Los manotazos

Pedro Peñazola

  · jueves 20 de enero de 2022

¿Qué le importa a López Obrador? ¿Cuáles han sido sus prioridades? Son interrogantes que es necesario plantear. No se trata de preguntas abstractas ni volátiles. De ninguna manera.

Nos importa entrar a este debate, porque el tabasqueño lanza frecuentemente granadas para la polémica y la disputa. Su saldo a mitad de sexenio es deficiente, por llamarlo de alguna manera. Sus promesas sustanciales se han diluido. No cumplió. Mintió flagrantemente.

No “puso en su lugar Trump”; no logró el crecimiento de la economía; no bajó el precio de la gasolina; no garantizó el crecimiento de las guarderías; sin olvidar, que el 80% de las compras del gobierno federal fueron por asignación directa, contrario a la “transparencia” y “honradez” a las que se comprometió reiteradamente; no bajaron los homicidios dolosos, al contrario, se duplicaron; y, mucho menos regresaron los militares a sus cuarteles, pintó de verde al país, entre otras promesas incumplidas.

El tabasqueño ha abusado de la desmemoria colectiva y la imagen “sencilla” e “incorruptible” que vende en actos públicos, para mantener popularidad y adueñarse de la narrativa pública. El presidente se pelea con los que cuestionan su comportamiento. Para él y sus fusileros todos son conservadores y golpistas. El pasado fue lo peor. No hay matices, aunque su formación y costumbres formen parte de ese pretérito.

Ahora, su “cruzada”, una vez que Lozoya ya no es su garganta profunda, es “desenmascarar” al INE. Artífice de la conjura saboteadora de esa consulta sufragista para satisfacer la vanidad del Tlatoani. Exhibir los despilfarros de esos privilegiados se convierte en la consigna de batalla que cohesiona a la feligresía y, especialmente, a los pobres diputados que nadan en miles de millones de pesos, sin que su productividad lo justifique, suponiendo que saben hacer algo más que levantar la mano.

Sus “batallas” son contra todos los distintos, los organismos autónomos, la UNAM, CIDE, la ENAH y el que piense con cabeza propia. Va de bandazo en bandazo. Todas sus acciones son sin debate, sin deliberación pública y plural. Es alérgico a la diversidad.

Su vena autoritaria desfila en Palacio, por ello propone, sin rigor alguno, a un pelotón de oportunistas para el servicio exterior. Pide denuncias contra algunos pícaros, aunque en realidad de nada vale ¿pasó algo con las imputaciones contra Salgado Macedonio y otros del tipo? Y qué decir de su secretaria de Educación, a quien defiende con pasión. Sí, seguirá dando manotazos. Claro, mientras lo permitamos.

pedropenaloza@yahoo.com

@pedro_penaloz

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