/ lunes 22 de abril de 2019

"Chocolatos" golpean la economía del país: Falomir

Formula una crítica severa al creciente problema de autos de procedencia extranjera

El presidente de la Asociación Mexicana de Distribuidores Automotrices -AMDA- en Durango, Guillermo Falomir Russek, en entrevista con El Sol de Durango, formula una crítica severa al creciente problema de los autos “chocolatos”.

Estima de entrada que debe irse a la raíz y poner un alto al contrabando en las aduanas, porque estas unidades ni pasan volando ni pasan subterráneamente.

Sin embargo, a la vez sostiene que el dotar de unas placas de identificación a los dueños de estos automotores, es una manera clara de fomentar la ilegalidad y de golpear a la economía del país.

Luego, no hay grandes expectativas para que a partir de la ‘4ta Transformación’ la dinámica cambie, pues a meses de iniciada la nueva administración, los “chocolatos” siguen pasando a México sin restricciones a pesar de las condiciones mecánicas que presentan estos vehículos.

Y es que, el mercado de los autos extranjeros con estancia ilegal en el país, ha constituido el gran negocio para algunos, desde el “coyote” que los pasa, hasta el político que traduce en votos cada unidad; se trata de un negocio muy redituable, que alcanza para cohechar a aduanales, a policías federales, a policías estales y municipales incluso.

EL GRUESO DE LOS “CHOCOLATOS” SON UNIDADES RECUPERADAS POR ASEGURADORAS Y EN MUY MALAS CONDICIONES MECÁNICAS

El mayor porcentaje de unidades provenientes del vecino país del norte, corresponden a un concepto que allá se conoce como “salvage”, es decir, automotores que fueron robadas y recuperadas o bien, siniestradas que las reparan para luego mandarlas para México, porque en Estados Unidos ya no pueden circular.

Son unidades que cuestan 300 a 500 dólares, son compradas por coyotes que luego las pasan para acá de manera ilegal, de contrabando, en un hecho que ha sido durante décadas el gran negocio para muchos, porque con lo que se venden de este lados estos vehículos chatarra, queda dinero para pagarle a los aduanales, a los policías federales y hasta a las policías locales, es decir, estatales y municipales.

Considera que en lugar de solapar el fenómeno de autos “chocolatos” como muchas autoridades lo hacen, deberían de combatirlo, eliminando definitivamente este tipo de unidades, cuya gran mayoría no traen título de propiedad, no hay forma de comprobar que se compraron legalmente y que fueron introducidas de manera lícita a México.

Afirma categórico el entrevistado que todo este universo que envuelve a la gran mayoría de los vehículos “chocolatos”, constituye un delito en el que muchos se ven involucrados.

Explica que estos vehículos son comercializados en México por 30 a 40 mil pesos y no valen eso, porque a las primeras de cambio, ya requieren alguna refacción que en muchos casos no hay aquí y sin remedio la unidad pasa al yonque.

En contra parte, a través de un pequeño esfuerzo, las personas pueden adquirir en México un automotor nacional, legal, con seguro, con garantía, que además paga impuestos.

Parece paradójico, pero vale la pena el esfuerzo por todo lo que ello conlleva, es un círculo virtuoso, sobre todo una circulación legal y la aportación para el desarrollo.

En años pasados, la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automóviles, hizo una prueba.

Adquirió un automotor de procedencia extranjera, pagó impuestos, es decir, la unidad pasó legal, se pagaron aranceles. Luego, intentó hacerla pasar de regreso a Estados Unidos. Obviamente no fue posible, las autoridades estadounidenses no lo permitieron, bajo el argumento de que esa unidad no cumple parámetros mínimos de cuidado del aíre, mecánicos, de seguridad, etcétera. Simplemente no pasó.

Esto deja más que claro, que del otro lado nos envían todo el ‘mugrero’, se trata de unidades robadas, otras salvadas por las compañías de seguros, y por si fuera poco, no cumplen requisitos ambientales.

Al verter su punto de vista respecto a la medida estatal de dotar de unos metales de identificación a los dueños de “chocolatos”, el empresario considera que, bajo el argumento de seguridad, se está contribuyendo a la ilegalidad.

Son placas que cuestan alrededor de ochocientos pesos, cuando para vehículos nacionales el costo es de casi 3 mil pesos.

