautisterio de la Catedral Basílica Menor de Durango tuvo lugar el bautizo del pequeño Luis Álvarez Reyes, quien para la ocasión lució un bonito atuendo en el característico color blanco.
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Él estuvo acompañado de sus orgullosos padres los señores Luis Álvarez Reyes y Alejandra Reyes Rodríguez, además de sus padrinos Sonia Avendaño y Noé Ramírez, quienes se comprometieron ante el sacerdote oficiante a encargarse de encaminar en la fe católica al pequeño.
En la emotiva celebración también estuvieron presentes sus abuelitos los señores José Luis Álvarez, Norma Hernández, María de la Luz Rodríguez y Agustín Rayas, quienes les felicitaron por el feliz acontecimiento social en donde cumplían con uno de los mandamientos de la iglesia católica.
En la celebración el sacerdote oficiante se dirigió a los papás, padrinos y familiares que se dieron cita para explicarles que por el bautismo, Dios da el “don”, el regalo, de ser hijos de Él, dándonos su mismo Espíritu, para que habite en nosotros.
Agregó que a partir de este momento Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, la Santísima Trinidad, habitarán en el pequeño Luis e hizo hincapié que cuando los niños nacen, inmediatamente los papás les ponen un nombre, pues saben que es muy importante llamarlo de alguna manera para poderlos registrar y para que sean “alguien en especial”, con nombre y apellido, para que sean ciudadanos de bien con derechos y obligaciones, no sucediendo lo mismo con el bautismo porque a veces no le damos la importancia que tiene o estamos confundidos porque escuchamos diferentes opiniones y nos olvidamos de que las Sagradas Escrituras nos dice: “El que crea y se bautice se salvará”.
Dijo que como todos sabemos, los hombres nacemos con el “pecado original” que cometieron nuestros primeros padres, Adán y Eva, pero como Dios nos ama mucho y sabía que mientras estuviésemos en pecado, no podríamos vivir en amistad con Él, nos envió a su Hijo Jesucristo, quien se hizo hombre como nosotros para salvarnos y hacer posible la vida de amor con Dios.
Hizo mención especial de que para ello Cristo, murió en la cruz y resucitó. De esa manera venció al pecado e hizo posible que nosotros podamos morir al pecado y nacer de nuevo a la vida de Dios. Todo ello, gracias al bautismo.
También destacó que todos nacemos separados de Dios, es decir, “muertos a la vida de Dios” por el pecado original y nacemos a la vida de Dios, a la vida espiritual, al recibir el bautismo. El bautismo, como todos los otros sacramentos fue instituido por Cristo. Él le dio el mandato a los apóstoles de “ir y bautizar” a todas las criaturas y esparcir sus conocimientos en la vida, más tarde procedió a bañar con las aguas benditas del Río Jordán a Luis, quien de esta manera tuvo su ingreso a las filas del catolicismo.
Más tarde se reunieron en una amena fiesta familiar en donde compartieron los sagrados alimentos para celebrar.
