La adrenalina y la aventura se apoderaron de las maquinas ATV, UTV, SSV y Motos Enduro, quienes comandadas por sus pilotos surcaron y conquistaron la Sierra Madre Occidental para ser parte de la onceava edición de la Ruta Durango–Mazatlán, la cual concluyó una vez más con éxito y sobre todo con saldo blanco.
Para esta edición del 2020 hubo muchos interesados en ser parte de la ruta, pero Walter Bishop, organizador del evento, atinadamente solo abrió las inscripciones para 200 competidores, con la finalidad de evitar la propagación del Covid-19.
Dos días por la Sierra Madre Occidental fueron los que vivieron los pilotos de vehículos.
Con un cambio de fecha, debido a la pandemia, la organización de la Ruta se preocupó por brindar un buen servicio a los participantes quienes partieron de la Catedral duranguense para llegar a Mexiquillo, en el primer día.
La primera jornada estuvo llena de alegría y diversión misma que concluyó con una cena tipo bufete.
Con los primeros rayos del sol del segundo día, los pilotos abordaron sus vehículos para continuar con la travesía, misma que fue maratónica.
El visitar los poblados de Huizar y Mesa de Negros, apenas fue el preámbulo de lo que sería una gran aventura.
Algunos pilotos tomaron un poco de aire en Los Ángeles ya que fue la puerta para bajar al Río Presidios, en donde debido a las lluvias serranas su caudal aumento y representó un verdadero reto.
Sin embargo, el compañerismo y unión se hizo presente y cada uno de los pilotos logró hacer el cruce.
Al final de cuentas, el manto celestial nocturno abrigó a los pilotos quienes llegaron a Mazatlán con algunos sustos, además de tener la satisfacción de superar el reto y la motivación para el siguiente año.