Muchos optan por la ilegalidad.

Afirma que es un error y una manera de abonarle a lo ilícito, de fomentar que sigan llegando autos ilegales.

Añade que eso de saber quiénes son los poseedores de estos autos fuera de la ley, dónde viven, etcétera, es una argumento vano.

Se solapa un ilícito, porque el contrabando es un ilícito que debe combatirse.

Luego reflexiona que es importante ir a la raíz, a las aduanas, porque los vehículos no pasan volando y tampoco de manera subterránea. Las unidades pasan por las aduanas, donde hay autoridades encargadas de verificar precisamente la legalidad de lo que llega al país.

Luego, lamenta que además del concepto de ilegalidad, el tema de los “chocolatos” ha sido bien aprovechado por los gobiernos como bandera política. Así, cada auto prácticamente se convierte en un voto, de tal manera que han pasado sexenios y se afirma que “sólo por una vez”, sin embargo, en los hechos, se legalizan o regularizan millones de autos.

Menciona que independientemente de las negociaciones y acuerdos que se dan entre empresarios de la industria automotriz y los gobiernos, las legislaturas, en los hechos, los “chocolatos” siguen entrando al país por miles, porque no deja de ser el gran negocio incluso en este nuevo sexenio, donde había alguna expectativa para que la situación cambiara.

Guillermo Falomir es tajante al responder a la pregunta de la esperanza que el sector tiene con respecto a la ‘Cuarta Transformación’. Sostiene preciso que no hay credibilidad en que se vaya a hacer algo.

Desgraciadamente es muy apetitoso políticamente este tipo de unidades, porque a la hora de legalizarlas, insiste, tristemente son votos y el gobierno traduce la regularización en el concepto electoral.

Estamos hablando de algunos tres millones de votos que, sin duda alguna representan un interés importante para los gobernantes en turno y para quienes quieren seguir asidos al poder gubernamental.

Independientemente del tema de la ilegalidad con la que llegan los vehículos al país, el entrevistado recuerda el espíritu de la regularización, que fue básicamente para auxiliar las labores del campo, aunque no dejan de ser las mismas unidades que a la vuelta de unas semanas ya requieren alguna reparación.

Sin embargo, en el terreno de los hechos, hoy en día resulta que andan circulando por todo el país Mercedes Benz, Corvette, etcétera y la pregunta es qué tienen que ver todas estas unidades con la fundamentación para permitir la importación. Absolutamente nada. Tanto en la ciudad como en rancherías, hay vehículos de lujo que nada qué ver con las labores del campo.

Por citar un ejemplo de la desvergüenza con la que se manejan los “chocolatos”, recordó que hace algunos sexenios, de hecho, un funcionario del estado, el Secretario General de Gobierno, se transportaba en uno de estos vehículos. Cuando se le hizo la observación, tajante lo negó a pesar de la evidencia. Esto es lamentable, porque como funcionarios son ejemplo para los demás.

El entrevistado es insistente en que es un error el dotar de un metal de identificación a dueños de “chocolatos”. Reitera que lo que se debe hacer es eliminar este tipo de unidades del mercado nacional.

Al darles placas, se está fomentando la comisión de un ilícito y a la vez se asesta un golpe a la industria automotriz del país y a la economía en general, lo cual es más que lamentable.

El impacto es brutal, porque se afecta a la empresa formal, a la que paga impuestos, nómina, vacaciones, Infonavit, IMSS, todas las prestaciones. Por citar un solo ejemplo, en Compautos Nissan trabajan 120 jefes de familia, no hablamos de un changarrito, los impuestos que se generan son considerables. De ese tamaño es el impacto.

La industria automotriz a nivel nacional es de las que más impuestos le generan al Gobierno.

Yo sería de la idea de proteger y cuidar a los cautivos, afirma Falomir.

En contraparte, hay infinidad de dueños de “chocolatos”, que simplemente no les interesa en absoluto tener placas de identificación y nada ocurre, porque no se les puede obligar y tampoco se les puede sacar de circulación.

Falomir Russek resume que el panorama es complicado para distribuidores automotrices, sin embargo, asegura que la determinación de esta organización es seguir pugnando por la legalidad, por la erradicación de los “chocolatos” y desde luego por permanecer los niveles de empleo que ha mantenido históricamente esta industria.

