/ viernes 25 de septiembre de 2020

La "Ley" del poeta español Ramón de Campoamor

La medicina es el periodismo, porque, a fin de cuentas, sólo se puede explicar en base a hechos, a cifras

Todos, dice un popular refrán político estadounidense, “tienen derecho a sus propias opiniones, pero no a sus propios hechos”.

Esas palabras, consignadas hace ya décadas en el marco de debates políticos, tienen relevancia hoy, en la arena de la información enferma de “verdades alternativas” y “otros hechos”.

La medicina es el periodismo, porque, a fin de cuentas, sólo se puede explicar en base a hechos, a cifras. Las opiniones pueden variar, los “ángulos” pueden diferir, pero los datos, los hechos, no.

▶️ Mantente informado en nuestro canal de Google Noticias

Llegué al periodismo hace poco más de 53 años, en vísperas de 1968 y del inicio de un proceso de cambios históricos tanto para este arte/oficio/profesión como para México y el mundo. Y desde entonces no dejo de asombrarme, de felicitarme, de asustarme, de preocuparme.

Llegué al periodismo hace poco más de 53 años, en vísperas de 1968 y del inicio de un proceso de cambios históricos tanto para este arte/oficio/profesión como para México y el mundo. Y desde entonces no dejo de asombrarme, de felicitarme, de asustarme, de preocuparme.

Cubrí, un poco por entusiasmo, un poco por accidente, partes del movimiento estudiantil de 1968; era entonces estudiante de periodismo en la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional e incipiente reportero de la desaparecida Agencia Mexicana de Noticias (AMEX), víctima de la mortal enfermedad de haber nacido con el aspirante presidencial equivocado. Como otros jóvenes de la época, mi edad y escuela me ayudaron y mi trabajo me puso en contacto con grandes reporteros y grandes cínicos.

Tuve que reportar después sobre otros eventos violentos, incluso motines y guerras. Trabajé y colaboré con medios como la Agencia France Presse, la Agencia EFE, el diario Le Monde, que me dieron oportunidad de entender mi suerte y emprender una carrera que me llevó a ser corresponsal en Washington de medios mexicanos.

A diferencia de la inmensa mayoría de mis compañeros no me vi ante las alternativas y los problemas que enfrentaban otros colegas en una era cuando el sol se ponía y se levantaba por voluntad presidencial y “como México no hay dos” era más que una canción, un mantra.

Me tocó convivir con una generación de reporteros jóvenes que mezclaban todas las características, que abrieron puertas para que quienes los siguieron tuvieran mayores márgenes de acción, prácticas éticas y condiciones de trabajo mejores que las de sus propios inicios.

Era la generación influenciada por Bob Woodward y Carl Bernstein, los míticos reporteros que destaparon el escándalo de Watergate, que llevó a la caída de Richard Nixon y amplificaron al máximo la mitología del periodismo investigativo.

Pero era también la generación puente, entre el viejo periodismo y las nuevas tendencias; la generación donde se hicieron populares las prácticas de la filtración y de la denuncia. La pionera del periodista-personalidad, ya en marcha con el periodismo de televisión.

Y fue también la que enfrentó los momentos duros para el país: la era de la crisis económica perpetua, la pérdida de confianza en el gobierno y el inicio de la era de inseguridad y violencia organizada.

El despertar fue duro. Entre 1970 y 1990 México pasó de creer en el gobierno infalible a desdeñar a uno que no podía caminar y masticar chicle al mismo tiempo, de ser un país “seguro” a uno en el que se multiplicaron los muertos.

Y esas realidades no pueden entenderse sin el periodismo, entonces y ahora, al margen de una “radio pasillo” que con su ingrediente de verosimilitud no se había convertido en “redes sociales” y alcanzado todos los rincones de la tierra.

Una de las grandes ironías del periodismo actual es que el público, de cualquier ideología, tiene capacidad para demandar precisión absoluta en su información. Pero en áreas del periodismo, el deportivo en concreto, no hay espacio para resultados o récords “alternos”.

Miles, cientos de miles o quizá millones pueden presenciar el evento, pero a nadie se le ocurriría disputar el marcador, por más que sus explicaciones varíen y las redes sociales pululen con justificaciones o enojos.

Y esa es la idea. El periodismo que consigna hechos políticos, sociales o económicos admite a querer o no opiniones y pre concepciones subjetivas, pero los hechos son y seguirán siendo invariables.

Hemos pasado del mundo que valora la información, al que da prioridad a la opinión, al mundo simbolizado por la llamada “Ley” del poeta español Ramón de Campoamor: “Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira”.

Escucha el podcast ⬇️

* Periodista especialista en Norteamérica con más de 50 años de experiencia. Ha laborado como corresponsal en Washington para El Universal y Notimex, además de trabajar para agencias internacionales de noticias.

Todos, dice un popular refrán político estadounidense, “tienen derecho a sus propias opiniones, pero no a sus propios hechos”.

Esas palabras, consignadas hace ya décadas en el marco de debates políticos, tienen relevancia hoy, en la arena de la información enferma de “verdades alternativas” y “otros hechos”.

La medicina es el periodismo, porque, a fin de cuentas, sólo se puede explicar en base a hechos, a cifras. Las opiniones pueden variar, los “ángulos” pueden diferir, pero los datos, los hechos, no.

