El Día de Muertos es una de las celebraciones más importantes y especiales en México, con esta se busca honrar la vida y memoria de aquellos que se nos adelantaron en el camino, al colocar una ofrenda para consentir a nuestros seres queridos que nos visitan cada 2 de noviembre.
Sin duda, estos altares de muertos no están completos sin la comida que más les gustaba a nuestros fieles difuntos, además de elementos indispensables como agua, flor de cempasúchil, calaveras de azúcar, sal y por supuesto, el popular pan de muerto.
En México existen más de 200 variedades de pan de muerto, el cual refleja la cosmovisión de los pueblos que lo elaboran y le otorgan diversos significados, con el único objetivo de honrar a quienes ya no están.
Ya sea el clásico con azúcar, con ajonjolí o los rellenos (dependiendo la región), no puede faltar en esta famosa celebración.
Cientos de familias mexicanas se dedican a la elaboración del mismo, pero actualmente son pocas las que lo realizan de manera artesanal. Es por esto que acudimos a uno de los maestros panaderos más populares de la ciudad de Durango, Tomás René Vázquez Campa, dueño de la panadería “La Espiga Dorada”, para que nos relatara la tradición de elaborar este delicioso pan y la importancia en la cultura mexicana.
Entre harina, masa y mucho amor creció el señor Tomás René Vázquez Campa, un hombre que ha dedicado prácticamente toda su vida a la elaboración de pan, una tradición que heredó de su familia.
Este maestro panadero tiene más de 55 años deleitando a los duranguenses con su rico pan. Y ahora son sus hijos quienes aprenden de esta noble tradición.
Desde muy pequeño se interesó por esta labor, al verse rodeado de familiares que se dedicaban a la panadería, quienes se convirtieron en un modelo a seguir para él. Según relata el señor Tomás para El Sol de Durango, él nació en la panadería de sus padres, así lo señala ya que aun siendo un recién nacido su madre lo llevaba al negocio mientras ella y su esposo elaboraban los panes del día.
Tahonero, es la palabra que define a una persona o individuo que tiene o posee una tahora, también aplica al dueño o propietario de un establecimiento, local o tienda en donde se prepara o vende el pan, conocido como panadería.
El señor Tomás señala que toda su vida, “todos sus familiares han sido tahoneros”, desde sus tíos, primos y sus padres, y ahora son las nuevas generaciones las que se han interesado por aprender de este oficio.
“Ser panadero es un oficio muy bondadoso, es el más bonito que hay en todo el mundo (…) nos ayudamos unos a otros, nos hacemos la vida más llevadera, más bonita”, asegura con una sonrisa.
Cuando era joven, Tomás René sostuvo algunos problemas con Antonio Nañez, quien en ese entonces era el secretario de los panaderos en Durango, por lo que al no conseguir trabajo se vio obligado a mudarse a Chihuahua, donde trabajó por más de 15 años.
Pero tras la muerte de Antonio, el señor Tomás regresó a su natal Durango y decidió tomar las riendas del negocio de su padre, el que actualmente lleva por nombre “La Espiga Dorada”, ubicado en calle Pino Suarez esquina con Carlos León de la Peña #201, en la Zona Centro de la ciudad de Durango.
En su negocio, cada año el pan de muerto comienza a elaborarse desde inicios del mes de octubre hasta el 10 de noviembre, que es cuando más se registran ventas.
Tomás y su familia elaboran dos tipos de este pan, el tradicional y uno relleno de cajeta coronado, el cual es el más popular entre su clientela.
“Preparar el pan de muerto siempre ha sido una tradición en mi familia, yo recuerdo que des chiquitito, desde niño, mi papá me enseñaba cómo se amasaba la masa, los ingredientes necesarios”.
Es por esto, que Tomás aún conserva todas las recetas de su padre y las sigue al pie de la letra, ya que asegura “este es el secreto” para que a las personas sigan consumiendo en su negocio.
Finalmente, el señor Tomás aseguró que el 2020 sin duda ha sido uno de los retos más difíciles que tenido que enfrentar como empresario, ya que las ventas disminuyeron considerablemente.
El año pasado generalmente se preparaban de 900 a mil panes de muerto al día, mientras que este solo se realiza aproximadamente 350, debido a las bajas ventas.
Por ello, hizo un llamado a la ciudadanía para que consuman en los negocios locales y ayuden a los empresarios duranguenses a sobrellevar la crisis que ha dejado la pandemia por el Covid-19.
Existen diversas versiones sobre el origen del pan de muerto, una de ellas se remonta a la época de la Conquista y señala que, cuando los españoles observaron que en algunos rituales se sacrificaba a una doncella y su corazón era sumergido en olla con amaranto para después ser mordido a modo de ofrenda, lo encontraron tan violento que se dieron a la tarea de buscar una manera de sustituir el ritual.
Por ello, crearon el pan de muerto, hecho con harina de trigo en forma de corazón y cubierto de azúcar roja, para representar el corazón de la doncella.
Actualmente, el pan más popular tiene una forma circular que simboliza el ciclo de la vida y de la muerte por el que cada ser humano pasa, al centro del pan la “bolita” representa el cráneo del difunto, las tiras en cruz los huesos con los que estamos formados, también hacen referencia a las lágrimas de los difuntos. Además, simbolizan los cuatro puntos cardinales que a su vez están dedicados a distintos dioses: Quetzalcóatl, Tláloc, Xipe Tútec y Tezcatlipoc.
En algunas regiones del país al pan de muerto se le agrega esencia de azahar, para simbolizar el recuerdo de los difuntos.