El presidente de la Asociación Mexicana de Distribuidores Automotrices -AMDA- en Durango, Guillermo Falomir Russek, en entrevista con El Sol de Durango, formula una crítica severa al creciente problema de los autos “chocolatos”.

Estima de entrada que debe irse a la raíz y poner un alto al contrabando en las aduanas, porque estas unidades ni pasan volando ni pasan subterráneamente.

Sin embargo, a la vez sostiene que el dotar de unas placas de identificación a los dueños de estos automotores, es una manera clara de fomentar la ilegalidad y de golpear a la economía del país.

Luego, no hay grandes expectativas para que a partir de la ‘4ta Transformación’ la dinámica cambie, pues a meses de iniciada la nueva administración, los “chocolatos” siguen pasando a México sin restricciones a pesar de las condiciones mecánicas que presentan estos vehículos.

Y es que, el mercado de los autos extranjeros con estancia ilegal en el país, ha constituido el gran negocio para algunos, desde el “coyote” que los pasa, hasta el político que traduce en votos cada unidad; se trata de un negocio muy redituable, que alcanza para cohechar a aduanales, a policías federales, a policías estales y municipales incluso.

EL GRUESO DE LOS “CHOCOLATOS” SON UNIDADES RECUPERADAS POR ASEGURADORAS Y EN MUY MALAS CONDICIONES MECÁNICAS

El mayor porcentaje de unidades provenientes del vecino país del norte, corresponden a un concepto que allá se conoce como “salvage”, es decir, automotores que fueron robadas y recuperadas o bien, siniestradas que las reparan para luego mandarlas para México, porque en Estados Unidos ya no pueden circular.

Son unidades que cuestan 300 a 500 dólares, son compradas por coyotes que luego las pasan para acá de manera ilegal, de contrabando, en un hecho que ha sido durante décadas el gran negocio para muchos, porque con lo que se venden de este lados estos vehículos chatarra, queda dinero para pagarle a los aduanales, a los policías federales y hasta a las policías locales, es decir, estatales y municipales.

Considera que en lugar de solapar el fenómeno de autos “chocolatos” como muchas autoridades lo hacen, deberían de combatirlo, eliminando definitivamente este tipo de unidades, cuya gran mayoría no traen título de propiedad, no hay forma de comprobar que se compraron legalmente y que fueron introducidas de manera lícita a México.

Afirma categórico el entrevistado que todo este universo que envuelve a la gran mayoría de los vehículos “chocolatos”, constituye un delito en el que muchos se ven involucrados.

Explica que estos vehículos son comercializados en México por 30 a 40 mil pesos y no valen eso, porque a las primeras de cambio, ya requieren alguna refacción que en muchos casos no hay aquí y sin remedio la unidad pasa al yonque.

En contra parte, a través de un pequeño esfuerzo, las personas pueden adquirir en México un automotor nacional, legal, con seguro, con garantía, que además paga impuestos.

Parece paradójico, pero vale la pena el esfuerzo por todo lo que ello conlleva, es un círculo virtuoso, sobre todo una circulación legal y la aportación para el desarrollo.

En años pasados, la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automóviles, hizo una prueba.

Adquirió un automotor de procedencia extranjera, pagó impuestos, es decir, la unidad pasó legal, se pagaron aranceles. Luego, intentó hacerla pasar de regreso a Estados Unidos. Obviamente no fue posible, las autoridades estadounidenses no lo permitieron, bajo el argumento de que esa unidad no cumple parámetros mínimos de cuidado del aíre, mecánicos, de seguridad, etcétera. Simplemente no pasó.

Esto deja más que claro, que del otro lado nos envían todo el ‘mugrero’, se trata de unidades robadas, otras salvadas por las compañías de seguros, y por si fuera poco, no cumplen requisitos ambientales.

Al verter su punto de vista respecto a la medida estatal de dotar de unos metales de identificación a los dueños de “chocolatos”, el empresario considera que, bajo el argumento de seguridad, se está contribuyendo a la ilegalidad.

Son placas que cuestan alrededor de ochocientos pesos, cuando para vehículos nacionales el costo es de casi 3 mil pesos.

Muchos optan por la ilegalidad.

