“Veinticinco años han recorrido juntos llenos de amor y de felicidad, esperando que puedan recorrer otros 25 años más. Feliz aniversario”… Celebraron sus Bodas de Plata, el feliz matrimonio formado por los señores Carlos Alberto Valverde Ochoa y Olga Patricia Molina Vargas, quienes ese día especial renovaron sus votos matrimoniales mediante una emotiva ceremonia Eclesiástica, llevada a cabo en el Monasterio de la Santísima Trinidad de la Casa de la Comunidad de Hermanas Carmelitas Descalzas.
Los esposos Valverde Molina, por ese amor lindo que se profesan desde hace muchos años, procrearon una hermosa familia, sus tres hijas, donde además cabe agregar a qué se dedica cada una de ellas, Karla Patricia (egresada de la Licenciatura en Nutrición) Karen Paola (desde hace 5 años ya es religiosa Carmelita Descalza) y Karely Pamela, ella es estudiante de bachillerato en la ByCENED), ya que son el orgullo de sus amados padres, y quienes estuvieron acompañando a sus papás en este acontecimiento tan especial para ellos, sus 25 años de feliz matrimonio.
La especia misa estuvo a cargo del presbítero Fray Juan Bacasegua González, quien dirigió emotivas palabras para los esposo, haciendo mención el día en que se casaron por primera ocasión, Carlos Alberto y Olga Patricia, fue un 17 de agosto de 1996, en el Templo de Cristo Rey, evento que seguramente quedará guardado en el corazón de los felices celebrantes.
“Son un bello ejemplo de lo que significa el amor, el que hoy celebren un cuarto de siglo de unión es una dicha que llena los corazones de sus seres amados, se le desean muchos años más de dicha y paciencia, feliz aniversario de plata padres”, es lo que al finalizar la ceremonia expresaron sus querida hijas.
Al culminar la emotiva ceremonia, la familia anfitriona ofreció una bonita recepción en el salón de eventos de dicho Monasterio, ahí, el feliz matrimonio fue ampliamente felicitado por sus seres queridos, quienes ese día les desearon toda una vida juntos, llena de gratos momentos y lealtad.
Emotivas también fueron las palabras que cada uno de sus invitados expresó a los festejados, para luego dar paso a una exquisita comida, la cual degustaron los gentiles asistentes.
Desde luego algunos familiares y amistades cercanos, agradecieron a los anfitriones por la excelente boda.
Veinticinco años se dicen fáciles, pero se ganan con dedicación y amor, ese amor que han cultivado a lo largo de estos años, es extraordinario. Muchas felicidades y bendiciones en su aniversario y que cumplan muchos más.