Caminar por este histórico barrio es hacer un viaje en el tiempo, en el que abundan las antiguas y bellas casonas con diversos estilos arquitectónicos. Hace ya más de 450 años, el asentamiento indígena aquí establecido vio llegar la fundación de la villa de Durango en 1563. Hoy el Barrio de Analco, que inspiró a Miguel Ángel Gallardo en esa parte de “callada y tranquila, ciudad colonial”, es un sitio obligado para hacer turismo y enamorarse de nuestra ciudad.
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El templo de Analco y la calle del mismo nombre, así como el jardín Juárez, que luce en lo alto el busto del Benemérito de las Américas, son solamente algunos ejemplos de los atractivos que se pueden disfrutar al recorrer sus arterias.
Al otro lado del río o al otro lado del agua, es el significado de Analco en el idioma náhuatl. Y es que, este asentamiento se encontraba precisamente hacia el lado sur de lo que hasta antes del entubado y construcción del bulevar Dolores del Río, fue la Acequia Grande, una afluente que conduce las aguas de varios arroyos hacia el río Tunal.
Seguramente la joya del encanto del añoso barrio, es su templo dedicado a San Juan Bautista de Analco, que precisamente se viste de gala cada 24 de junio para ver pasar el festejo patronal, al que asisten miles de duranguenses, así como visitantes provenientes de otras latitudes.
Al interior de este templo, no podía faltar la presencia del artista duranguense Benigno Montoya, cuya capilla es de su autoría.
A escasos metros del sitio religioso antes descrito, se encuentra precisamente el Jardín Juárez. Se trata de una de las plazas más representativas de nuestra ciudad, aunque la verdad poco difundida, lo cual no es óbice para dejar ver su belleza. Al centro, como ya se anota, la figura de Don Benito Juárez García se alza orgullosa.
Fue en el año de 1563, cuando al arribar el capitán Francisco de Ibarra, se fundó la Nueva Vizcaya, como avance de la conquista y la catequización.
Vale recordar que antaño, cuando aun existía la Acequia Grande o arroyo de San Vicente, Analco y la ciudad se unían a través de sendos puentes, que fueron demolidos en la década de los ochenta, cuando el gobernador Armando del Castillo le abonó a la modernidad con la construcción de bulevares, como el Dolores del Río.
Hoy en día, el corredor turístico Constitución y el Centro Histórico capitalino, se unen a través de un llamativo puente que conecta con el atractivo de Analco, donde da la bienvenida al visitante, la monumental Cruz Kurutziaga, realizada en cantera y que represente un simbolismo que en síntesis refiere la lucha entre el bien y el mal.
En efecto, deambular por las antiquísimas calles del barrio de Analco, es respirar la historia, los orígenes de la capital duranguense, pero además, cuna de duranguenses destacados.
Precisamente de personajes que han visto la primera luz en lo que históricamente fue la Misión de San Juan Bautista de Analco, así como del motivo del nombre de sus calles, trataremos en una próxima entrega.
