/ lunes 14 de junio de 2021

Mexicanos relatan la odisea de vivir una pandemia en el extranjero

La Covid-19 dejó miles de relatos esparcidos por el mundo, por ello recolectamos los de cuatro mexicanos que actualmente radican en Holanda, Alemania, Italia y Canadá

En pleno siglo XXI nadie imaginaría vivir el “fin del mundo” a través de una pandemia mundial. Una situación llena de matices y contrastes que dejó miles de relatos esparcidos por el mundo.

Todos lo vivimos desde una perspectiva muy distinta, que dejó secuelas y aprendizajes importantes para cada ser humano. Pero, ¿Cómo fue la experiencia para aquellos que por diferentes circunstancias viven lejos de su país de origen?

En entrevista para El Sol de Durango Liz, Vanessa, Lizeth y Guillermo, mexicanos que actualmente radican en Holanda, Alemania, Italia y Canadá, relatan la odisea de vivir la pandemia en el extranjero.

Mencionar que estas entrevistas fueron realizadas durante el mes de mayo de 2021, por lo que las cifras y medidas en los países mencionados pudieran variar un poco.


Holanda, confinamiento inteligente

Sorpresivo, así es como Lizbeth Nájera Aguirre, una duranguense que radica en Holanda desde hace más de cuatro años, recuerda el inicio de la pandemia por la Covid-19. Relata que tras los primeros casos registrados las medidas sanitarias eran bastante relajadas, sin embargo, la situación cambió drásticamente ante la ola de contagios que se desató.

En marzo de 2020 se determinó el confinamiento para toda Holanda, solo los supermercados y farmacias permanecieron abiertos y se estableció el toque de queda para todos los ciudadanos, “parecía un lugar fantasma, sin vida y aún más frío de lo que es”, señala la duranguense.

Nadie podía salir a menos de que se presentara una emergencia, el tiempo se detuvo pero a la vez surgió la solidaridad. Ya que varias personas se organizaron y a través de Facebook anunciaron su servicio para llevar comida o diversos artículos para los adultos mayores y así evitar al máximo que se expusieran a un posible contagio.

Lizbeth Nájera Aguirre, duranguense que radica en Holanda/ Foto: Cortesía | Lizbeth Nájera

Liz asegura que durante el año de confinamiento tuvo miedo e incertidumbre, pero los pequeños detalles de humanidad fueron los que le ayudaron a mantener la esperanza, más en un país tan lejano al suyo.

Un poco de esperanza surgió para todos cuando finalmente en febrero de 2021 las autoridades holandesas determinaron que los alumnos de kinder, primaria y secundaria regresarían a clases. Mientras que mediados de mayo también se planeaba el regreso de los alumnos de preparatoria y Universidad, todos obligados a aplicar las medidas sanitarias ya conocidas.

En Holanda a inicios de mayo la población aún se encontraba en confinamiento y la situación aún era cautelosa, cada dos semanas las autoridades sanitarias evalúan la situación a través de cuatro fases: precaución, a considerar, seria y grave, para determinar si se endurecían o relajaban las medidas.

Para Liz el inicio de la vacunación en el mes de febrero representó un respiro, “a pesar de que podía salir a caminar, porque vivo cerca del bosque, me ayudó bastante, en la interacción humana me afectó bastante”, destaca.

Las vacunas se aplicaron en primera instancia a personal médico así como a aquellas personas que cuidan a adultos mayores, posteriormente siguieron las personas de la tercera edad, personas con enfermedades crónicas y aquellas de 50 años de edad.

El vivir una pandemia en un país lejano fue una situación totalmente surrealista, pero me ayudó a valorar más cada detalle de lo cotidiano y sobre todo a las personas a mi alrededor, menciona conmovida la duranguense.

Holanda implementa medidas sanitarias ante pandemia/ Foto: Cortesía | Lizbeth Nájera



Alemania, sociedad responsable

Vanessa Luna es una joven originaria de Durango, México, quien desde abril de 2019 vive en Alemania por cuestiones laborales. Para ella, la llegada del Covid a este país fue paulatino, ya que asegura que durante los primeros meses de 2020 la vida seguía “normal” y parecía un problema muy lejano.

Pero a inicios de marzo de 2020 ya se tenían los primeros contagios registrados, el gobierno alemán decidió adelantar las vacaciones de Pascua y estableció cuarentena para la población en general, sólo permanecieron abiertos hospitales, supermercados y farmacias. La distancia y el uso de cubrebocas eran obligatorios.

