La ciberguerra entre Rusia y Occidente

Alejandro Blanco

  · sábado 18 de noviembre de 2017

PARIS, Francia – Parece la trama de unafascinante novela de espionaje de John Le Carré. Pero es lacruel realidad, casi invisible, que domina las relacionesinternacionales de este siglo XXI. La cíber guerra es elprincipal escenario de confrontación entre Rusia y Occidente:la campaña de desinformación, injerencia electoral, “fake news” , intoxicación informativaen las redes sociales, cíber espionaje y ataquescibernéticos contra instalaciones estratégicas formanparte de las armas utilizadas por el Kremlin para perturbar elfuncionamiento de las democracias occidentales.

  

“Rusia busca desestabilizar el sistemainternacional”, denunció el miércoles CiaranMartin, responsable del Centro Nacional de Ciberseguridad (NCSC)creado en 2016 en Gran Bretaña.

  

Apenas 48 horas antes, la primera ministra Theresa Mayhabía sido todavía más contundente: “Rusiaaspira a convertir la información en un arma […] paraminar nuestras instituciones”, proclamó en el solemnemarco del banquete anual del lord alcalde de Londres.“Sabemos lo que ustedes hacen. No loconseguirán”, advirtió a Moscú.

  

Esa misma semana, la  task force  deespecialistas creada en 2015 por la Unión Europea (UE) paradetectar y combatir los ataques de Rusia a través de internetdenunció un gran incremento de campañas destinadas aagravar la crisis en Cataluña.

  

En los días previos al referéndum del 1° deoctubre, el volumen de  twits  y mensajes sobreCataluña emitidos por grupos rusos especializados encampañas registró un aumento de 2.100%. Un estudiorealizado por la Universidad George Washington de Estados Unidossobre un espectro de cinco millones de mensajes comprobó que32% de las cuentas con perfiles falsos eran venezolanas opertenecían a perfiles reconocidos como chavistas y 59%estaban ubicadas en Rusia, de las cuales un tercio solo se dedica adifundir contenidos de los medios oficiales RT (ex Rusia Today) ySputnik.

   “España debe tomarse muy en seriola amenaza rusa”, advirtió en ese momento la letonaSandra Kalniete, diputada en el Parlamento Europeo.

  

Hace una semana, finalmente, Madrid terminó por admitir la“injerencia informativa” rusa y el lunes pasado eltema fue expuesto ante la reunión de cancilleres de la UE quese realizó en Bruselas. “El interés de crear caosen España forma parte de una estrategia más globalinteresada en provocar la desestabilización de Europa”,estimó La Moncloa (sede de la presidencia del gobiernoespañol).

  

Ahora el gobierno teme que los “hackers” rusosvuelvan a operar en las elecciones regionales del 21 de diciembreen Cataluña.

  

Los primeros indicios claros de injerencia rusa en los procesospolíticos de Occidente surgieron durante la elecciónpresidencial en Estados Unidos, en noviembre de 2016, que ganóDonald Trump.

  

La comisión creada por el Congreso norteamericano parainvestigar ese colosal operativo de influencia determinó queel aparato de influencia rusa Facebook llegó a 126 millones deusuarios de Facebook, utilizó unas 3.000 cuentas falsas deTwitter y difundió un millar de vídeos por YouTube.

  

La importancia de esa injerencia  —que tuvo unainfluencia determinante en la derrota de la candidata HillaryClinton—  quedó opacada en parte por eldescubrimiento de la trama rusa de Trump. Al término de seismeses de investigación, el procurador especial Robert Mueller,ex director del FBI, acaba de pronunciar las primeras inculpacionescontra ex miembros del equipo de campaña de Trump, acusados decomplicidad con Rusia.

  

El riesgo para Trump es que esa investigación termine pordemostrar que desde el comienzo actúa en colusión con ellíder ruso Vladimir Putin.

  

Después de esa primera experiencia exitosa, la task force  de la UE tuvo pruebas también sobreuna campaña de desprestigio lanzada en los tramos finales dela elección francesa contra Emmanuel Macron, acusado de poseeruna cuenta en un banco offshore del Caribe.

  

Los documentos incriminando a Macron fueron lanzados por el forointernet 4Chan, alimentado por supremacistas y simpatizantes de laextrema derecha norteamericana. La versión fue retransmitidapor trolls y sitios de propaganda rusos, y reproducida por lasagencias RT y Sputnik, que integran la red de propaganda delKremlin.

  

Durante la campaña Macron también había sidoacusado de mantener una relación homosexual, de defendermedidas radicales que no figuraban en su programa, de lavarse lasmanos después de reunirse con los obreros o de estarfinanciado por Arabia Saudita.

  

Lo mismo ocurrió en Alemania, donde las elecciones deoctubre fueron perturbadas por la intensa promoción delpartido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD),realizada en las redes sociales por la“sinfónica” de activistas que opera al serviciodel Kremlin. Esa injerencia fue documentada por el grupo Alliancefor Securing Democracy con sede en Washington, que co-dirige LauraRosenberger, ex consejera de asuntos internacionales de HillaryClinton.

 

La estrategia de Moscú se orienta a potenciar lasdeclaraciones del partido y de los dirigentes que pueden ejercer“mayor perturbación a la vida políticaalemana” para inducir a la población a”cuestionar la sociedad democrática”,estimó Bret Schafer, coordinador del proyecto. La agenda rusa,precisó, es claramente anti-OTAN (Organización delTratado del Atlántico Norte) y anti-UE (UniónEuropea).

  

"Esta es una estrategia no militar cuyos objetivos sonpolíticos", admiten los dirigentes de Bruselas. Elproblema para Occidente reside en que, como ocurría en laguerra fría, reaccionar a los ataques de la cíber guerrapuede provocar una reacción en cadena de imprevisiblesconsecuencias.