CANATLÁN, Dgo. (OEM).- A cien años de haberse construido como una moderna estación del ferrocarril en el pueblo de Canatlán, a poco menos de veinte años de la llegada del ferrocarril a esta región, el inmueble se observa descuidado, lejos de la grandeza e importancia que llegó a tener.
A mediados de la década de los noventas, el ferrocarril dejó de prestar servicio por esta región, paso obligado entre la ciudad de Durango y las estaciones de Patos, Santiago Papasquiaro y Tepehuanes.
Durante algunos años el edificio estuvo prácticamente olvidado, destruido, convertido en escondite de malvivientes y refugio de vagos y viciosos y fue en la administración de gobierno municipal 2004-2007 cuando fue rescatado por el gobierno local para convertirlo en la Casa de la Cultura Lilia Santaella Abud.
Centro de enseñanza en oficios, espacio para la enseñanza de la música, la cultura e inclusive las artes marciales, el bello edificio de cantera también fue sede para estación Ciber de una institución de gobierno.
De dos años a la fecha, cuando el colegio Tepeyac se convirtió en el edificio Centenario de la administración municipal, la Casa de la Cultura cambió hacia dicho espacio y el antiguo edificio dejo ser centro de visita, quedando en comodato de la Misión Cultural para uno de sus talleres, carpintería.
Sin embargo, al hacer un recorrido por la parte externa del edificio se observa el descuido en el que se encuentra, con andenes cubiertos de maleza, paredes pintarrajeadas, vidrios rotos en las ventanas que servían de sala de espera y prácticamente la oficina del jefe de la estación.
A cien años de su construcción, la antigua estación de ferrocarril luce majestuosa, con una elegancia que ni el paso de los años ni tampoco el descuido en el que se encuentra quitan su belleza.
De manera extraoficial se conoció que en fecha próxima el sitio será la sede del museo municipal, sin lugar a duda el sitio ideal para no solo exponer parte de una historia cuatro veces centenaria de la región, sino para que sea sitio de visita de los canatlenses y las personas que acuden a conocer la belleza que alberga a Canatlán.