Vanessa Luna, duranguense que radica en Alemania/ Foto: Cortesía | Vanessa Luna

A pesar de que Alemania fue uno de los primeros países más afectados a nivel mundial, durante el verano de 2020 los ciudadanos comenzaron a relajar las medidas sanitarias, recuerda Vanessa.

Debido al confinamiento las escuelas trasladaron las clases a casa, solo podían acudir de manera presencial los hijos de personas con trabajos esenciales. Pero finalmente en septiembre regresaron todos los alumnos a las clases presenciales.

Vanessa señala que durante las vacaciones de diciembre el gobierno estableció diversas medidas para frenar los contagios, como el que sólo dos familias podían reunirse para los festejos.

“Siempre se debía usar el cubrebocas, solo podías reunirte con una persona ajena a las que habitaban en tu hogar, de las 21:00 hasta las 05:00 horas nadie podía salir a la calle, y para aquellos que realizaban fiestas recibían una multa de 500 hasta mil 500 euros (aproximadamente 36 mil 111 pesos mexicanos).

Por otra parte, los ciudadanos que perdieron su trabajo el gobierno brindaba apoyo económico, una acción que sin duda dejó gratamente sorprendida a Vanessa pues destaca que esto permitía que todos tuvieran la misma oportunidad de quedarse en casa sin exponer a nadie.

La joven destaca que fue una experiencia difícil, sobre todo porque “el confinamiento fue bastante estricto y realmente durante todo un año no pudimos salir ni encontrarnos con otras personas”.

Pero las buenas noticias comenzaron a llegar a inicios de 2021, cuando inició la vacunación a adultos mayores, personal de salud y aquellos con trabajos esenciales.

Mientras que en febrero le tocó el turno al personal educativo y en el mes de abril empezó para la población en general.

Desde que comenzó la pandemia en Alemania, Vanessa asegura que en todo momento se sintió protegida y segura ”porque el sistema de salud es muy bueno y porque las personas son muy conscientes y solidarias al no exponer a nadie a algún contagio”.

Su mayor temor era por su familia que se encontraba al otro lado del mundo. “Yo sé que ellos se cuidan pero también soy consciente de que en México no es posible frenar la vida y respetar el confinamiento porque hay personas que viven al día, así que solo espero lo mejor para ellos y poder verlos pronto'', finalizó.

Vanessa Luna, duranguense que radica en Alemania/ Foto: Cortesía | Vanessa Luna


Covid-19, problemática lejana para Canadá

El 26 de febrero de 2020 Guillermo Monsalvo llegó a Toronto, Canadá, proveniente de los Mochis, Sinaloa, sin imaginar que estaba a punto de vivir una experiencia totalmente distinta a la que tenía planeada.

Para esa fecha comenzaba a sonar el tema del virus en América pero aún no era considerado de gravedad, y ni siquiera se creía que el virus fuera a llegar a esta parte del mundo, relata Guillermo.

“Fue muy duro vivir una pandemia lejos de mi familia y mi país. Nunca pensé que el virus fuera a llegar aquí”, pero a inicios de marzo se detectaron los primeros casos y el gobierno de Canadá inmediatamente cerró sus fronteras y puso a todos sus habitantes en confinamiento.

Todo permaneció cerrado durante un año, únicamente los supermercados operaron y solo vendían artículos esenciales y de preferencia se tenían que solicitarlos a través de una aplicación.

Guillermo Monsalvo, mexicano que radica en Canadá/ Foto: Cortesía | Guillermo Monsalvo

Se convirtió en una situación bastante deprimente, “en mi caso sufrí mucho y caí en depresión ya que aquí siempre hace frío y está nevado, la temperatura llega hasta los -20° y el sol sale tres horas durante el invierno, por lo que cuando llega la primavera los canadienses la disfrutan al máximo, sin embargo debido al Covid nadie podía salir a tomar un poco de sol”, relata con nostalgia.

El gobierno determinó que las escuelas regresarían a clases en septiembre de 2020 por un mes y medio, pero ante la alza de contagios suspendieron la asistencia y retomaron clases virtuales, fue hasta enero de 2021 que regresaron con clases híbridas.

Guillermo comparte que el proceso de vacunación en Canadá comenzó en enero de 2021, y para mayo ya se había vacunado a los jóvenes del país, mientras la jornada de la segunda dosis estaba casi completa.

El regreso a la nueva normalidad fue un golpe de realidad, se sentía un ambiente bastante positivo en las calles, las personas comenzaron a adquirir confianza en salir de nuevo, relata el sinaloense.

Para el regreso a los trabajos se redujo el personal en las empresas, además establecieron las medidas sanitarias ya conocidas.

