Con un templo lleno, donde incluso personas permanecían de pie, los duranguenses acudieron nuevamente a la Catedral Basílica Menor de la ciudad capital para iniciar con el tradicional ritual de Semana Santa.
Luego de dos años en los que la pandemia impidió la celebración de la Semana Santa y cualquier servicio eucarístico, los feligreses tomaron de nuevo los templos y cantando "Un mandamiento nuevo nos da el señor, que nos amemos todos como nos ama Dios", formaron parte de la misa en la que se lleva a cabo la representación de la última cena y el lavatorio de pies, para el que se eligieron a representantes de la sociedad civil.
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En la ceremonia que estuvo a cargo del Arzobispo de Durango, Faustino Armendáriz Jiménez, se pidió por el amor, la paz, la empatía y la humildad. Fue el mismo jerarca católico el que llevo a cabo el procedimiento del lavado de pies a los duranguenses elegidos y se les entregó un pan bendito el cual representa una de las cuatro acciones de la eucaristía.
Durante la homilía, Armendáriz Jiménez, pidió a los feligreses que Durango sea una Arquidiócesis eucarística, pues en este día se recuerda el gesto de humildad que tuvo Jesús con sus discípulos en la última cena y con ello se instituyó uno de los momentos más importantes dentro de la eucaristía.
"Nos comprometamos a tener un corazón limpio y recibir de manera permanente para Jesús", dijo el Arzobispo de Durango, quién invitó a los asistentes a darse la paz, y hacerlo de una manera simbólica sin tocar a su compañero, como se hacía anteriormente estrechando la mano.
Son varios los cambios que se tienen actualmente al acudir a rezar a los templos, sin embargo la fe católica de los duranguenses es aún mayor y en esta ocasión no quisieron perder un año más sin poder conmemorar la muerte y resurrección de Jesús.