▶️ Mantente informado en nuestro canal de Google Noticias

Llegué al periodismo hace poco más de 53 años, en vísperas de 1968 y del inicio de un proceso de cambios históricos tanto para este arte/oficio/profesión como para México y el mundo. Y desde entonces no dejo de asombrarme, de felicitarme, de asustarme, de preocuparme.

Llegué al periodismo hace poco más de 53 años, en vísperas de 1968 y del inicio de un proceso de cambios históricos tanto para este arte/oficio/profesión como para México y el mundo. Y desde entonces no dejo de asombrarme, de felicitarme, de asustarme, de preocuparme.

Cubrí, un poco por entusiasmo, un poco por accidente, partes del movimiento estudiantil de 1968; era entonces estudiante de periodismo en la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional e incipiente reportero de la desaparecida Agencia Mexicana de Noticias (AMEX), víctima de la mortal enfermedad de haber nacido con el aspirante presidencial equivocado. Como otros jóvenes de la época, mi edad y escuela me ayudaron y mi trabajo me puso en contacto con grandes reporteros y grandes cínicos.

Tuve que reportar después sobre otros eventos violentos, incluso motines y guerras. Trabajé y colaboré con medios como la Agencia France Presse, la Agencia EFE, el diario Le Monde, que me dieron oportunidad de entender mi suerte y emprender una carrera que me llevó a ser corresponsal en Washington de medios mexicanos.

A diferencia de la inmensa mayoría de mis compañeros no me vi ante las alternativas y los problemas que enfrentaban otros colegas en una era cuando el sol se ponía y se levantaba por voluntad presidencial y “como México no hay dos” era más que una canción, un mantra.

Me tocó convivir con una generación de reporteros jóvenes que mezclaban todas las características, que abrieron puertas para que quienes los siguieron tuvieran mayores márgenes de acción, prácticas éticas y condiciones de trabajo mejores que las de sus propios inicios.

Era la generación influenciada por Bob Woodward y Carl Bernstein, los míticos reporteros que destaparon el escándalo de Watergate, que llevó a la caída de Richard Nixon y amplificaron al máximo la mitología del periodismo investigativo.

Pero era también la generación puente, entre el viejo periodismo y las nuevas tendencias; la generación donde se hicieron populares las prácticas de la filtración y de la denuncia. La pionera del periodista-personalidad, ya en marcha con el periodismo de televisión.

Y fue también la que enfrentó los momentos duros para el país: la era de la crisis económica perpetua, la pérdida de confianza en el gobierno y el inicio de la era de inseguridad y violencia organizada.

El despertar fue duro. Entre 1970 y 1990 México pasó de creer en el gobierno infalible a desdeñar a uno que no podía caminar y masticar chicle al mismo tiempo, de ser un país “seguro” a uno en el que se multiplicaron los muertos.

Y esas realidades no pueden entenderse sin el periodismo, entonces y ahora, al margen de una “radio pasillo” que con su ingrediente de verosimilitud no se había convertido en “redes sociales” y alcanzado todos los rincones de la tierra.

Una de las grandes ironías del periodismo actual es que el público, de cualquier ideología, tiene capacidad para demandar precisión absoluta en su información. Pero en áreas del periodismo, el deportivo en concreto, no hay espacio para resultados o récords “alternos”.

Miles, cientos de miles o quizá millones pueden presenciar el evento, pero a nadie se le ocurriría disputar el marcador, por más que sus explicaciones varíen y las redes sociales pululen con justificaciones o enojos.

Y esa es la idea. El periodismo que consigna hechos políticos, sociales o económicos admite a querer o no opiniones y pre concepciones subjetivas, pero los hechos son y seguirán siendo invariables.

Hemos pasado del mundo que valora la información, al que da prioridad a la opinión, al mundo simbolizado por la llamada “Ley” del poeta español Ramón de Campoamor: “Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira”.

Escucha el podcast ⬇️

* Periodista especialista en Norteamérica con más de 50 años de experiencia. Ha laborado como corresponsal en Washington para El Universal y Notimex, además de trabajar para agencias internacionales de noticias.

Local

Trabajadores de la mina de Peñoles cumplen una semana de paro en Cuencamé

Solicitan una carátula del estado de cuenta de la mina El Roble, propiedad de la empresa Peñoles

Policiaca

Sentencian a otro abusador sexual; pasará 4 años en prisión

El hombre es acusado de abusar sexualmente, en grado de tocamientos, en contra de una menor de edad

Local

ByCENED a la espera de la definición judicial por caso de alumno encadenado

La instrucción judicial es solo de carácter temporal para reactivarlo en sus actividades académicas mientras el juez federal, lleva a cabo la definición del amparo judicial

Local

Entre consignas y demandas, se desarrolló el desfile del Día del Trabajo

Algunos miembros comenzaron a lanzar agua y ante la molestia de los docentes, comenzaron a agredirse verbalmente e incluso se presentó un connato de bronca

Doble Vía

Artista coreana pinta paisajes de Durango basándose en Google Maps

El arte no tiene límites y muestra de ello es la talentosa Sohyun An, quien inmortaliza los paisajes urbanos de nuestra cuidad desde hace más de tres años

Local

Ésta es la tienda más cara y la más barata para comprar en Durango

Profeco analizó el precio de un total de 24 productos, entre los que destaca el arroz, aceite vegetal, atún, azúcar, carne de res y puerco, cebolla, chile, frijol, huevo, y más