Guillermo asegura que sus 28 años aprendió a conocerse más, “tuve que aprender a tolerar, el ser humano debemos estar dispuestos a vivir cambios radicales. Pero a pesar de todo el venir a Canadá ha sido una de las mejores experiencias qué he tomado”, comparte con una enorme sonrisa.

Guillermo Monsalvo, mexicano que radica en Canadá/ Foto: Cortesía | Guillermo Monsalvo


Reflexiones desde Italia

Italia fue una de las naciones más golpeadas por la Covid-19, miles de vidas se perdieron y el sistema de salud colapsó. Una experiencia muy dura y difícil de describir, así lo señala Lizeth Soto, una joven duranguense que actualmente radica en este país.

Liz, como la llaman de cariño sus amigos, llegó a vivir al norte Italia en octubre de 2020, para ingresar al país tuvo que enviar una carta en la que explicaba minuciosamente los detalles acerca de su estancia.

El amor llevó a la duranguense a esta parte del mundo y poco a poco fue recolectando historias sobre los estragos que dejó el virus a su paso. “Hubo pérdidas muy grandes, miles de familias quedaron destrozadas, y el simple hecho de escuchar ambulancias volvía loca a la gente”, relata con tristeza.

Lizeth Soto, duranguense que radica en Italia/ Foto: Cortesía | Lizeth Soto

“Durante el año de confinamiento algunas personas, como mi suegra, recuerdan que todo se veía muerto, no veían la hora de salir y respirar, pero sobre todo de convivir con las personas”, destaca conmovida Liz.

“La sociedad italiana es muy responsable y respeta mucho la ley, por ende cada una de las medidas que establecían, ya que su lógica es que si yo pongo de mi parte ayudo a frenar un poco el problema, algo que me impactó y sin duda es admirable”, señala.

A pesar de la crítica situación que vivió el país los niños nunca dejaron de ir a la escuela y fueron de las primeras naciones en implementar las clases híbridas.

En mayo de 2021 la vacunación en Italia se encontraba en una etapa avanzada, personal médico, adultos mayores, personal académico y personas de 50 a 59 años de edad ya habían recibido las dosis.

Para la duranguense el vivir una pandemia mundial alejada de su familia y país le permitió valorar la presencia humana, el trabajo y el tiempo, “darme cuenta que a veces hacer planes no te llevaba a nada porque la vida cambia en un segundo y todo se puede acabar en un instante, entendí que siempre debo vivir el presente, el aquí y ahora”, concluye.

Plasencia, Italia/ Foto: Cortesía | Lizeth Soto

En pleno siglo XXI nadie imaginaría vivir el “fin del mundo” a través de una pandemia mundial. Una situación llena de matices y contrastes que dejó miles de relatos esparcidos por el mundo.

Todos lo vivimos desde una perspectiva muy distinta, que dejó secuelas y aprendizajes importantes para cada ser humano. Pero, ¿Cómo fue la experiencia para aquellos que por diferentes circunstancias viven lejos de su país de origen?

En entrevista para El Sol de Durango Liz, Vanessa, Lizeth y Guillermo, mexicanos que actualmente radican en Holanda, Alemania, Italia y Canadá, relatan la odisea de vivir la pandemia en el extranjero.

Mencionar que estas entrevistas fueron realizadas durante el mes de mayo de 2021, por lo que las cifras y medidas en los países mencionados pudieran variar un poco.


Holanda, confinamiento inteligente

Sorpresivo, así es como Lizbeth Nájera Aguirre, una duranguense que radica en Holanda desde hace más de cuatro años, recuerda el inicio de la pandemia por la Covid-19. Relata que tras los primeros casos registrados las medidas sanitarias eran bastante relajadas, sin embargo, la situación cambió drásticamente ante la ola de contagios que se desató.

En marzo de 2020 se determinó el confinamiento para toda Holanda, solo los supermercados y farmacias permanecieron abiertos y se estableció el toque de queda para todos los ciudadanos, “parecía un lugar fantasma, sin vida y aún más frío de lo que es”, señala la duranguense.

Nadie podía salir a menos de que se presentara una emergencia, el tiempo se detuvo pero a la vez surgió la solidaridad. Ya que varias personas se organizaron y a través de Facebook anunciaron su servicio para llevar comida o diversos artículos para los adultos mayores y así evitar al máximo que se expusieran a un posible contagio.

Lizbeth Nájera Aguirre, duranguense que radica en Holanda/ Foto: Cortesía | Lizbeth Nájera

Liz asegura que durante el año de confinamiento tuvo miedo e incertidumbre, pero los pequeños detalles de humanidad fueron los que le ayudaron a mantener la esperanza, más en un país tan lejano al suyo.

