A inicios del año 2020 en occidente comenzaban a llegar noticias desde el oriente acerca de un misterioso virus integrante de la familia Coronavirus, el cual empezaba a cobrar la vida de miles de personas en China.
Durante los meses de enero y febrero, en la ciudad de Durango estas noticias se sentían tan lejanas e incluso irreales, algunas personas no creían que el virus fuera tan letal como se anunciaba en los periódicos e incluso los primeros ciudadanos que comenzaron a portar el cubrebocas eran vistos de una forma extraña, “¿qué me vas a contagiar? ¿Qué delicada, ni que te fuera a contagiar?”, eran tan solo algunos de los cuestionamientos que recibían en las calles, pero todo cambió en el mes de marzo.
Sin imaginarlo, rápidamente este virus comenzó a esparcirse por todo el mundo, y fue precisamente el 12 de marzo de 2020 cuando se detectó el primer caso en Durango, se trataba de un hombre de 58 años de edad proveniente de España, quien tras realizarse las pruebas correspondientes dio positivo a la Covid-19.
Esta situación cambió por completo la perspectiva de los duranguenses respecto a la pandemia. Justamente unos días después del primer caso confirmado, se presentó la primera muerte en la entidad por Covid-19.
Una noticia amarga que cambió el panorama social por completo, la tensión y el miedo podía sentirse, los cubrebocas comenzaron a escasear, algunos ciudadanos demostraron su miedo al realizar compras de pánico, el distanciamiento social era cada vez más notorio.
Además se registraron algunos casos de discriminación contra personas orientales, por el estigma que crecía acerca de que las personas provenientes de ciertos países eran portadores del virus.
Poco a poco las autoridades comenzaron a establecer las normas de salud para evitar que los contagios se propagaran y colapsara el sistema de salud de la entidad.
Los héroes de capa blanca
El personal médico comenzó a tener miedo ante una situación desconocida y peligrosa, ya que los colocaba en la primera línea de batalla. Incluso algunos decidieron mudarse para no poner en riesgo a sus familias, mientras que otros establecieron una rutina casi religiosa para desinfectarse al llegar a sus hogares.
Mientras que una parte de la ciudadanía aún no dimensionaba la situación y por el contrario ponía en peligro la vida del personal de salud, pues en la ciudad capital se registraron varios ataques al personal médico, en sus casas y en la vía pública, e incluso les llegaron a impedir el uso del transporte público, pues aseguraban que estos portaban el virus y los podrían contagiar.
Pero ante una situación tan compleja otros duranguenses se unieron y demostraron su empatía, al poner al servicio del personal médico sus automóviles para trasladarlos a sus respectivos centros de salud. La policía municipal y estatal también se unió a la iniciativa, así como algunos empresarios locales.
El tiempo transcurrió y con él aumentaron las cifras de contagios, aquellas personas qué parecían escépticas ante la enfermedad comenzaron a conocer de casos más cercanos qué habían perdido la vida a causa de este cruel virus.
Distanciamiento social, lo que el Covid se llevó
La dinámica social cambió por completo, de un día para otro desaparecieron los abrazos y los saludos de beso en la mejilla, todos buscaban estar apartados de otros, no era bien vista aquella persona que no usara cubrebocas o que estornudara sin ningún respeto en la calle.
Además las principales calles de la ciudad lucían vacías, los negocios que una vez fueron exitosos habían bajado sus cortinas e incluso algunos se vieron forzados a cerrar de manera definitiva.
Los estudiantes tuvieron que habilitar sus cuartos, salas o incluso cocinas como salón de clases, el trabajo para los maestros se redobló y los padres de familia tuvieron que encontrar las dinámicas pertinentes para que sus hijos tuvieran acceso a la educación, mientras que otros niños y jóvenes simplemente no tuvieron oportunidad de continuar con sus estudios.
Varias personas perdieron sus empleos, la situación se tornó crítica para cientos de familias que dependían directamente de los trabajos perdidos.
A pesar de la crítica situación, muchos ciudadanos no tomaban conciencia y a mediados de 2020 comenzaron a registrarse las llamadas “covifiestas”, en las que se invitaba a personas contagiadas para así contagiar a otros y lograr el efecto rebaño.
En el mes de junio los ciudadanos comenzaron a relajar las medidas sanitarias, en la plaza principal de la ciudad de Durango se observaban a familias enteras disfrutando de una nieve, los jóvenes retomaron su vida social y con ello los bares abrieron sus puertas, un situación frustrante para el personal de salud que llevaba casi un año luchando contra el virus y sin poder convivir con sus familias.
Finalmente para las fiestas decembrina las autoridades en una súplica, solicitaron a los duranguenses no realizar convivios o reuniones familiares, pero esta fue atendida por muy pocos.
A un año de la pandemia en el estado de Durango las autoridades sanitarias reportan hasta este jueves 11 de marzo de 2021, 31 mil 489 casos positivos de Covid-19, así como 2 mil 160 defunciones en todo el estado.
Pero debemos recordar que detrás de cada cifra del Covid hay un rostro, un nombre, una familia y una lucha muy grande. Así como una despedida que no pudo ser y que sin duda deja una pérdida irreparable. Dedicado a aquellas familias que a lo largo de este año tuvieron que enfrentarse a la pérdida de una esposa (o), hijo (a), hermano (a), abuelos, un amigo (a).
