En su visita a EU y su encuentro con Trump. Tremenda y grata sorpresa causó el presidente Andrés Manuel López Obrador al mostrar grandes tamaños y estatura de diplomático y estadista a escala y magnitud mundial, en su reciente visita a Estados Unidos y en su encuentro con Donald Trump.
Es la primera ocasión que Andrés Manuel viaja al exterior en año y medio de gobierno.
Y lo hizo en avión comercial, provocando el azoro, la alegría manifiesta, su inmediato y espontáneo respaldo de los pasajeros con los que coincidió.
Lo acompañó una pequeña comitiva, ya no más las enormes manadas y el séquito de colados y metiches, de aduladores de oficio, de aplaudidores de marras, del coro institucional de lambiscones y lamesuelas que derrochaban el dinero de un pueblo sufriente y doliente por la pobreza.
AMLO y México se han ganado el respeto y la admiración internacional por su honestidad y austeridad que le dan autoridad moral, la cual brilla hasta lo lejos.
Y sí, la mejor política exterior es la interior.
AMLO hace caravana con sombrero propio.
López Obrador confirmó y afianzó la soberanía, independencia y dignidad de México ante el mismísimo poderío yanqui.
Por las venas de Andrés Manuel corre patria.
Quedó demostrado que AMLO está en el corazón del pueblo norteamericano y es el presidente más querido por nuestros connacionales.
Su fotografía ante el Memorial del presidente que abolió la esclavitud, Abraham Lincoln, es de ensueño. Es y será memorable, trascenderá la historia.
Donald Trump no tuvo más que rendirle a AMLO el siguiente calificativo que describe la dimensión histórica del mandatario mexicano: “El mejor presidente que ha tenido México”.