Un poco de esperanza surgió para todos cuando finalmente en febrero de 2021 las autoridades holandesas determinaron que los alumnos de kinder, primaria y secundaria regresarían a clases. Mientras que mediados de mayo también se planeaba el regreso de los alumnos de preparatoria y Universidad, todos obligados a aplicar las medidas sanitarias ya conocidas.

En Holanda a inicios de mayo la población aún se encontraba en confinamiento y la situación aún era cautelosa, cada dos semanas las autoridades sanitarias evalúan la situación a través de cuatro fases: precaución, a considerar, seria y grave, para determinar si se endurecían o relajaban las medidas.

Para Liz el inicio de la vacunación en el mes de febrero representó un respiro, “a pesar de que podía salir a caminar, porque vivo cerca del bosque, me ayudó bastante, en la interacción humana me afectó bastante”, destaca.

Las vacunas se aplicaron en primera instancia a personal médico así como a aquellas personas que cuidan a adultos mayores, posteriormente siguieron las personas de la tercera edad, personas con enfermedades crónicas y aquellas de 50 años de edad.

El vivir una pandemia en un país lejano fue una situación totalmente surrealista, pero me ayudó a valorar más cada detalle de lo cotidiano y sobre todo a las personas a mi alrededor, menciona conmovida la duranguense.

Holanda implementa medidas sanitarias ante pandemia/ Foto: Cortesía | Lizbeth Nájera



Alemania, sociedad responsable

Vanessa Luna es una joven originaria de Durango, México, quien desde abril de 2019 vive en Alemania por cuestiones laborales. Para ella, la llegada del Covid a este país fue paulatino, ya que asegura que durante los primeros meses de 2020 la vida seguía “normal” y parecía un problema muy lejano.

Pero a inicios de marzo de 2020 ya se tenían los primeros contagios registrados, el gobierno alemán decidió adelantar las vacaciones de Pascua y estableció cuarentena para la población en general, sólo permanecieron abiertos hospitales, supermercados y farmacias. La distancia y el uso de cubrebocas eran obligatorios.

Vanessa Luna, duranguense que radica en Alemania/ Foto: Cortesía | Vanessa Luna

A pesar de que Alemania fue uno de los primeros países más afectados a nivel mundial, durante el verano de 2020 los ciudadanos comenzaron a relajar las medidas sanitarias, recuerda Vanessa.

Debido al confinamiento las escuelas trasladaron las clases a casa, solo podían acudir de manera presencial los hijos de personas con trabajos esenciales. Pero finalmente en septiembre regresaron todos los alumnos a las clases presenciales.

Vanessa señala que durante las vacaciones de diciembre el gobierno estableció diversas medidas para frenar los contagios, como el que sólo dos familias podían reunirse para los festejos.

“Siempre se debía usar el cubrebocas, solo podías reunirte con una persona ajena a las que habitaban en tu hogar, de las 21:00 hasta las 05:00 horas nadie podía salir a la calle, y para aquellos que realizaban fiestas recibían una multa de 500 hasta mil 500 euros (aproximadamente 36 mil 111 pesos mexicanos).

Por otra parte, los ciudadanos que perdieron su trabajo el gobierno brindaba apoyo económico, una acción que sin duda dejó gratamente sorprendida a Vanessa pues destaca que esto permitía que todos tuvieran la misma oportunidad de quedarse en casa sin exponer a nadie.

La joven destaca que fue una experiencia difícil, sobre todo porque “el confinamiento fue bastante estricto y realmente durante todo un año no pudimos salir ni encontrarnos con otras personas”.

Pero las buenas noticias comenzaron a llegar a inicios de 2021, cuando inició la vacunación a adultos mayores, personal de salud y aquellos con trabajos esenciales.

Mientras que en febrero le tocó el turno al personal educativo y en el mes de abril empezó para la población en general.

Desde que comenzó la pandemia en Alemania, Vanessa asegura que en todo momento se sintió protegida y segura ”porque el sistema de salud es muy bueno y porque las personas son muy conscientes y solidarias al no exponer a nadie a algún contagio”.

Su mayor temor era por su familia que se encontraba al otro lado del mundo. “Yo sé que ellos se cuidan pero también soy consciente de que en México no es posible frenar la vida y respetar el confinamiento porque hay personas que viven al día, así que solo espero lo mejor para ellos y poder verlos pronto'', finalizó.

Vanessa Luna, duranguense que radica en Alemania/ Foto: Cortesía | Vanessa Luna


Covid-19, problemática lejana para Canadá

El 26 de febrero de 2020 Guillermo Monsalvo llegó a Toronto, Canadá, proveniente de los Mochis, Sinaloa, sin imaginar que estaba a punto de vivir una experiencia totalmente distinta a la que tenía planeada.

