Nota editorial. Internacionalista por la Universidad Anáhuac y analista político.
El 30 de junio y 7 de julio se celebraron comicios parlamentarios en Francia luego de la decisión del Presidente Emmanuel Macron de disolver la Asamblea Nacional. Esto con el fin de contrarrestar la victoria del partido ultraderechista de Marine Le Pen, Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés), en la jornada electoral del Parlamento de la Unión Europea el mes pasado. Tal decisión está también motivada por la necesidad de clarificar el rumbo del país en el marco de los cambios en el exterior. Por lo que, mediante decreto presidencial, se convocó a elecciones anticipadas, una medida ejecutada por primera vez desde 1997 con el entonces mandatario Jacques Chirac que resultó en un gobierno de cohabitación. Escenario que puede repetirse de aquí a la carrera presidencial de 2027.
En primera instancia, Francia ha experimentado estragos en su economía dadas las condiciones internacionales. Éstas siendo: alta actividad de conflictos, volatilidad en el mercado petrolero, acrecentamiento de tensión entre bloques y nuevas dinámicas intercontinentales. La interconexión e interdependencia de Occidente, aumenta la vulnerabilidad de los Estados ante estas cuestiones poniendo desafíos domésticos como déficit comercial, altos precios en la energía, escasez de mano de obra, así como la ralentización en las cadenas de suministros, los cuales impactan a las industrias estratégicas francesas. Lo que comprueba una vez más que la exacerbación de la derecha resulta de un colapso en el modelo económico neoliberal de la actualidad.
Consecuentemente, en las elecciones del Parlamento de la Unión Europea, al igual que en la primera jornada en Francia, se pudo ver una inclinación hacia el conservadurismo ya que promete el resurgimiento del país región mediante políticas nacionalistas. Desde el inicio de la guerra en Ucrania, la Unión Europea se ha visto obligada a lidiar con medidas desindustrializadoras, altos precios de energía, junto con la cooperación a la defensa de Kiev. Por lo que, no fue sorpresa el bloque de ultraderecha ganara territorio, sobre todo en el caso de la nación gala, donde el RN promueve la aplicación de un “patriotismo económico”. Política económica de carácter proteccionista que se empeña en salvaguardar la industria nacional de todo lo que pase en el extranjero beneficiando a los comercios y mano de obra locales.
Asimismo, ello incluye el seguimiento de una línea de política dura en temas de medio ambiente, migración y comercio. El partido de Marine Le Pen: propone eliminar los impuestos en hidrocarburos para una mayor competitividad de las industrias; robustecer la política migratoria con el fin de proteger a los trabajadores franceses; restringir la importación de alimentos a favor de los agricultores nacionales; entre otros. Todas estas medidas atraen a los electores en medio una baja en la microeconomía. De ahí que en la primera ronda electoral el RN haya obtenido el 34% de los votos por delante de la coalición Nuevo Frente Popular (28%) – quien agrupa a todos los partidos de izquierda – y de la alianza centrista Ensemble (20%) del Presidente Macron.
Sin embargo, los resultados de la jornada del 7 de julio mostraron la preferencia de la esfera sociopolítica por el progresismo. Ante la posibilidad de que el RN obtuviera la mayoría absoluta, el Nuevo Frente Popular (NFP), al igual que la alianza Ensemble, retiraron 200 candidatos que quedaron en tercer lugar el 30 de junio. Esto con el fin de no dividir el voto y competir contra la ultraderecha. Francia puede presumir, tanto de madurez política, como de la disposición del pueblo para decidir sobre el gobierno que quiere. La cohesión de los grupos políticos franceses, junto con la ciudadanía, fue tal que el NFP terminó por ser la primera fuerza (180-215) en el Parlamento, Ensemble la segunda (150-180) y el partido de Marine Le Pen la tercera (120-150). Este veredicto desmintió todas las proyecciones iniciales.
Por ahora, Francia tendrá un Parlamento divido ya que ninguna coalición obtuvo la mayoría absoluta, lo cual obligará a los bloques a negociar cualquier proyecto legislativo. Si se habla de contrapesos, Francia es el mejor ejemplo. De aquí al 2027, también la facultad del Presidente Macron para tomar decisiones de política exterior se verá contrarrestada si su agenda difiere ampliamente del partido al que pertenezca el Primer Ministro o, incluso, del grupo de expertos que designe. Mientras, una cosa es clara: la esfera sociopolítica está dispuesta a darle a la nación un rumbo económico estable mediante un gobierno competente.