Reitero, que con incredulidad observo el acontecer de lo que se le ha llamado los ”fidehomicidios” en distintos medios de comunicación.
En especial el que impacta a la comunidad científica y de manera especial a la noble institución del CONACYT. Las funciones de CONACYT son, entre las que ya mencioné en la primera parte de este artículo, las siguientes:
Establecer y mantener relaciones con organismos similares públicos y privados del extranjero, así como propiciar la participación de representantes del país en congresos u otro tipo de actividades científicas o técnicas y apoyar el intercambio, la cooperación y la información recíproca en las áreas de competencia del Conacyt.
Concertar y apoyar la acción de entes públicos nacionales, asociaciones civiles y organismos no gubernamentales en materias de su competencia.
Promover la racionalización y transparencia en la gestión y aplicación de los recursos públicos y privados destinados a la investigación científica, el desarrollo tecnológico, la innovación y la calidad.
Definir los conceptos relacionados con las áreas de su competencia, de acuerdo a criterios establecidos y aceptados a nivel internacional.
Constituir comisiones permanentes o comisiones ad hoc para el tratamiento y estudio de temas específicos, así como para la evaluación de proyectos específicos, dentro de las áreas de su competencia.
Participar en las actividades, comisiones o colegiados de cualquier tipo o denominación vinculados a organismos oficiales relacionados con ciencia, tecnología, innovación y calidad.
Fomentar el desarrollo de la ciencia, tecnología, innovación y calidad por medio de mecanismos de incentivos a instituciones, empresas y personas.
El Conacyt también apoya con el otorgamiento de becas para estudios de posgrado, apoyo a becarios nacionales así como becarios extranjeros, crea estancias sabáticas y posdoctorales nacionales, apoya a ex becarios al terminar la beca, crea enlaces laborales, desarrolla programas nacionales de posgrado de calidad, programas de cooperación de posgrado, ferias de posgrado así como también seminarios de información”.
Ante la desaparición del fideicomiso destinado para la ciencia y la preocupante vituperación de la imagen de los investigadores, la comunidad científica de México sale a las calles a protestar con el apoyo de la comunidad científica de otros países.
Ciertamente la investigación en México siempre ha ido “cuesta arriba”. Primero, hay que reconocerlo, que hace no muchas décadas, cuando se hablaba de un investigador se asociaba de inmediato con una persona en bata blanca, en laboratorios sofisticados y con una imagen de “perdido en el espacio”.
Segundo, países como Estados Unidos, Alemania, la Gran Bretaña, Japón, China, Francia, por citar algunos, brindan un gran apoyo del PBI a la ciencia y son países con tecnología de punta.
Tercero la idea de hacer ciencia por hacer ciencia quedó muy atrás. Hoy se plantean problemas muy preocupantes que azotan a la humanidad y para resolverlos se requieren recursos.
En fin, los hechos que han puesto en riesgo o que han suspendido temporalmente el apoyo a la ciencia, han sido ciertamente problemas gubernamentales internos, problemas políticos y diplomáticos entre gobiernos, también porque se han suscitado cambios en las políticas públicas de nuevas administraciones gubernamentales, por terremotos y sismos de gran magnitud… pero es la primera vez, en mis modestos recuerdos, que el apoyo que se brinda a la Ciencia vaya a una bolsa general tal y como está sucediendo ahora. Los impactos serán de una dimensión de la que no se tiene idea.
Sólo por hacer una analogía, viene a mi memoria una anécdota entre investigadores: Un investigador presenta un proyecto para hacer una presa de dimensiones impactantes, el otro presentó un proyecto mostrando un pequeño frijol en su mano, producto de una investigación colectiva de más de 20 años y que serviría para triplicar la producción, además de un aumento en el tamaño. El recurso fue a parar al proyecto de la presa. El otro investigador fue invitado por un país extranjero donde tuvo grandes éxitos y reconocimientos.
De estos investigadores hay muchos en México. Ojalá no se dé de nueva cuenta la “fuga de cerebros”. ¡Hasta la próxima!