Para esa fecha comenzaba a sonar el tema del virus en América pero aún no era considerado de gravedad, y ni siquiera se creía que el virus fuera a llegar a esta parte del mundo, relata Guillermo.

“Fue muy duro vivir una pandemia lejos de mi familia y mi país. Nunca pensé que el virus fuera a llegar aquí”, pero a inicios de marzo se detectaron los primeros casos y el gobierno de Canadá inmediatamente cerró sus fronteras y puso a todos sus habitantes en confinamiento.

Todo permaneció cerrado durante un año, únicamente los supermercados operaron y solo vendían artículos esenciales y de preferencia se tenían que solicitarlos a través de una aplicación.

Guillermo Monsalvo, mexicano que radica en Canadá/ Foto: Cortesía | Guillermo Monsalvo

Se convirtió en una situación bastante deprimente, “en mi caso sufrí mucho y caí en depresión ya que aquí siempre hace frío y está nevado, la temperatura llega hasta los -20° y el sol sale tres horas durante el invierno, por lo que cuando llega la primavera los canadienses la disfrutan al máximo, sin embargo debido al Covid nadie podía salir a tomar un poco de sol”, relata con nostalgia.

El gobierno determinó que las escuelas regresarían a clases en septiembre de 2020 por un mes y medio, pero ante la alza de contagios suspendieron la asistencia y retomaron clases virtuales, fue hasta enero de 2021 que regresaron con clases híbridas.

Guillermo comparte que el proceso de vacunación en Canadá comenzó en enero de 2021, y para mayo ya se había vacunado a los jóvenes del país, mientras la jornada de la segunda dosis estaba casi completa.

El regreso a la nueva normalidad fue un golpe de realidad, se sentía un ambiente bastante positivo en las calles, las personas comenzaron a adquirir confianza en salir de nuevo, relata el sinaloense.

Para el regreso a los trabajos se redujo el personal en las empresas, además establecieron las medidas sanitarias ya conocidas.

Guillermo asegura que sus 28 años aprendió a conocerse más, “tuve que aprender a tolerar, el ser humano debemos estar dispuestos a vivir cambios radicales. Pero a pesar de todo el venir a Canadá ha sido una de las mejores experiencias qué he tomado”, comparte con una enorme sonrisa.

Guillermo Monsalvo, mexicano que radica en Canadá/ Foto: Cortesía | Guillermo Monsalvo


Reflexiones desde Italia

Italia fue una de las naciones más golpeadas por la Covid-19, miles de vidas se perdieron y el sistema de salud colapsó. Una experiencia muy dura y difícil de describir, así lo señala Lizeth Soto, una joven duranguense que actualmente radica en este país.

Liz, como la llaman de cariño sus amigos, llegó a vivir al norte Italia en octubre de 2020, para ingresar al país tuvo que enviar una carta en la que explicaba minuciosamente los detalles acerca de su estancia.

El amor llevó a la duranguense a esta parte del mundo y poco a poco fue recolectando historias sobre los estragos que dejó el virus a su paso. “Hubo pérdidas muy grandes, miles de familias quedaron destrozadas, y el simple hecho de escuchar ambulancias volvía loca a la gente”, relata con tristeza.

Lizeth Soto, duranguense que radica en Italia/ Foto: Cortesía | Lizeth Soto

“Durante el año de confinamiento algunas personas, como mi suegra, recuerdan que todo se veía muerto, no veían la hora de salir y respirar, pero sobre todo de convivir con las personas”, destaca conmovida Liz.

“La sociedad italiana es muy responsable y respeta mucho la ley, por ende cada una de las medidas que establecían, ya que su lógica es que si yo pongo de mi parte ayudo a frenar un poco el problema, algo que me impactó y sin duda es admirable”, señala.

A pesar de la crítica situación que vivió el país los niños nunca dejaron de ir a la escuela y fueron de las primeras naciones en implementar las clases híbridas.

En mayo de 2021 la vacunación en Italia se encontraba en una etapa avanzada, personal médico, adultos mayores, personal académico y personas de 50 a 59 años de edad ya habían recibido las dosis.

Para la duranguense el vivir una pandemia mundial alejada de su familia y país le permitió valorar la presencia humana, el trabajo y el tiempo, “darme cuenta que a veces hacer planes no te llevaba a nada porque la vida cambia en un segundo y todo se puede acabar en un instante, entendí que siempre debo vivir el presente, el aquí y ahora”, concluye.

Plasencia, Italia/ Foto: Cortesía | Lizeth Soto

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