Afirma que es un error y una manera de abonarle a lo ilícito, de fomentar que sigan llegando autos ilegales.

Añade que eso de saber quiénes son los poseedores de estos autos fuera de la ley, dónde viven, etcétera, es una argumento vano.

Se solapa un ilícito, porque el contrabando es un ilícito que debe combatirse.

Luego reflexiona que es importante ir a la raíz, a las aduanas, porque los vehículos no pasan volando y tampoco de manera subterránea. Las unidades pasan por las aduanas, donde hay autoridades encargadas de verificar precisamente la legalidad de lo que llega al país.

Luego, lamenta que además del concepto de ilegalidad, el tema de los “chocolatos” ha sido bien aprovechado por los gobiernos como bandera política. Así, cada auto prácticamente se convierte en un voto, de tal manera que han pasado sexenios y se afirma que “sólo por una vez”, sin embargo, en los hechos, se legalizan o regularizan millones de autos.

Menciona que independientemente de las negociaciones y acuerdos que se dan entre empresarios de la industria automotriz y los gobiernos, las legislaturas, en los hechos, los “chocolatos” siguen entrando al país por miles, porque no deja de ser el gran negocio incluso en este nuevo sexenio, donde había alguna expectativa para que la situación cambiara.

Guillermo Falomir es tajante al responder a la pregunta de la esperanza que el sector tiene con respecto a la ‘Cuarta Transformación’. Sostiene preciso que no hay credibilidad en que se vaya a hacer algo.

Desgraciadamente es muy apetitoso políticamente este tipo de unidades, porque a la hora de legalizarlas, insiste, tristemente son votos y el gobierno traduce la regularización en el concepto electoral.

Estamos hablando de algunos tres millones de votos que, sin duda alguna representan un interés importante para los gobernantes en turno y para quienes quieren seguir asidos al poder gubernamental.

Independientemente del tema de la ilegalidad con la que llegan los vehículos al país, el entrevistado recuerda el espíritu de la regularización, que fue básicamente para auxiliar las labores del campo, aunque no dejan de ser las mismas unidades que a la vuelta de unas semanas ya requieren alguna reparación.

Sin embargo, en el terreno de los hechos, hoy en día resulta que andan circulando por todo el país Mercedes Benz, Corvette, etcétera y la pregunta es qué tienen que ver todas estas unidades con la fundamentación para permitir la importación. Absolutamente nada. Tanto en la ciudad como en rancherías, hay vehículos de lujo que nada qué ver con las labores del campo.

Por citar un ejemplo de la desvergüenza con la que se manejan los “chocolatos”, recordó que hace algunos sexenios, de hecho, un funcionario del estado, el Secretario General de Gobierno, se transportaba en uno de estos vehículos. Cuando se le hizo la observación, tajante lo negó a pesar de la evidencia. Esto es lamentable, porque como funcionarios son ejemplo para los demás.

El entrevistado es insistente en que es un error el dotar de un metal de identificación a dueños de “chocolatos”. Reitera que lo que se debe hacer es eliminar este tipo de unidades del mercado nacional.

Al darles placas, se está fomentando la comisión de un ilícito y a la vez se asesta un golpe a la industria automotriz del país y a la economía en general, lo cual es más que lamentable.

El impacto es brutal, porque se afecta a la empresa formal, a la que paga impuestos, nómina, vacaciones, Infonavit, IMSS, todas las prestaciones. Por citar un solo ejemplo, en Compautos Nissan trabajan 120 jefes de familia, no hablamos de un changarrito, los impuestos que se generan son considerables. De ese tamaño es el impacto.

La industria automotriz a nivel nacional es de las que más impuestos le generan al Gobierno.

Yo sería de la idea de proteger y cuidar a los cautivos, afirma Falomir.

En contraparte, hay infinidad de dueños de “chocolatos”, que simplemente no les interesa en absoluto tener placas de identificación y nada ocurre, porque no se les puede obligar y tampoco se les puede sacar de circulación.

Falomir Russek resume que el panorama es complicado para distribuidores automotrices, sin embargo, asegura que la determinación de esta organización es seguir pugnando por la legalidad, por la erradicación de los “chocolatos” y desde luego por permanecer los niveles de empleo que ha mantenido históricamente esta industria.

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