Como vimos en el artículo anterior de la serie, hacer fotografía de “campo amplio” es relativamente de bajo costo y, de cierta manera, sencilla de hacer. Aunque si queremos lograr resultados realmente buenos, debemos invertir un poco en equipo y en procesado.
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Ahora, el siguiente paso natural es la fotografía llamada “planetaria”, que es toda aquella que se enfoca en planetas, Sol, Luna, cometas y asteroides.
Creo que todos en algún momento hemos sacado una foto de la Luna o, cuando tenemos la oportunidad, hemos intentado capturar la imagen de un planeta a través de un telescopio. Ambas parecen fáciles, pero ninguna lo es realmente. Seguramente de la Luna solamente hemos captado un disco blanco en una noche oscura. Si nos fue bien, obtuvimos una imagen bien expuesta de la Luna pero un entorno completamente oscuro. En el caso de los planetas, si el pulso no nos falló, obtuvimos una imagen relativamente digna.
En el caso de nuestro satélite natural, buscamos obtener imágenes sólo con la Luna o “componiendo” con algunos otros objetos complementarios: cuando se trata de un eclipse lunar o resaltar al máximo a Selene, la colocamos sola en la imagen; pero cuando hay Luna llena o nueva, es muy común buscar colocarla junto a alguna torre, cúpula, cerro, puente o lo que sea que nos dé una composición interesante. También, para fotografiar el paisaje y a la Luna y que ambos luzcan bien iluminados, se aconseja hacer las fotografías durante el crepúsculo o el amanecer.
En el caso de cometas, podemos hacer fotografía de campo amplio o buscar un acercamiento a su núcleo mediante un telescopio o un lente “zoom” (de larga distancia focal) para ver más detalle. En ambos casos, se aconsejan fotografías de unos pocos segundos (no más de 10), a menos que se cuente con seguimiento del objeto (comentamos algo al respecto en la nota anterior de astrofotografía). Si se opta por esta última opción, se pueden buscar tomas de 20 o más segundos (incluso minutos) pero tengamos en cuenta que el cometa se mueve a mayor velocidad que las estrellas de fondo, por lo que luego tendremos que hacer un procesamiento para el cometa (en donde las estrellas aparecerán como trazos, debido al tiempo) o separar las estrellas del cometa, procesar ambos por separado e integrar las tomas al final.
Los planetas son algo fascinante. ¿Quién puede imaginar que podemos ver las nubes de gas de la atmósfera alta de Júpiter, por ejemplo?
Para este tipo de fotografía se requiere un telescopio necesariamente. Un planeta es un objeto demasiado pequeño para captarlo con un lente “zoom” (aunque hay quien ha presentado alguna foto con esta técnica), por lo que requiere una focal larga y el mayor número de aumentos posible. Traducido a palabras más sencillas: requiere del telescopio más grande posible. Entre más grande sea el espejo o lente principal, más aumentos podemos tener y mayor definición y detalle en el objeto. Así, con un telescopio de 4.5” (espejo o lente de 4.5 pulgadas de diámetro – u 11.4 centímetros – ) lograremos identificar los fabulosos anillos del planeta Saturno o identificar levemente las franjas de gas sobre el planeta Júpiter. Pero si hablamos de un 10” (¡25.4 centímetros de diámetro!) podemos discernir la “división de Cassini” en Saturno, la “gran mancha roja” en Júpiter o los casquetes polares en Marte. La Luna es más fácil por la sencilla razón de que es mucho más grande: podemos observar muy de cerca sus cráteres, cordilleras y “mares”. Esto se ve reflejado en la fotografía también; obviamente con más detalle del que nuestros ojos pueden captar a través de una observación directa.
El procedimiento en el caso de la fotografía planetaria consiste en acoplar una cámara, ya sea de celular, reflex o dedicada al telescopio mediante un adaptador y así adquirir las imágenes. Para mejorar el detalle de estas – de las imágenes – se recomienda grabar video del cuerpo celeste en cuestión, separar los fotogramas y “apilarlos” (empalmarlos) para obtener imágenes de mayor calidad. Esto último se hace mediante un “software” de procesamiento de imágenes.
Consideremos que, además del equipo antes mencionado, las condiciones atmosféricas ya son un factor relevente a tener en cuenta, ya que la turbulencia atmosférica demerita en buena cantidad, la calidad de la imagen o video adquirido y de la imagen final en su caso. Nunca debemos buscar al objeto cuando está cerca del horizonte y, entre más estable esté la atmósfera, mejor para nosotros. Una gran ventaja en este tipo de fotografía es que, en la mayoría de los casos, no necesitamos alejarnos de las luces de la ciudad, ya que los objetos son muy brillantes.
En el caso de los asteroides, solamente los podremos observar como puntos brillantes. Lo interesante en su caso es notar cómo de rápido se van moviendo con respecto a las estrellas de fondo. Sobra decir que, en este caso, es muy complicado identificarlos en observación directa y siempre necesitaremos mapas de estrellas para poder localizarlos. Incluso, si no tenemos un conocimiento relativamente bueno del cielo nocturno, también lo necesitaremos para ubicar a algunos de los planetas.
Actualmente existen un sinfín de aplicaciones para teléfonos móviles o computadoras que nos facilitan esta tarea; algunas de estas son: “Stellarium” (https://stellarium.org/es/) o “Starwalk 2” (https://starwalk.space/es), gratuitas ambas.
La fotografía solar es un caso aparte, se requieren aditamentos muy espacializados para esto. Principalmente hablamos de filtros solares para los telescopios y/o cámaras (incluso las de los teléfonos móviles). Estos filtros dejan pasar sólo el 0.001% de la luz solar a nuestros sensores y los protegen de ser literalmente quemados.
Hay diferentes tipos de filtros dependiendo de los resultados que se quiera obtener: los más comunes son los de Mylar o de “polímero negro”, que se usan en la parte delantera de los telescopios o lentes de las cámaras (¡siempre adelante!) y que permiten hacer fotografía de la “fotósfera”, es decir, de la superficie solar, la aprte visible de nuestra estrella. Este tipo de fotografía nos puede mostrar las “manchas solares”, que son regiones del Sol relativamente “más frías” que el resto del mismo y que podemos seguir diariamente y notar su movimiento. Recordemos que, en promedio, el Sol rota sobre su eje cada 27 días.
Con un filtro de hidrógeno-Alfa o de calcio, se puede observar la “cromósfera”, una capa por encima de la fotósfera, en donde se dan los movimientos de plasma magnetizado, las conocidas como “llamaradas” solares.
Aunque es menos común, esta parte de la astronomía es muy interesante ya que es bastante dinámica; el Sol nunca se ve igual de un día para otro. La técnica es la misma que en fotografía de planetas o Luna.
Aquí ya se tiene que refinar la técnica, hacer muchas pruebas con diferentes configuraciones de telescopio y cámara y, sobre todo, el procesado toma un papel muy relevante.