GÓMEZ PALACIO, Dgo. (OEM).- Lo que en el siglo pasado fue una herramienta de comunicación muy importante, sobre todo en la época de los años 60, 70 y 80, hoy en día las casetas telefónicas que se encuentran en la vía pública estorban a los peatones, dan una mala imagen, están en desuso, destruidas, obsoletas y solo sirven para colocar anuncios o dejar basura.
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Se observan varias casetas de telefonía pública que antaño fueron de monedas, y aunque la modernidad los obligó a cambiar a tarjetas de prepago, algunas siguen siendo de monedas. Sin embargo, estos aparatos ya quedaron obsoletos, ya que casi todos los ciudadanos, incluso los niños, cuentan con un teléfono celular.
En aquellas épocas en que los teléfonos públicos eran de monedas, se utilizaban primero las de cobre y luego llegaron las de níquel, especialmente de 20 centavos por tres minutos. Antes de concluir el tiempo, habría que depositar otra moneda para seguir hablando, lo que incluso generaba filas para poder realizar una llamada.
Es importante reconocer que los teléfonos celulares son cada vez más accesibles para todos, especialmente en esta época decembrina, ya que los negocios ofrecen promociones que la gente no puede resistir y adquiere uno o lo cambia por uno más moderno.
En algunas partes de la ciudad se observaron estas casetas telefónicas que están olvidadas, ya que es muy común que cada miembro de una familia cuente con un celular, evitando así utilizar estos aparatos urbanos.
Se observaron varios aparatos en las calles de la ciudad que denotan un abandono. Algunos están dañados, pero todos son utilizados para colocar anuncios de papel promocionando empleos.
Sin embargo, no solo han sido abandonados estos aparatos urbanos, sino que también han sido presa del vandalismo: los pintarrajean, los dañan y quedan inservibles.
Cabe recordar que la llegada de los teléfonos públicos tuvo su auge en el siglo pasado y brindó atención a personas que no contaban con un teléfono fijo en sus hogares. Con la llegada de los celulares en este nuevo milenio, los teléfonos públicos prácticamente han desaparecido, mientras que los teléfonos fijos en los hogares se resisten a dejar de existir.